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La campana resonó fuertemente y eso solo indicaba buenas cosas para la mayoría de los estudiantes, la jornada académica había culminado.

Spreen DMC, o simplemente Spreen para todo su círculo social, salía sin prisa alguna de la gran aula con una mano en el bolsillo de su Jean negro y la otra la llevaba a su oscura cabellera hacia atrás. Totalmente tranquilo y despreocupado, como casi siempre.

-Spreen,Spreen- una aguda y delicada voz lo llamaba, haciendo que girara sobre sus talones y volteando a observar quien aclamana por él.

-Oh, hola Alana- esbozó una sonrisa de lado, haciendo que la pequeña chica se ruborizara.

-Ho-hola- acomodo un mechón de cabello detrás de su oreja. -Yo..., uh, solo llamaba para decirle que falta aún nos falta por terminar el proyecto de investigación.

Spreen evito con todas sus fuerzas no rodar los ojos y sistear disgustado en el segundo que escuchó eso.

-Por lo que debemos reunirnos - dijo algo apenada. - Es..., para mañana.

-Lo había olvidado, Alana- fingió preocupación. - En verdad lo siento, no puedo hoy, tengo entretenimiento de baloncesto hasta muy tarde.- chasqueo la lengua e hizo un puchero "inocente "

El rostro de la linda chica se tenso al instante. El chico que estaba frente a él, del que llevaba varios meses enamorada, se notaba muy mal, con la mirada preocupada y desanimada. Por lo que el corazón frágil de Alana no pudo permitir que Spreen se agobiara, quería lo mejor para él.

-Oh, no se preocupe Spreen, yo terminare lo que falta- hablo dulcemente.

-¿Segura?, yo puedo faltar hoy y.- - se detuvo así mismo, amaba tener buenos dotes como actor.

-No, de ninguna manera- negó rápidamente moviendo sus dos manos. El pelinegro tan solo sonrió satisfecho. -Usted vaya y disfrute se su entrenamiento, podré hacer todo lo que falta.

-¡Oh, gracias, Alana! ,¡sos la mejor!- y para culminar con ese gran teatro fue agilmente a darle un abrazo y darle un casto beso en aquella mejilla.

-N-no es nada- su rostro estaba aún más colorada.

-Sos un ángel. Gracias - la tomo del mentón y acomodo aquel mechón de cabello sobresaliente de su rostro.

Le guiño con coquetería, dio media vuelta para por fin dirigirse a su casa.

Si, así eran mayormente los días del pelinegro. No es que sea un total despistado en cuanto a los cursos se trataba, si no que no le importante lo suficiente para tomar el mando de todos sus deberes. Después de todo, Spreen provenía de una familia de gran estatus social y a la universidad que asistía era exclusivamente privada, así que su padre era el dueño de una gran extensa cadena de restaurantes podía consentirlo en todo lo que quería.

Fue por también que decidió estudiar Administración de Empresas, para que de alguna u otro forma pudiera ayudar a su padre, él siempre le concedería todo lo que pidiera.

Aspiro el fresco viento de esta tarde antes de ir al estacionamiento para sacar su motocicleta, diviso a lo lejos a su mejor amigo y por inercia sonrió acercándose a él.

-Hey, hola Shaudone.

El pelirrojo dejo su conversación a medias con un pequeño grupo, dio media vuelta y con una gran sonrisa lo abrazó.

-No te vi en el campus, ¿dónde andabas?- cuestionó Spreen.

- Ya sabes, ser popular acá es difícil- bromeo el pelinegro negó divertido. - Estuve hablando con los de la otra facultad ¡Harán una fiesta esta noche!- dijo con la voz cargada de emoción- Mi cuerpo ya lo necesitaba, la semana de exámenes me ha tenido estresado- hizo un pequeño mohin - ¿iras, verdad?.

- La pregunta me ofende.

Ambos rieron levemente y retomaron la conversación con los demás en el grupo. Entre bromas y risas estruendosas fueron cortando la dirección y la hora exacta.

Spreen decidió que esta demorando demasiado, así que se despidió cortamente, fue a descadenar su motocicleta Ducatti 959 Panigale, pulcramente roja y brillante. Se coloco el casco y en unos segundos arrancó a una velocidad considerable.

Si bien, Spreen adoraba muchas cosas, una de esas era manejar su preciada motocicleta, sentir como la adrenalina sagreaba y recorría por sus venas, las veces en el que el gélido y frío viento golpeaba su rostro y aquel típico sonido de que todo se movía a su alrededor llegando a sus oídos. Le encantaba tener el mando de su propio camino, le fascinaba sentirse libre.

El semáforo cambio a luz roja, Spreen se detuvo antes de pasar las líneas blancas pateonales, no, no era por respeto a las señales de tránsito , si no porque en la acerá donde estaban un par personas pudo ver aun chico,uno muy lindo, en realidad.

-¡Hey, Cariño!. ¡Vos, el de cabello castaño y lentes grandes!.- le pareció tan tierno como aquel chico fruncía su pequeña nariz, mientras sus finos labios hacían un puchero mientras leía algo en su celular. -¡Hey, pequeño!- quería que al menos lo viera, tenía curiosidad.

Al parecer venía o iba de viaje, porque tenía dos maletas en cada lado de sus pies.

El castaño sintió una voz insistente llamando a alguien y sentía verdaderamente que se dirigían a él, no era un tonto para no darse cuenta, ya que a su lado solo habia unas cuantas chicas y una pareja de ancianos. Resopló y siguió leyendo el mapa en su móvil, prefería eso a estar soportando comentarios estúpidos de un chico estúpido como era de seguro ese que quería llamar su atención.

Spreen sintió su mano picar por la ansiedad, quería bajar de la motocicleta e ir a jugar un rato con aquel adorable chico de anteojos, más al solo pensarlo fue interrumpido por las bocinas de los automóviles detrás de él. Maldijo internamente, la luz pasó a verde indicando su avance.

Rodó los ojos y encendió el motor, fue una lastima no haber aprovechado aquella oportunidad, sin embargo, se encogió de hombros y volvió a emprender su camino.

No iba a morirse por no coquetear con alguien más de su larga lista, después de todo asistiría a una fiesta y la pasaría demasiado bien, música fuerte y nuevas personas.

Eso era lo que en verdad necesitaba.

Sucker for you 〔sproier〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora