Prólogo

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La mañana era húmeda y fría, algodones de color gris se extendían por todo el cielo, los cristales de los automóviles se encontraban empañados, una capa completamente blanca cubría el terreno del exterior; en el vecindario de clase media, dos niños sonriendo brillantemente el uno al otro, se arrojaban pequeñas bolas heladas. Divertidos y con su batería aún cargada empezaron a correr y a deslizarse por toda la nieve. Después de todo, al ser un pequeño niño, la energía se agota a paso lento como si fuera totalmente nueva.

Los padres de ambos niños, quienes pasaban horas antes del mediodía conversando sobre cualquier anécdota sucedida en fechas atrás, salieron del hogar en busca de sus hijos para ingerir el segundo desayuno del día.

Masticaban y tragaban tranquilamente, de vez en cuando seguían intercambiando experiencias vividas o historias contadas, además, se podían escuchar las estruendosas risas de sus pequeños, aunque realmente no entendieran en su totalidad lo que decían los adultos, solo reían sin razón alguna, con una pequeña mirada de reojo eran capaces de estallar en carcajadas, porque ellos eran los mejores amigos, se llevaban de maravilla, sin peleas tontas ni rabietas de niños malcriados. Nunca en su vida pensaron en lo que se convertiría esa inocente amistad.

Pequeñas gotas de razón; ‹chanbaek›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora