Y Sour cumplió la orden. De vez en cuando visitó el planeta en busca de la muchacha. Ella siempre permaneció en el teatro. Le gustaba ese lugar porque estaba cerca de las ruinas que visitaba con su madre y aunque nunca pudo recobrar por completo sus memorias, le bastaba con saber que allí pasó buenos momentos con ella y también ahí era donde, de tanto en tanto, llegaba el ángel. Él le agradaba bastante, aunque lo consideraba muy serio.
Sour disfrutaba de caminar por ahí con la muchacha. En su vida no existían las rutinas creadas por él. Todo era servir. Él lo entendía de esa forma. Ignoraba sus propias opiniones, sus gustos; todo lo que consideraba una distracción de su tarea primordial. Obviamente era imposible que no tuviera preferencias, que no pensara que en algunas ocasiones o en muchas las decisiones de su diosa eran erróneas, superficiales o demasiados subjetivas, pero todo eso tenía que desaparecer en los recovecos de su cabeza. Mas había algo que era imposible de mantener tan dormido y eso era disfrutar de algunos placeres. Eran cosas pequeñas. Nada importante. Generalmente se trataba de algunos eventos o personas que le resultaban graciosas. Lo cómico y simpático le era muy agradable y aunque miraba desde lejos siempre tenía para ello una mirada, un momento. Esa criatura, Noir, era grácil y divertida. No es que ella fuera muy cómica, simplemente lo complacía saber que existía un ser como ella que no era mortal ni dios. Noir era un ser como él que deambulaban por un limbo, pero a diferencia suya ella podía huir de todo eso. Él nunca intervino en sus pensamientos de ninguna forma. Él la acompañaba y ella incautamente se aproximaba demasiado.
Noir tenía una peculiaridad y es que prácticamente no necesitaba comer. A ella le bastaba saciar su sed para vivir. Nunca se alejaba del agua y no era raro que pasara largos periodos de tiempo sumergida en algún estanque o manantial. Sour nunca la sacaba de ahi. Esperaba sentado en la orilla a que ella se asomara y saliera empapada estrujando su cabello. El agua parecía volverla más hermosa, como a las flores.
El tiempo y su inclemente avance hicieron pasar los años rápidamente. Noir nunca manifestó interés en cumplir con la tarea de dar un fruto que siguiera su destino. Su naturaleza la fue alejando periódicamente del teatro que con el paso de las décadas se convirtió en ruinas. Pero mientras estuvo funcionando ella iba y volvía de el. Cuando fue definitivamente abandonado y el bosque se convirtió en suelo seco producto de los cambios del clima y la necesidad de las personas por madera o campo, Noir hizo de aquel sitio su hogar. Ella no necesitaba nada más que la luz de la luna y el agua.
Podía parecer una vida solitaria, mas para Noir no era así. Tampoco para Sour que solía encontrarla de pie o sentada sobre el cristal en la superficie del estanque que nunca se seco. Una noche en que la luna menguaba él apareció a espaldas de la chica cuyo cabello negro había crecido hasta alcanzar sus tobillos. Visto desde atrás parecía una cascada azabache que se derramaba por la espalda de la mujer. Ella estaba sentada viendo un punto en la nada y lo oyó llegar gracias al sonido que produjo el extremo del cetro de Sour contra la superficie de vidrio.
-Hola- le dijo Noir girando su cabeza hacia él que hizo aparecer un taburete para sentarse a su costado.
-Buenas noches- le respondió Sour haciendo desaparecer su cetro para descansar las manos en su regazo- ¿Hace cuánto estás aquí?- le preguntó viéndola con un poco de curiosidad.
-No hace mucho- respondió la muchacha volviendo su vista al frente- ¿Cómo has estado? ¿Has hecho algo interesante?
-Vi a todo este universo desaparecer y ser restaurado- contestó el ángel que regresaba de un torneo en que se decidió el futuro de los universos mediocres. Él le habló de eso con mucha naturalidad, resumiendo toda la historia en unas cuantas palabras.
-Así que mi existencia se extinguio y se restableció en un instante- reflexionó Noir con calma y casi sonríendo-No me dolió, no lo sentí... que aterrador.
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Mangata.
FanfictionEl suspiro de un sentimiento toma forma entre la luna y el agua para cautivar un corazón.