Desde pequeño, Luffy creció con la vaga creencia de que su alma gemela sería un ser extraordinario, digno de contemplar y perfecto para suplementar su propia personalidad risueña, pero ¿qué sucede cuando la fantasiosa suposición nunca se transforma...
Mucho antes de los albores de la tan atribulada Era Pirata, las almas gemelas figuran en una preciosa historia de frenesí, adoración y devoción mutua. Según la minuciosa leyenda, cada persona de este mundo posee un alma gemela, alguien destinado a ser su compañero ideal. Estas almas gemelas fueron creadas adyacentemente desde el umbral arcaico del tiempo y separadas para ser enviadas al mundo a experimentar el verdadero sentido de la vida.
Cuenta la leyenda que, aunque estas almas gemelas estén separadas por kilómetros de distancia y vivan en contextos totalmente distintos, están conectadas por un anillo insignificante. Este anillo está engranado con el corazón, ajustándose desde el nacimiento alrededor del dedo anular de la mano izquierda; nunca se rompe y siempre está presente incluso si las almas gemelas no son directamente conscientes de la existencia de la otra.
La interpretación es elemental, ya que a pesar de no poder ver la cara opuesta, el anillo dado permite a cada persona ser consciente del sentimiento que perdura en el corazón de su alma gemela. De cualquier modo, el color del anillo indica la emoción que manifiestamente preludia en el entorno actual de cada una. El azul melancólico representa la tristeza, el rojo brillante la ira, el verde esmeralda la envidia, el amarillo cálido la felicidad, el naranja confiado el orgullo, el púrpura fatídico el miedo, el marrón pantanoso la frustración, el gris impasible la neutralidad y el blanco armonioso la esperanza.
Cuando las dos almas gemelas finalmente se cruzan, el color del anillo se torna rosáceo, digno de ser descrito como el emblema mismo del amor apasionado, y cuando una de ellas muere, el anillo restaura su pigmento a uno totalmente negro, desintegrándose en su totalidad segundos después de la muerte.
Sin embargo, la leyenda también afirma que si estas almas gemelas tienen la suerte de encontrarse experimentarán una conexión instantánea y una atracción inmediata. Sabrán que han encontrado a su otra mitad y estarán destinadas a estar juntas para siempre; serán inseparables y compartirán su amor sin rencor.
A lo largo de los siglos, la leyenda se ha transmitido de generación en generación. Muchas personas creen en ella y esperan con impaciencia el día en que por fin encontrarán y disfrutarán de la absorbente compañía de su preciada alma gemela.
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Luffy es un niño totalmente ilusionado. El chico posee una imaginación colosal y una mente inventiva que le permiten soñar y fantasear magníficas escenas del más alto calibre. Le apasionan enormemente sus proyectos futuros y no hay día en que no quiera buscar nuevas posibilidades a las que aspirar. Es simplemente alguien realmente introspectivo sobre sus anhelos personales.
Puede parecer comunicativo y convenientemente ambicioso la mayor parte del tiempo, pero eso no rectifica el hecho de que Luffy es en secreto una persona asiduamente sensible que se toma las cosas demasiado en serio.
Desde que Luffy tiene memoria, no ha sido testigo de ningún atisbo de color en el tan afamado anillo que contornea su dedo anular; la imagen que le recibe cada mañana que abre los ojos y decide examinar la diminuta pieza de bisutería es una desagradable y molesta gradación oscura, exactamente igual que sus pupilas.
