"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar, enredar o contraer, pero nunca romper".
_____________
꧁༻-"Donde Mordecai Heller, gatillero, exbooki...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mordecai abrió los ojos como platos por lo que estaba viendo.
Mordecai: ¿Qué...?
Solo pudo decir, pues enseguida de haber dicho eso, el aspecto de Enia empezó a cambiar, este mismo, cayendo como las hojas de los árboles.
El pelaje blanco que ella tenía, se difuminó a un tono gris y manchas de sangre seca aparecieron en todo lo que se lograba ver de la chica.
Sus ojos dorados, cambiaron a ser heterocromáticos, uno celeste y otro verde, ambos inyectados en sangre.
Su cabello blanco creció, para que luego, quedara totalmente despeinado y sus puntas se tiñeran de un tono rubio.
Su rostro, antes normal, ahora lucía demacrado, tenía el maquillaje corrido, la marca de un chorro de sangre seca corría desde su cabeza, pasaba por su cien y su mejilla, para terminar de forma borrosa en la base de su cuello.
Heller sintió que su corazón se detuvo por un momento.
Mordecai: ¿L...Lear?
Dijo con un hilo de voz.
Enia suspiró y dejó de flotar.
Enia: ... Sí. Soy yo, c-cariño.
El gato negro derramó un par de lágrimas antes de abalanzarse sobre ella, abrazándola.
Mordecai: No sabes cuánto te extrañé... No sabes la falta que me has hecho...
Susurró él contra su pecho, llorando.
Enia (Lear): Yo también te extrañé. Y te extraño. Desde allí abajo, es muy difícil subir hasta aquí.
Explicó Lear, soltando un par de lágrimas.
El de lentes se separó de ella abruptamente.
Mordecai: ¿Qué...? No me digas que...
Dijo mientras le tomaba el rostro a su amada delicadamente con ambas manos.
Lear suspiró.
Lear: Sí... Estoy en el Infierno.
Dijo viendo hacia un costado, apenada.
Mordecai estaba boquiabierto.
Sintió que en cualquier momento, se le caería la mandíbula de la impresión.
Lear: ¡P-Pero no es para t-tanto!
Exclamó al ver el rostro del contrario.
Lear: Tengo alguna que otra prima y a mis bisabuelos ahí abajo.
Mordecai: Pero... Estás en el Infierno, mi bella Flor de Primavera... ¿Cómo siquiera es eso posible?
Lear: Pues...
Rió nerviosa.
Lear: ...No te conté todo sobre mí cuando estaba viva. Tuve que cometer uno que otro Pecado y... Romper uno que otro Mandamiento cuando era más joven, simplificadamente hablando.
Mordecai: Entiendo...
La abrazó nuevamente.
Mordecai: ¿Sabes? Si pudiera, yo iría ahora mismo al Infierno a buscarte y sacarte de ahí. Me enfrentaría a Dios para que subas. Al Diablo, incluso, si es necesario. Los demandaré por enviarte a ese lugar. Les costará muy caro enfrentarse a mí.
Lear soltó una carcajada.
Lear: No es necesario, ellos son amables a pesar de que todos crean que uno es el malo y el otro es el injusto. Pero... ¿De verdad lo harías? ¿A pesar de yo ser... Digamos, un demonio por razones desconocidas?
Lo observó nerviosamente.
El gato sonrió.
Mordecai: A pesar de ser un demonio por razones desconocidas.
Lear: Awww, tú nunca cambias.
Sonrió ella.
Lear: Bueno... ¿Qué es lo que tienes que decir?
Mordecai: ¿Decir... Sobre qué?
Lear: Sobre la fille llamada Tn.
Mordecai: No sé de quién estás-
Lear: Heller.
Dijo ella seria.
El contrario bajó un poco las orejas, avergonzado.
Mordecai: No me digas por mi apellido, cielo.
Lear: Ok... Helly.
Suspiró ella, mientras que Mordecai sonrió un poco por ese antiguo apodo que ella le dió, además de Hell cuando estaba enojado.
Mordecai: ¿Si...?
Lear: Te conozco perfectamente. De pies a cabeza.
Luego de haber dicho eso, Lear se sentó en la cama, movió cuidadosamente la cabeza de Mordecai en dirección a sus piernas, terminando por hacerlo acostarse boca arriba en la cama y utilizar de almohada su regazo.
Lear: Si crees que te terminarás enamorando de ella, simplemente a ese bonito sentimiento, déjalo ser. Yo te apoyo.
Mordecai: Pero-
Lear: "Pero" nada. Tú tienes que quedarte con los vivos. Deja de preocuparte aún por los muertos. Estoy bien, después de todo.
Mordecai: ¿Estás-?
Lear: Sí, estoy segura.
Mordecai: De acuerdo...
Dijo él, inseguro de sus palabras.
Lear le acarició una mejilla.
Lear: Tú no te preocupes, cielo, sólo... Duerme...
Mordecai cerró los ojos, quedando profundamente dormido unos momentos después de haber visto por última vez, en ese momento, a su amada, y por primera vez, un hilo rojo que los conectaba.
Antes de caer en los brazos de Morfeo, un pensamiento, rápido, fugaz, apareció por su mente.
(Eso que se conecta a mi dedo meñique, es, además del hilo que me conecta con Lear... ¿...otro hilo rojo pasando por debajo de la puerta de mi habitación?)
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.