El golpe de las luces blancas en el techo me dejó cegado unos momentos mientras mi adolorida cabeza intentaba procesar algo del porqué las luces en el techo se iluminan con potencia y después disminuyen a lo más mínimo para después volver a iluminar con intensidad. Cada tres segundos necesitaba cerrar los ojos y cuando volvía a abrirlos la luz me volvía a golpear, lo extraño es que solo veía una luminosidad borrosa de una luz blanca y brillante a pesar de escuchar voces a mí alrededor.
«¿Dónde estoy?» me pregunté ocasionándome un palpitar de cabeza que me hacía sentir que mi cráneo no podría contener más mi cerebro. «¿Qué había pasado?» y de nuevo, ese dolor horrible. Como si cada que intentara pensar en algo, mi cabeza me dolía más intenso que la vez pasada. Ni siquiera era capaz de mover la cabeza porque sentía que algo saldría de ella, como cuando ladeas un tazón con algo líquido adentro y sabes que puede derramarse su contenido.
Por alguna extraña razón sentía que si hacía un movimiento, por más mínimo que fuera, algo saldría y se derramaría.
«Que extraño» dolor.
Voces y más voces que llenaban mis oídos y por más que los intentaba agudizar para oír algo, no escuchaba más allá que gritos sobre gritos y voces mezcladas, entre un tono de desesperación y enojo encimándose entre otras voces como si fuera una competencia de ver que voz era la que pasaba por encima de otros.
Gritos agudos, demasiado agudos que me hacían zumbar el oído y que mi cerebro se estremecía con un ardor que lo hacía entumecer, como una descarga eléctrica. Mis ojos estaban cerrados deseando que todo ruido dejara de oírse y cuando se abrieron, la luz blanca empezaba a tener una mancha roja que se expandía lentamente desde el borde lateral de mi ojo izquierdo. La cabeza empezó a punzar más fuerte y mi corazón aceleró sus latidos envueltos en el terror. No sé qué estaba pasando, no podía ver nada más allá del color blanco y la ahora mancha roja que se extendía cada vez más rápido. Voces y más voces... «Vamos Daniel, escúchalas. ¿Las has oído antes?» ¿Las he oído antes?... sí... una de ellas.
La mancha empezaba a oscurecer todo a su paso, pero esta vez, arrastrándome con ella. Todo a mi lado iba apagándose antes de escuchar un grito mencionando mi nombre que no podía responder. Un golpe metalico y más voces esta vez haciendo menos escándalo o siendo amortiguadas por algo. Ya no se oían tanto como hace unos instantes y ahora predominaba una voz masculina grave dando instrucciones.
«Mi cabeza, necesito respuestas. ¿Por qué no podía recordar nada? ¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando?» Ninguna extremidad reaccionaba, mis piernas o mis brazos, incluso mis manos, podía sentir algo de tela debajo de mis manos, pero más allá de poder intentar levantarlas todo intento era fallido. Intentaba que por lo menos mis manos recibieran la orden de moverse pero solo sentía una viscosidad en ellas, en combinación con algo mojado. «¿Qué pasa aquí?»
Mis sentidos entraron en alerta cuando ya no pude reaccionar a más movimientos haciéndome preguntas que me hacían tener el corazón con los latidos en la garganta y con ello, un miedo terrible a lo que sea que diga la voz que predominaba en el lugar.
—Llamen a Rustelle.—logré oír sobre los latidos acelerados de mi corazón y el zumbido en mi cerebro.
Maldición, dolía como nada cada que una voz hablaba y me hacía querer meter algo por los oídos con la intención de no escuchar nada en absoluto.
—No es necesario. Acabo de escuchar los gritos de la mujer en la sala.—agudo... duele.
Una presión en el borde del cuenco de mi ojo izquierdo, más o menos entre mi ceja y la parte inferior de mi ojo en el cual había iniciado la mancha que me había oscurecido la vista, me hizo por primera vez—que yo recordara—dejar escapar un grito agonizante y doloroso que me raspó la garganta, un grito que en mi vida había escuchado salir de mi boca.
—Peter esto no es el juego de Operando. Este chico puede perder la vista.—oh no.
«No, no, no no...»
—¡Necesito la morfína ahora!—rasgó el aire el grito de la voz masculina haciendo que mi cabeza volviera a resentir el dolor.—No pienso perder nada hoy.
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Engaños Del Amor
Romance¿Cómo puedes saber si de verdad amas a alguien? ¿Es cuando sigues tus sueños dispuesto a empezar de cero? ¿Es cuando decides quedarte porque crees que es lo correcto? ¿Es cuando de verdad sientes algo, o cuando no sientes nada? Daniel puede tener la...