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Tamayo Yamamoto o "la chica de la pintura" era bastante conocida en su escuela. La mayoría de sus compañeros hombres morían por siquiera hablar con ella.

Estaba en el top tres de las mujeres más hermosas de la academia; en las cuentas de chismes siempre publicaban los miles de rechazos semanales que hacía. Era toda una celebridad, aunque... nadie sabía porqué todos la amaban.
Ella mantenía su distancia con todos, tratando de evadir cualquier tipo de contacto. Evitaba a toda costa convivir con sus compañeros y sólo hablaba con tres de las personas más problemáticas de la escuela: Hakuji Soyama y los hermanos Shabana.

Desde que entró a la secundaria se hizo amiga de la persona más problemática en los terceros años: Gyutaro Shabana, quien era conocido por conseguirte lo que fuera a cien pesos, ¿querías las respuestas de un examen? A cien pesos Gyutaro te las conseguía, ¿una navaja? A cien pesos, podría conseguirte hasta cocaina por los famosos cien pesos. Recibía reportes todos los días, hasta que esa chica entró, Tamayo hizo que eso parara, el día que ella se hizo su amiga, dejo de haber poder humano que hiciera que Gyutaro llegara a casa con un reporte.

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–¿Por qué lo haces? Sigo sin entender porqué los ayudas ¿acaso te gusta?

–Me gusta pensar que puedo arreglar a la gente, tal vez hasta arreglarte a ti, pero necesitaría de tu tiempo y el único que me da su tiempo es Gyutaro. Hemos visto novelas juntos, a veces me peina; es como la madre que nunca tuve. Yo lo veo como una madre y él como su mejor amiga.

–Sí, pero, Tamayo, no debes juntarte con esas personas, una vez la señora Tamayo se codeó con ese tipo de individuo y...

–Oh, pero ya no estamos hablando de mí.

Yushiro salió, le preocupaba el tipo de gente con el que su hija se relacionaba, ciertamente le hubiera gustado que tuviera amigos más civilizados, aunque no podía reclamarle nada, porque él estaba en casa una vez cada siglo.
La verdad, Tamayo se juntaba con Gyutaro por todas las atenciones que él le daba. No es que le desagradara su compañía, sólo que, la pobre no recibía atenciones de parte de su padre y su madre había huído hace mucho tiempo.
Gyutaro la ayudaba con muchas cosas: su apariencia de pandillero le permitía sacar a su amiga a todos los lugares de la ciudad sin miedo alguno; hace poco había sacado su permiso de conducir, así que también podría llevarla a sus mandados en su coche; conocía todas las rutas de metro y microbús, convis, etc. Inclusive la ayudaba a estudiar para sus exámenes, o le conseguía la hoja de respuestas cuando no había motivación para estudiar; le regalaba maquillaje constantemente, le echaba porras cada que tenía competencias en sus deportes. La adoptó como si fuera otra hermana para él, incluso Ume la aceptaba como igual.
Cuando ingresaron a preparatoria todo siguió igual, los tres seguían siendo mejores amigos y hasta habían anexado a otra persona en su pequeño grupo social. La vida continuaba su curso normal, ella era feliz pasando prácticamente el día completo con esos tres, de su prepa se pasaban a Coyoacán y comían algo, para después ir a casa de Tamayo, donde nunca había nadie.
Los días parecían ser normales y divertidos, con la excepción de una que otra declaración para ellos en el transcurso del día —a todos menos a Gyutaro— hasta que Tamayo empezó a asistir a clases de historia con el profesor Kyojuro Rengoku; ella antes tenía clases con otro maestro, pero se retiró y tuvieron que dividir a los estudiantes entre los demás profesores de historia. Ahí, le habló un muchacho de cabellos burdeos.

Aquí no es así «kimetsu academy x oc»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora