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– Bien, esta es la última – suspiro Roier mientras guardaba su último pantalón doblado en el cajón.

Un tono de llamada resonó y este fue rápidamente a tomar su celular que yacía en la pequeña cama.

– Buenas noches, mamá.

Una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro mientras caminaba en círculos por toda la habitación.

–No te preocupes, estoy instalado hace más de dos horas, ya termine de desempacar y mañana temprano iré a mis clases.

La mamá de Roier estaba sumamente sensible por la separación de su único hijo y más aún donde tenía que irse a otra ciudad donde literalmente no conocía a nadie. Quiso rehusarse, pero la veracidad y esfuerzo que puso Roier en la academia y en los exámenes rindieron frutos y nuevas oportunidades de le presentaron al joven castaño no podían desperdiciarse. Roier a sus 19 años de edad había logrado obtener una beca integral en una de las universidades más antiguas y prestigiosas del todo el país. Y bien, la familia de Roier estaba insegura por dejarlo en una gran ciudad, también confiaban en Roier y su capacidad de independencia y madurez.

– La habitación es cómoda, mamá. Además, agradezco totalmente no tener compañero de cuarto– comentó divertido– No soportaría ver a algún  desconocido cerca y mio y por mucho tiempo.

Siguieron conversado sobre lo sucedido ese día y Roier le prometió una vez más a su mamá que iba a cuidarse. Apagó su celular no sin antes programar su alarma a las 5:00 am, quizás un poco más de lo normal ya que reviso su malla curricular  y decia que su primera clase era de matemáticas a las 8:00 am, pero Roier siendo impecable como siempre, quería hacer todo con suma atención y cuidado.

Realmente le agradeció a su habilidad e inteligencia por haber ganado aquella dichosa beca. Ahora que lo veía bien, la habitación era pequeña, pero tenía todo lo necesario, incluso su propio baño y ducha, eso le agrado más, ya que no se hacia la idea de compartir un baño con demasiada gente inmadura y hormonal.

Saco su pijama, sus útiles de aseo y se dirigió a darse una rápida ducha, así podría conciliar bien el sueño. Tenía que ubucarse mejor, hallar sin demorar la facultad de administración y aprender todo lo que venía en su malla curricular. Sin duda, mañana sería un día complicado para Roier como nuevo estudiante de la universidad.

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Un muy preocupado Spreen bajaba rápidamente de su motocicleta para aparcarla y correr a la velocidad de la luz por los todos pasillos y es que tenia que cruzar el campus y llegar a su facultad.

Maldecía internamente que su estupida alarma no haya sonado cuando debería. Tenía una fuerte migraña punzandole su cabeza y unas terribles ojeras que cubrío con algunas cremas y todo gracias a que regresó muy tarde de aquella fiesta. Fue una gran noche, pero vaya que estaba pasando factura.

Reviso la hora en su reloj de muñeca y mostró que estaba atrasado 40 minutos. Sintió que el aire se le iba, pero cuando por fin vio su salón suspiro agradecido y sin más, toco la puerta donde estaba pegada una hoja impresa: 109-Matemáticas, decía decía ella.

Unos segundos después fue recibido por su profesor, un señor de tercera edad pero de aspecto firme y pulcro.

– Es la tercera vez que llega tarde a mi clase, joven.– decreto con seriedad. – Le diría que no lo vuelva hacer, pero nunca obedece, así que solo pase y tome asiento.
Pierdo el tiempo son usteded.

– Gracias, profesor.

Spreen no se sintió ni avergonzado ni cohibido, sus tardanzas a algunas de las clases eran comunes y a él no le importaba lo que los demás podían  decíar a sus espaldas .

¡Vamos!, es Spreen, el chico con el ego hasta el cielo, de una apariencia sumamente atractiva y uno de los más populares de toda la universidad, nada más que no sea su reputación social podía importarle.

Se encaminó hacia las carpetas y se sentó donde estaba reservado para él

– ¿Qué pasó ahora?– hablo con una leve sonrisa ladina.

– No fastidies, Quackity. – siseó – Es solo que regresé pasada de la madrugada a mi departamento. Ya sabes lo demás.

– Debes agradecer que estas en una universidad privada, si fuera nacional ya te habrian expulsado en la primera semana.

– No exageres.

– Solo digo la verdad, Spreen. Deberías de poner un poco de tu parte, apenas estamos en el primer ciclo, y solo han pasado dos meses desde nuestro inicio aquí.

– Si, si, lo que digas– le resto importancia mientras acomodaba sus brazos en la mesa escondiendo su rostro ahí.

– Joven, Spreen– el profesor  lo menciono con la voz sumamente alta.

Quackity se reincorporó asustado en su asiento , más Spreen ni se inmutó.

– Spreen, estoy llamándolo– bien, el profesor estaba más que serio, su tensa mandíbula lo demostraba.

El pelinegro levanto la mirada y suspiró cansado. ¿Por qué tenían que fastidiarlo justo hoy?

– Veo que no ha dormido lo suficiente – se acercó a Spreen – Pero viene aquí a estudiar, ¿Será tan amable de resolver el ejercicio dos de la pizarra?

Spreen frunció los labios y miró hacia la  pizarra, se quedó incrédulo, ¡¿Cuándo aprendieron todo eso?!. No, él no entendía todos esos "jeroglíficos" de ahí.

– Lo estoy esperando, joven– le entrego el plumón y se cruzó de brazos.

Bueno, Spreen sabría que haría el ridículo de nuevo, porque sinceramente no completaría ni la primera parte del ejercicio. Se resignó cansado y se puso de pie, caminando con lentitud hasta llegar al frente de todos, se giro sobre sus talones y miró los números, los signos y todo eso del que no tenía ni la menor idea. Segundos que parecíeron largos minutos fueron pasaron y antes de que el profesor decidiera que Spreen se fuera volviera a sentar, vio como a unas cuantas carpetas el alumno nuevo de clase levantaba la mano.

– Dígame, joven, Roier.

– Profesor, ¿Me dejaría resolver el ejercicio a mi?, esta muy claro que él no puede ser capaz de eso.

Spreen frunció el entrecejo al escuchar aquello. Dio media vuelta, sus ojos no tardaron en abrirse desmesuradamente.

¿Qué ese chico era el  que vio ayer en por la tarde?

Sucker for you 〔sproier〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora