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Devon escuchaba atentamente a Alice mientras le explicaba el plan que tenía en mente. Le entregó unos lentes de contacto del mismo color que los ojos del chico antes de que se volvieran rojos y le dijo que aunque al principio sería complicado, debía controlar su fuerza y velocidad.

Devon escuchó atentamente cada una de las palabras de la chica. Debía recordar fingir respirar, parpadear, no caminar con la espalda tan recta, tener cuidado con su gran fuerza y caminar lentamente.

No eran tan complicado o al menos eso pensaba Devon. Además, Alice, Emmett y Edward permanecerían afuera un rato por si las cosas se complicaban y Devon prefería marcharse. Ellos estarían para apoyarlo pase lo que pase.

El auto se detuvo frente a la casa y Devon abrió la puerta para salir mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Podía sentir el frío del aire pero él en realidad no tenía frío.

Miró a los otros tres antes de caminar hacia la casa y abrir la puerta como siempre lo hacía. El aroma de su madre y de Bella le llegó hasta la fosas nasales. Podía identificar a cada una de ellas y la necesidad de... tomar su sangre lo invadió por completo.

Llevó su mano a su boca y nariz en algún tonto intento de evitar olfatearlos pero no funcionó. Trató de concentrarse en cualquier otra cosa. No quería hacerle daño a su familia. No quería ser como su padre, que lastimaba a la gente que se supone debería amar. No quería ser de ninguna manera como él. No era un monstruo. Se negaba a pensar en ello.

Intentó suspirar, más por costumbre que por necesidad y una gran sonrisa se asomó en su rostro mientras continuó caminando pero no se detuvo a mirar donde se encontraban Bella y su madre.

—¡Estoy en casa! —anunció mientras iba escalera arriba a toda prisa.

—La cena estará lista en media hora —escuchó la voz de su madre en el piso de abajo.

—Comí antes de venir —gritó desde lo alto de las escaleras, antes de meterse a su habitación.

—De acuerdo. Entonces cenaremos Bella y yo solas. Charlie tiene trabajo hasta tarde por lo de un caso.

—Bien.

Y sin más intercambio de palabras, Devon se adentró a su habitación y se dejó caer en su cama. Sin embargo, no se sorprendió cuando Edward apareció frente a él. Devon permaneció con los ojos cerrados mientras intentaba relajarse. Su cabeza estaba dando vueltas y de alguna manera sentía náuseas. Tal vez sólo era la sensación pues estaba casi seguro de que no podía vomitar.

—Eso estuvo muy bien —le dijo Edward que sacaba algo de su bolsillo. Era el celular de Devon, a quien rápidamente se lo entregó.

—Gracias —murmuró el chico, tomando el aparato entre sus manos.

Sweater Weather ๛ Edward Cullen ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora