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Encendió todas las luces y al entrar a la habitación vio todo el desastre causado.

—¡Pero qué es esto! —Se angustió al no encontrar a Bill por ningún lado—. Dios mío, ¿qué debo hacer?

Salió corriendo de ahí y quiso llamar al hotel pidiendo auxilio, pero luego escuchó ruidos fuera del búngalo, así que salió y vio en la orilla a Bill caminando sin rumbo y con la cabeza gacha, arrastrando el paso. Tom salió a su encuentro, pero Bill lo ignoró, siguió caminando dándole la espalda, Tom suspiró resignado pensando que era el Bill original, el explosivo.

Se acercó por detrás caminando desganado, sabía que podía ocasionar una pelea ahí mismo, no quería irritarlo más de lo que ya, aparentemente, se veía.

—Bill… —éste se detuvo en la arena—. Bueno, tú dijiste que desapareciera, ¿qué querías que haga? Solo buscaba algo de diversión, no fue para tanto, mira cómo dejaste la habitación y el búngalo en sí. —Silencio de parte del otro, Bill quería darse cuenta de cómo era el otro Bill, su otro lado, qué era capaz de hacer—. ¿No me dirás nada? ¿Quieres una disculpa? Siento que no te la debo, no soy de tu propiedad, está bien que me hayas traído a esta isla casi contra mi voluntad, pero soy libre. —Le tomó del brazo con algo de duda, así que Bill le dio cara, la luz de los faroles de la isla iluminaron su rostro inexpresivo—. Vamos adentro. —Bill asintió sin mirarlo a los ojos.

Ya en el búngalo, Tom le sentó en el sofá, aún no entendía por qué no hablaba ni menos por qué no le reclamaba.

—¿Cenaste?

—No —dijo serio y con la mirada perdida.

—Ya Bill, en serio que no me disculparé, quita esa cara. —Bill lo miró por un momento largo en donde Tom comenzó a angustiarse, temía lo peor, que se enojara y le diera uno de esos ataques de ira como la primera vez que lo vio en la mansión o como en la mañana en donde casi le golpea, pero Bill solo tembló y luego de segundos se lanzó en sus brazos conteniendo las ganas de llorar. Tom se quedó estático ante eso, solo trataba de adivinar si era el Bill de siempre o el que apareció alguna vez del póster.

—Cualquier cosa que te haya hecho, pido perdón —dijo angustiado cerca del cuello, buscando ser abrazado.

—Oh, Bill. —Lo apretó en sus brazos mientras el otro suplicaba como un niño…

Como un niño… Vino eso a su mente, ese no era el Bill de la mañana.

—¡Bill! ¿Eres mi Bill? El que apareció en mi habitación. —Bill se sintió descubierto y algo pasó por su mente. El Bill Kaulitz famoso, causaba serios problemas, sintió dentro de él querer arreglar todo de una buena vez, así que con el pesar de su corazón, mintió por primera vez en lo que él consideraba vida.

—No, soy el de la mañana… Me enojé mucho porque no estabas…

—Pero —enmudeció, aún le miraba fijamente, buscando saber si era el Bill tierno o el original, estaba tan confundido que sospechó—. ¿Es en serio? —Se alejó un poco pues sabía que era un calculador de primera.

—Sí, ¿qué de extraño tengo?

—Pues… todo, casi lloras ahora y… no gritas.

—¡Soy yo, maldición! —gritó y Tom frunció el ceño, no había duda.

—Sí, te creo, eres tú.

Bill sonrió, aunque por dentro se sintió algo mal, había mentido, pero quería enmendar lo que consideró su error. Vio cómo Tom se alejó de él levantándose del sofá, se tornó un tanto frío.

—¿Por qué me dejaste? —Tom le daba la espalda parado frente de él.

—Sabía que tú no saldrías conmigo, entonces vi una buena idea escapar un momento, eso era todo, no sé qué sentido tiene destrozar todo por eso, mira cómo está este lugar.

Lo dejó solo en la sala pasando de los escombros que estaban esparcidos por todo lugar.

Bill sintió dolor en el corazón.

Póster(Toll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora