ㅤ⠀ ⠀Incluso en mis sueños, apareces tú con aquella sonrisa tan encantadora que te caracteriza. Entonces siento una punzada de dolor mezclada con feliz melancolía, deseando que nuestro encuentro hubiera sido diferente. Tal vez, quiero pensar, que en...
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ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ DESDE QUE SE CONOCIERON, LUIS SERRA SIEMPRE bromeaba con un baile en una gran sala majestuosa, lleno de candelabros que daban un ambiente cálido junto bajo sus pies una tela rojiza digna de la realeza. Muy fantasioso le resultaba a Leon, pero tenía que reconocer que no estaba mal. No podía esperar nada menos del hombre que se consideraba un galán con las mujeres.
Con el tiempo fue indagando sin ser consciente en que aquello parecía ser un diminuto sueño frustrado del español. Hasta que dio en el clavo; quería bailar vals en medianoche.
Muy romántico, pensó Kennedy.
Y aún así, se dispuso a preparar toda su casa a propósito para una sola persona, alguien a quien consideraba un amigo y deseaba algo más. Si fuera por el americano, le daría hasta su alma al de nacionalidad española, así de perdidamente enamorado estaba. No obstante, sabía diferenciar a quién le convenía y quién no, y Navarro no era más que un hombre desolado con un enorme corazón.
Después de todo lo que había vivido, sin familia y la culpa arremetiendo constantemente sobre su mente, necesitaba un descanso. No, más que un descanso. Necesitaba un regalo.
Leon ya sabía que regalo hacerle.
Puso su máximo esfuerzo en que quedara hermoso, tal vez no se parecía al palacio irreal que tanto soñaba despierto el antiguo trabajador de Umbrella, pero tenía un toque encantador. Además, se notaba el cariño... y eso era lo más preciado.
Encendiendo una última vela en el mueble ─un tanto peligroso, pero qué le hacía─, suspiró aliviado. Se dedicó horas a pulir el ambiente, comprando decoraciones que en su vida volvería a usar. Por otro lado, su gusto musical era diferente al de su compañero, mas pensó que alguna canción suave para el momento sería perfecto en un baile tan delicado como lo era el vals.
Parecía que se iba a declarar a Luis.
O que le iba a pedir matrimonio a este paso.
Acomodándose el cuello de la camisa, miró la hora en su reloj de pulsera, contando mentalmente los minutos que quedaban para que su invitado especial hiciera aparición. Le tuvo que llamar por teléfono en la mañana, diciéndole que quería quedar con él en el apartamento para hablar de unas cosas, aunque prefería por la noche porque no trabajaba.
