El tiempo siguió su curso implacable, y con cada día que pasaba, Ruby se transformaba, no solo en estatura física, sino en la revelación constante de su herencia sobrenatural. El misterio de su rápido crecimiento se volvía solo una capa más del enigma que la rodeaba. A medida que los años se sucedían, Ruby se convirtió en una asombrosa amalgama de juventud y sabiduría, una criatura que parecía cargada con las memorias ancestrales de su madre.
En la sombra de la luna llena, los instintos de licántropo que habían marcado a su madre parecían cernirse sobre Ruby como un recordatorio de su legado. A pesar de las cicatrices de sus batallas internas, Rebbeca había logrado controlar su fiera naturaleza, y ese autocontrol se había transmitido a su hija de una manera que desafiaba toda lógica. Ruby vivía en un constante equilibrio entre dos mundos: el humano y el lobo, la civilización y la naturaleza salvaje.
Con el tiempo, Ruby alcanzó la edad en la que la educación era un deber ineludible. Se inscribió en la prestigiosa Academia de Bachillerato de la Ciudad de Eldoria, un lugar donde jóvenes de diversos orígenes y habilidades se reunían para aprender, crecer y descubrir su camino en el mundo. No obstante, la academia sería una prueba de sus capacidades como mujer lobo, un campo de batalla emocional donde lucharía contra sus propios instintos y deseos.
El sol despertaba la ciudad con su cálida luz dorada, y Ruby se encontraba de pie frente al majestuoso edificio de la academia. Aunque su fachada era imponente, el peso de la dualidad en su interior la invadía. El vestíbulo rebosaba de estudiantes que charlaban y reían, todos con sus propias cargas y expectativas. Ruby, sin embargo, se destacaba por su presencia magnética y su belleza etérea. Los cabellos castaños, que recordaban a los de su madre, caían como cascadas sobre sus hombros, y sus ojos, una mezcla de verde y ámbar, parecían destilar sabiduría milenaria.
Sus días en la academia se convirtieron en una danza delicada entre la loba y la humana que coexistían dentro de Ruby. En las aulas, se sumergía en el arte de la literatura y la magia antigua, mostrando una comprensión innata que asombraba a profesores y estudiantes por igual. Pero en los pasillos oscuros y en los momentos solitarios, los instintos salvajes la tentaban, impulsándola a correr, a cazar y a dejarse llevar por el aullido de la luna llena.
Un día, mientras el viento fresco de la tarde agitaba las hojas doradas de los árboles, Ruby se encontró en la biblioteca, rodeada por el aroma de libros antiguos. Sus ojos recorrieron las palabras impresas en los tomos de la historia de Eldoria. En sus páginas, encontró cuentos de héroes y heroínas, de amores y tragedias, y se dio cuenta de que, en muchos sentidos, su propia vida también estaba siendo tejida en una narrativa épica.
En medio de sus reflexiones, una voz la sacó de su ensimismamiento. Era Oliver, un compañero de clase con cabellos oscuros y ojos brillantes que siempre parecía conocer los secretos del viento. Oliver había captado la tensión en Ruby, la lucha que la consumía. La curiosidad en su mirada la invitaba a compartir su historia.
Así comenzó una amistad que desafiaría las barreras del tiempo y la naturaleza. Oliver se convirtió en el confidente de Ruby, un compañero que la entendía más allá de las palabras. Compartieron sus deseos y temores, sus anhelos y luchas internas. Aunque no compartía la misma herencia sobrenatural, Oliver tenía sus propios secretos y misterios.
En las noches de luna llena, Oliver la acompañaba a las afueras del campus, donde los bosques antiguos parecían vibrar con una magia ancestral. Juntos, se enfrentaban a los desafíos de los instintos salvajes, utilizando el arte de la magia para encontrar armonía entre la humana y la loba. La luna los observaba, testigo silencioso de su baile en la frontera entre dos mundos.
-¿Soy rara no es así?- Pregunto Ruby con un aura de tristeza y profundidad mientras miraba al horizonte desde las altas paredes que separaban el frondoso bosque y la academia.
Oliver se quedo callado unos segundos encontrando una buena respuesta, al igual que Ruby estaba pensativo mirando al vacío sin nada en mente pero esta pregunta lo saco de su mente en un instante.
-En tu rareza encuentro la luz que ilumina mi camino, en cada paso que das, mi amiga, el mundo se torna más divino.- Hablo con delicadeza el castaño con un tono algo amistoso pero más que todo coqueto
Ambos rieron y Ruby golpeo con leve fuerza el brazo de Oliver, Ruby se sentía segura y reía como ella sola sabia hacerlo haciendo que en un momento dado Oliver se quedara callado admirando su linda risa.
-¿Lo sacaste de un libro, verdad?- cuestiono aun entre risas fijando su mirada en Oliver con una gran sonrisa de oreja a oreja haciendo resaltar sus ojos ámbar con la luz de la luna.
Esto inquietó a su contrario despertándolo de su pequeño trance para buscar una respuesta rápida.
Soltó una pequeña carcajada y contesto.
-Obvio que si tonta... ¿Crees que soy tan inteligente como para sacar esas frases de mi cabeza?- Se burlo una vez más para luego quedarse callado con una pequeña sonrisa, en sus ojos distraídos se veía un destello de felicidad. Felicidad de estar con Ruby la mayoría del tiempo sin miedo alguno por más que sospechaba de varias cosas aquellos pensamientos no eran tan necesarios en su momento.
Después de un rato de charla sin sentido ambos se levantaron del borde de la pared en la cual estaban sentados y con cuidado se dieron un buen abrazo antes de ir a sus respectivos dormitorios.
Cada uno en su habitación los hacia sentir solos aunque compartieran cuarto con algún compañero, se sentían desolados llenos de recuerdos y ansias de cercanía con el otro.
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El legado de las lunas
Science FictionUna antigua alianza entre humanos y licántropos se quiebra, desencadenando una serie de eventos que afectarán las vidas de los protagonistas, Ruby y Oliver. La luna, testigo mudo de este rompimiento, se convierte en el telón de fondo de una historia...