Capítulo1: Jacintos

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Diluc Ragnvindr, un joven de 22 años, que a corta edad hubo heredado el negocio familiar debido al fallecimiento de su amado padre, hoy en día uno de los magnates del vino en Mondstadt, a los ojos de la gente un hombre serio y reservado siempre estaría ocupado con asuntos importantes y negocios. Dicha descripción, no es más que la superflua noción que los habitantes de Mondstadt tienen de este distinguido joven. Más allá a de las fachadas de un niño adinerado se esconde la honorable valía de su servidor por querer ser el protector anónimo de la ciudad. Por el día se dedicaría a los negocios del viñedo, sin embargo por las noches ocultaría su identidad bajo una máscara y vigilaría que todo estuviera en orden por las calles. No sólo se conformaría con salvar a una que otra damisela siendo acosada por ebrios saliendo de tabernas, ladrones de barrio que intimidarían a uno que otro transeúnte, su trabajo muchas veces podía salir de los muros de la ciudad a las afueras de esta, en donde alguna amenaza como magos del abismo campamentos de hilichurls e incluso a veces hubo cooperado, muy a su pesar, con los Caballeros de Favonius en alguna misión encubierto. Todo sea por el bien de la ciudad, se decía para sus adentros muchas veces cuando no estaba muy a gusto con el equipo de trabajo para la misión. Sería su querida amiga, Jean, la gran maestra intendente quien lo convenciera de ayudar a los Caballeros la mayoría del tiempo, el afecto que le guardaba a esta por sus largos años de amistad eran suficiente para aceptar.

Fue durante una mañana soleada en que Diluc salió del viñedo para dirigirse a la ciudad, debía ir a la taberna para recibir a un cliente que esperaba exportar licor a Liyue, solo como mera formalidad se presentaría, pues el trato ya estaba firmado y Charles, el cantinero, estaría informado y con el cargamento listo para ser entregado. Camino a su destino, Diluc, se regocijó con los cálidos rayos del sol que hacían brillar aun más su larga cabellera roja atada en una coleta baja, lo cual dejaba al descubierto las facciones de su rostro, su piel pálida y sus largas pestañas que protegían sus ojos color rubí. 

Si bien vivir fuera de la ciudad suponía un recorrido más largo para llegar a la taberna El Obsequio del Ángel, para Diluc siempre fue agradable recorrer aquel pacífico camino, le daba tiempo para mantener su mente en paz o reflexionar, los paisajes que lo rodeaban eran si duda exquisitos y propiciaban un ambiente afable. Sin embargo, algo llamó su atención, que no pudo dejar pasar. A lo lejos se divisaba una silueta, una que él conocía muy bien, un guardián de las ruinas. No tiene sentido que semejante monstruo este merodeando tan cerca de la ciudad, se dijo para sí mismo, el cargamento de licor tendría que esperar o, en su defecto, Charles se encargaría de todo, por lo que, podría ir a investigar sin tener que preocuparse por el trabajo.

Cambió, entonces, de dirección y a paso firme comenzó a correr en dirección a aquel monstruo. Aquella bestia parecía estar más cerca debido a su colosal estatura, pero le tomó diez minutos llegar corriendo a toda velocidad al lugar en que se encontraba. Para su sorpresa había otra persona en ese lugar que parecía estar huyendo del monstruo. Al llegar a unos 10 metros en donde acontecían los hechos, se oculto entre los árboles y arbustos de la zona para poder observar mientras recuperaba el aliento luego de haber corrido hasta allí, podía vigilar y decidir si su intervención era necesaria y, más aún, reunir algún tipo de información que le ayudase a descifrar porqué un guardián de las ruinas estaría tan cerca de la ciudad. 

Prontamente, en su escondite, se daría cuenta que quien estaba con el guardián parecía ser una mujer y no estaba huyendo, más bien estaba enfrentándose a aquel gigante.

Parece ser que es bastante hábil- pensó Diluc- aunque no sé si eso sea suficiente para derrotarlo, puedo ver que está bastante lastimada, algunas heridas son visibles por la sangre, no parecen ser letales, pero sin duda la deben estar molestando y enlentecen algunos de sus movimientos. Y, ¿por qué lleva una máscara?, ¿a quién le está ocultando su identidad? ¿hay más personas aquí de las que no me he percatado?- continuó observando la batalla sin intervenir- No parece tener una visión, y aún así desafía una de estas cosas, que poco juicio de su parte, debe estar muy confiada de sus habilidades o no tener cerebro.

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