Chapter Ten

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Margaret llegó a casa con las mejillas sonrojadas, una sonrisa dulce y feliz adornando su rostro colorado.

Caius fue un caballero hoy, Marcus y Aro también. Se comportaron con una galantería que ella misma desconocía que los hombres pudieran tener. Fue estimulante por decir lo menos.

No le extraña que todas las chicas que han seducido hallan caído tan fácilmente. Margaret cree que sin duda ella misma podría ser voluntaria para ser otra más de sus conquistas.

Es joven e inexperta y ella no cree que haiga algo más emocionante que experimentar los placeres de la vida con tres hombres mayores, guapos y para colmo multimillonarios. Aunque después termine sintiendo que fue el mayor error de toda su existencia.

Abre la puerta de su casa con calma, saboreando el aire fresco de la tarde que despeinada su cabello rubio, gira la llave y agarra la manilla, la recibe en el interior de su hogar una oscuridad agobiante.

Esa misma oscuridad que siempre está presente cuando no hay nadie en casa, cuando su madre la abandona nuevamente para ocuparse de los asuntos de su trabajo. Por un segundo pensó que su madre se había marchado de nuevo a tratar con documentos importantes o en alguna reunión con señores inversionistas, pero luego lo escuchó, el sonido de alguien sollozando.

Margaret corrió preocupada hacia la sala de estar, sus zapatos sonando en el suelo de madera. Abrió la puerta de un tirón, su voz preocupada y agobiada.

¡Mamá! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

Su madre estaba en el suelo, agachada y con las manos ocultando su rostro, a su alrededor habían varias botellas de whisky, vodka, vino y demás tipos de alcohol de su reserva. Los pedazos de vidrio de los vasos que utilizó para beber estaban al otro lado de la habitación, parecía que hubiesen sido lanzados contra la pared.

Margaret... - su madre hipó con angustia, sus manos alejándose de su rostro y dejando ver su cara hinchada y ojos rojos por las lágrimas. — Ven aquí, cielo.

Margaret se acercó con pasitos nerviosos, se arrodilló junto a Marisa y la miró con cautela y preocupación a partes iguales, no se esperó que su madre la tomara por los hombros y la abrazara.

¿Te divertiste hoy? -  Marisa preguntó con voz calmada, casi dulce, sus manos acariciando el cabello de su hija, Margaret se removió incómoda entre sus brazos.

Sí... - había respondido Margaret con voz pausada y temerosa.

Ya veo. ¿Y Elizabeth la pasó bien? - volvió a preguntar Marisa.

Sí... - Margaret le dió la misma respuesta.

¿Y los señores Volturi? - Margaret se tensó nerviosa ante la mención.

Yo... No lo sé.

— ¿No lo sabes? - las leves caricias en el cabello de Margaret se detuvieron.

No pasé mucho tiempo con ellos para saberlo. - Margaret no sabía por qué tenía la necesidad de mentir, pero lo hizo.

Estás mintiéndome. - la mano sobre el cabello de Margaret se tensó un poco.

No lo hago, mamá.

— ¡Lo estás haciendo mocosa malagradecida! - su madre explotó en ira, la mano sobre su pelo rubio se cerró en un puño y tiró de su cabello dolorosamente hacia atrás, Margaret soltó un grito de dolor. — ¡Te he dado todo lo que podrías desear y me lo pagas de esta manera! ¡Mintiendo a tu madre en su propia cara!

— ¡No te estoy mintiendo mamá, lo juro! - Margaret lloriqueo, tomando la mano de su madre sobre su cabello para evitar que ejerza más dolor.

— ¡Cállate! ¡Sé que me mientes perra promiscua! - Marisa le gritó a Margaret muy cerca de su cara. — Eres una deshonra, no puedo creer que haya dado a luz a una niñata ofrecida y mentirosa. Pero sé muy bien como enderezarte al camino correcto nuevamente...

Margaret gritó cuando su Marisa levantó su mano, el dolor que le siguió al golpe que llegó a su mejilla no le dió el suficiente tiempo de sufrirlo, seguido de ese llegaron muchos más.

¡Por favor mamá! ¡Para! - Margaret suplicaba, se le escapó el aire junto a un sollozo cuando su madre le propinó una fuerte patada en el estómago.

¡Cállate! ¡Cállate! ¡Te estoy educando, te enseño a ser una buena hija que no le trata de robar los pretendientes a su madre!

Margaret siguió llorando hasta que los golpes se sintieron adormecidos por la casi pérdida de la conciencia, estaba segura de que se hiba a desmayar.

De repente los golpes pararon, Margaret levantó sus ojos y con su vista borrosa observó la expresión horrorizada de su madre.

Hay cariño. - su madre lloró — ¿Qué es lo que te he hecho?

Margaret no respondió, no tenía fuerzas para eso en absoluto. Sus ojos desenfocados finalmente se cerraron cuando lo que quedaba de conciencia se desvaneció.

¿Cómo diablos había sido capaz su madre de hacer esto?

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Margaret •|Volturi Kings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora