𝐏𝐫ó𝐥𝐨𝐠𝐨

646 38 2
                                    

La ciudad de Daegu está dividida en dos. La ciudad central era un lugar inmenso que estaba repleto de edificios enormes, con hospedajes caros y hermosos, incluso restaurantes lujosos que servían comida en abundancia y variedades de vinos.

La gente ahí era adinerada que se vestía elegantemente, paseándose por las calles con sus sacos caros y joyas doradas, mostrando una sonrisa descarada a otros únicamente para demostrar que tenían mucho más poder, aferrándose a sus maletines y con el teléfono en la mano para contestar a sus jefes mientras iban con prisa por llegar a sus trabajos, diciendo la típica excusa de que sucedió un accidente en el transcurso.

Por la noche las calles eran iluminadas por variedades de luces, ya sean por las grandes pantallas que mostraban los anuncios de belleza, películas o marcas carísimas para promocionar sus productos, al igual que los edificios que resplandecían su luz a través de las ventanas.

Autos de lujos que salían a correr solamente para presumir el dinero invertido en ellos y el potente sonido que hacían para dejarlos boquiabiertos. Promocionando las marcas de autos que aún no habían salido a la venta para conquistar a varias chicas interesadas que volteaban la mirada con el propósito de ser llevadas para pasar la noche.

Pero a pesar de ser una zona que vivía de comodidades y riquezas, eran asaltados por los ya conocidos: "Los necesitados de las profundidades".

Era la otra parte de la ciudad dividida, siendo una zona de bajos recursos, con habitantes que apenas podían mantenerse a salvo, ya que era donde todo el caos se desataba, siendo llamado: "Los caminos bajos".

Estaba llena de gente que eran asaltantes, asesinos y comerciantes ilegales, mostrando la realidad de cómo convivían, siendo ignorados y abandonados a su suerte.

La gente ahí se mantenía alerta en todo momento. De día la gente mostraba una sonrisa de inocencia, manteniéndose alertas e inquietos al salir de sus casas.

Pero cuando la noche llegaba era un completo desorden. Tenían que tener cuidado con los callejones oscuros, que eran cubiertos por una ligera capa de humo por las calderas en algunos hogares o la basura quemada en los rincones.

Había bandos muy peligrosos con los que tenían que tener mucho cuidado, ya que hacían lo que quisieran y si los afrontabas te metías en grandes problemas. Autos oscuros que iban sigilosamente al cruzar las calles, alejándose y yendo con prisa cuando veían uno rondar por ahí para estar fuera de peligro.

La desconfianza ahí era notoria, al igual que el miedo que tenían al salir de sus casas una noche oscura y con tan poca iluminación en las calles.

Muy cerca del centro de la ciudad, un bar lujoso había reportado que dos hombres provenientes de los caminos bajos los habían asaltado y que dejaron el lugar hecho trizas al iniciar un tiroteo, siendo revisado por el detective Agust D cuando recibió una llamada de los policías de Daegu.

Era un hombre que se comprometía a su trabajo sin falta y que provenía del centro de la ciudad, llegando siempre a tiempo cuando un caso nuevo se presentaba, manteniendo un aura seria y vistiendo siempre con un traje negro, con su cabello largo recogido hacia atrás de manera presentable. Y aunque era algo demasiado notorio, tenia una ligera cicatriz en el lado derecho de sus ojos rasgados, causada por uno de los tantos casos que tenía al ser rasguñada con un cuchillo por un asaltante. O eso es lo que él decía.

Se encontraba revisando lo sucedido en el lugar, notando varias cosas costosas destruidas como los instrumentos de los músicos, los faroles de cristal totalmente hechos en pedazos en el suelo, las sillas y mesas destrozadas, y las botellas caras estando rotas que dejaban que todo el licor se deslizara por el estante hasta mojar el suelo.

| ¡𝐌𝐄 𝐄𝐍𝐀𝐌𝐎𝐑É 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐂𝐑𝐈𝐌𝐈𝐍𝐀𝐋! |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora