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Sentados en una banca de un parque cercano, Hanbin ya parecía más calmado.

Al menos ya no lloraba tan roto con antes. Lo hacía de manera silenciosa.

Pequeños sollozos causando espasmos en su cuerpo. Zhang hao a un lado suyo mirándolo triste.

── ¿De verdad no quieres ir a casa? ──le preguntó por tercera vez.

El menor negó otra vez, secando sus lagrimitas; sintiendo como tiempo después fue jalado suavemente hacia el pecho del castaño, que lo acarició y dejó un dulce beso en su cabecita.

── Perdón... No quiero ser una molestia... Pero es que... Yo no... Hyuki... ──se deshizo en lágrimas nuevamente.

Hao suspiró y lo tomó del rostro para secarle varias veces las lágrimas ya que seguían brotando de sus bonitos ojos.

── Nunca serás una molestia, y yo te entiendo. Esto no es nada fácil de asimilar... ──le acarició las mejillas.── Escucha, no tengo problemas con que te quedes conmigo, pero al menos debes decirle a tu mamá, para que no se preocupe ──

Hanbin asintió suavemente, tomando su teléfono para enviarle el mensaje a su progenitora, luego sorbió su naricita y miró al mayor.

── Gracias por cuidar de mí ──

── No tienes que agradecerme nada, Bin. Siempre estaré con los brazos abiertos para ti ──le sonrió.

El pelinegro se sonrojó un poco y se contagió brevemente de aquella expresión facial, sin embargo volvió a entristecerse debido al recuerdo fresco de la mala noticia.

── Te prometo que si dejas de llorar te daré una linda sorpresa. Sólo por favor, no estés así, piensa en lo mal que se sentiría Hyuki al ver a su dueño tan decaído... No le gustaría, además, ahora está descansando en un buen lugar, junto a otro perritos y angelitos que los cuidan mucho ──

Hanbin rió tiernamente ante aquel cuentito para niños de primaria. Se le hacía dulce que Zhang hao fuese tan delicado con él.

── Uhm... Mira, ¿quieres tomar un helado antes de ir a mi casa? ──le propuso.

Los ojitos algo rojitos del menor se iluminaron de forma breve.

── ¿De vasito? ──preguntó.

── Sí. Justo de ese. Sé que no te gusta el barquillo ──le removió los cabellos.

El tierno y lloroso chico sorbió nuevamente su naricita, recibiendo tiempo después un pañuelo que le ofreció Hao.

── Es que no me gusta porque sabe a sorbeto quemado ──hizo una muequita.

── Sí, bueno, es cierto que tiene un gustico a quemado ──se puso de pie y le extendió su mano.── ¿Vamos? ──

Hanbin sin pensarlo mucho la tomó, sintiendo la calidez que le transmitía el mayor a través de su agarre.

── ¿Qué sabor te gustaría? ──Zhang hao con tal de que el menor no se pusiese a llorar tenía planeado sacarle tema de conversación por todo el camino.

── Chicle azul ──respondió, entrelazando sus dedos con los ajenos.

Hao admiró el gesto con una mirada cariñosa y luego soltó un sonidito pensativo.

── Ahora que lo mencionas, nunca lo he probado. Creo que lo pediré esta vez, al igual que tú ──le sonrió.

── O ambos podríamos pedir sabores nuevos, y así probamos el del otro ──

El castaño sonrió, ante el ingenio del que seguía con el semblante triste, pero no tan bajoneado como antes. Al menos su charla estaba sirviendo de algo.

── Muy inteligente de tu parte. Sí, apliquemos eso, Bin ──le dio un atrevido besito en la mejilla, al más bajito que se vio obligado a reír por la sorpresa y los nervios.

Su corazoncito estaba roto por la pérdida de Hyuki pero al menos Hao lo estaba reparando con amor.
























epiphany (haobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora