El tranquilo rincón de mi habitación fue perturbado por un lejano sonido, mi amiga y compañera de cuarto, Aurora, preparándose para una escapada a través de los tejados. Interrumpí su plan y la detuve con un agarre firme en el brazo, expresando mi preocupación.
-Aurora, ¿Qué diablos estás haciendo?- pregunté con una mirada seria. Ella me miró con fastidio y rodó los ojos. -Escapando, obviamente- contestó ella en tono tedioso.
-¿Vas a venir tú también o prefieres perderlo todo por un libro?- señaló ella, contrastando con la neutralidad de mis preguntas cautelosas. Mantuve un breve silencio, sopesando las opciones. Finalmente, decidí acompañarla en su escapada, a pesar de reconocer lo arriesgado de su plan.
Salimos por la ventana con cuidado, sorteando las tejas de los dormitorios de abajo. Aurora avanzaba con confianza y velocidad, sabiendo claramente a dónde nos dirigíamos. En cambio, yo luchaba con un miedo interno mientras trataba de mantenerme al ritmo de ella.
Después de un breve recorrido, llegamos a un balcón adornado con luces naranjas, que conferían un ambiente acogedor. Entramos en un pequeño apartamento donde se congregaban jóvenes de nuestra academia. La sorpresa invadió mi rostro al ver la mayoría de chicos a mi alrededor, un detalle que Aurora no había mencionado.
Sin muchas alternativas, me uní a mi amiga en una sala animada, llena de desconocidos que disfrutaban de la música y el baile. Mi voz apenas escapó entre dientes al notar la ausencia de mujeres. -Nunca me dijiste que sería solo hombres, Aura...-
-Es que nunca preguntaste- fue su sincera respuesta. Aurora se movió al ritmo de la música, invitándome a unirme, pero preferí apartarme hacia un rincón para evitar el contacto con los demás.
Mientras luchaba por mantener mi mente ocupada, mi mirada se elevó hacia Oliver, un buen amigo, que charlaba con una chica desconocida. Mi corazón se llenó de alegría y me sumergí entre la multitud para saludar a Oliver. Llegué hasta él, posando mi mano en su hombro mientras la chica se retiraba. Sus ojos brillaron al verme, y mi sonrisa rivalizó con la suya mientras lo abrazaba.
-¡Ruby! No esperaba verte aquí- Exclamó Oliver, manteniéndome en un abrazo. La chica desconocida desapareció, y en ese momento, sentí que el mundo entero se desvanecía, dejando solo a Oliver y a mí en medio de la multitud danzante.
Oliver me invito a bailar y yo acepte gustosa, nuestros cuerpos se unieron al son de la música de fondo. La música seguía y las luces creaban un ambiente mágico. Mi mirada se cruzó con la de Oliver, y en silencio, nuestros cuerpos empezaron a moverse al compás de la melodía. Cada paso parecía una danza sincronizada, una conexión que trascendía las palabras. En ese instante, nuestras sonrisas compartían secretos y anhelos.
A medida que bailábamos, nuestros gestos se volvían cómplices y nuestras conversaciones se tejían en miradas profundas. Una amistad que ya era sólida se transformaba en algo más, una chispa de atracción que no podía ser ignorada.
La noche avanzaba, y el bullicio de la fiesta quedaba atrás. Oliver y yo nos encontramos en el balcón, compartiendo risas y confidencias mientras la luna brillaba sobre nosotros. Aunque la fiesta llegaba a su fin, nuestra conexión especial parecía florecer en la oscuridad.
Después de unas últimas risas y un intercambio de promesas de mantenernos en contacto, nos despedimos. Aurora y yo nos dirigimos de vuelta a nuestros dormitorios, mientras que yo me dejé caer en mi cama, abrumada por la emoción del momento. Fue entonces cuando algo inusual sucedió.
Un tercer ojo de tono naranja emergió en mi frente, brillando con intensidad. La habitación parecía expandirse, y mis sentidos se agudizaban. Vi a través de las paredes, como si tuviera clarividencia. Me dirigí al baño, y Aurora me siguió, preocupada por mi abrupto cambio.
-Ruby, ¿estás bien?- preguntó con inquietud. Sin embargo, mi mente estaba en otro lugar. Había desbloqueado algo en mí, algo que iba más allá de lo humano. Los destellos de clarividencia me habían otorgado una visión extraordinaria, y estaba decidida a explorar este nuevo mundo que se abría ante mí.
Mi vista giraba a mi alrededor, el sonido de los golpes en la puerta por parte de Aurora aturdían mis sentidos, entre tantos pensamientos recordé una lectura anterior en un libro sobre la historia antigua de algún tipo de lobo extinto, esto me hizo reaccionar durante un momento abriendo aun más los ojos captando mi propia mirada y aspecto en el espejo. mi mente se empezó a marear dándome nauseas a lo que rapidamente me dirigí al retrete vomitando en este, después de terminar de vomitar me levante limpiando mi boca sintiéndome un poco mejor. Mi vista se alzo dándome cuenta de que mi tercer ojo o lo que fuera eso desapareció.
Suspire algo tranquila "Debió ser alguna alucinación por dormir tarde ¿No?" Me di una sonrisa algo falsa para mi y abrí la puerta que estaba a punto de ser tumbada por mi amiga, esta me abrazo y se separo preguntándome si estaba bien asentí con una sonrisa.
-Solo fue una estupidez...- Le explique a aurora hincándome de hombros tratando de no preocuparla. -Deberías ir al psicólogo- Respondió con seriedad en su hablar y mirada, me quede en silencio y la aleje con la mano.
-Nah, no te preocupes por eso...- manifesté neutral ante aquel comentario serio dándole la espalda volviendo a mi casa, me recosté en esta dándole de vuelta la espalda a Aurora.
-Deberías ir a dormir, mañana tenemos clase- Agregué tratando de olvidar aquel tema acurrucándome en mi casa llegando a mi sueño. Luego de Aurora cambiarse apago la luz y se fue adormir también.
Llegue a dormir tan profundamente sin miedo alguno de que eso volviera a aparecer, solo esperando despertar al siguiente día y seguir con mi rutina de todos los días....
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El legado de las lunas
Science FictionUna antigua alianza entre humanos y licántropos se quiebra, desencadenando una serie de eventos que afectarán las vidas de los protagonistas, Ruby y Oliver. La luna, testigo mudo de este rompimiento, se convierte en el telón de fondo de una historia...