Capítulo 5.

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Dulces y alcohol.

Hazen.

29 de abril de 2013.

Las platicas después de una confesión, se volvían incómodas y sobre todo sudorosas.

Nuestra relación era eso, puro sudor frío. Nicolás y yo no habíamos entablado una conversación normal después de varios días, nuestra relación o lazo -lo que sea que se sintiera entre ambos- era un caos con muchas ataduras. Nicolás y yo éramos un nudo lo suficiente atado para romperse.

¿Cómo puedes deshacer un nudo sin desgarrarlo?

Estaba consciente que lo qué le había contado no era algo habitual escuchar día a día en una plática. Nadie que conoces en pocas semanas menciona que su madre está muerta y menos que la vió morir ante sus propios ojos y aún cuando en realidad no le diste explicación alguna y en todo el camino se quedaron callados.
¡Qué me aplastará una marmota! Eran infinitas las razones por las cuales no debía de haberle contado eso. Fue un momento de debilidad. Aquel momento entraba directamente a la lista de las vivencias más incómodas en lo que llevaba con vida, quizás si contaba la experiencia a nivel mundial me darían un premio por ser: Hazen, la persona profesional con doctorado en crear momentos incómodos..., O quizás estaba siendo un poco dramática.

No encontraba una explicación mentalmente por qué no le había dicho nada al respecto y POR QUÉ le había contado aquello. Externar mis sentimientos fuera de mi mente, era algo inusual, los enterraba en el cementerio de corazones rotos, donde solo quedaban fragmentos de lo que ocurrido y vivido. Una memoria con definición de pesadilla o de alegría.

Nicolás y yo no éramos amigos.
Conocidos. Personas que en tan poco tiempo ya tenían un enredo.
Nicolás y yo éramos personas mosaico.

Las personas a nuestro alrededor, se convertían en un mosaico de todas las personas que conocían en lo largo de nuestra vida, formando fragmentos y marcandolos en su alma. Eramos pequeños pedazos de todos los que nos han marcado. Quizás Nicolás tenía cosas ya mías y yo de él.

Llevábamos poco tiempo hablando, y nuestra manera de enlazarnos había sido un caos. Yo era un caos, una enfermedad o un virus, y el nudo invisible, marcaba el inicio de una posible infección. ¿Era la cura o la enfermedad?

Los días que habían pasado, solamente lo observaba desde lejos, seguramente diría que era una acosadora pero, tenía una excusa, sentía en mi corazón que había quedado algo inconcluso aquel domingo que nos vimos -cosa que era bastante irónica, ya que el servicio social era lo inconcluso-, sin embargo, no lo observaba todos los días, solamente aquellos días de educación física. Para nuestra suerte, solamente nos tocaba la asignatura de literatura juntos, después de esa clase él se iba y entrenaba con su equipo de American football. Bastante cliché, para decir verdad. Su vida no me importaba, en lo mínimo y menos cuando la mayor parte del tiempo su novia estaba alrededor de él.

Nicolás era como una flor, con un polen tan atrayente y... su novia, era el colibrí hambriento.

Le había platicado a Amber, mi única y amable amiga, sobre ellos dos. Ella persistió en quejarse durante todo el día, declarando que en realidad Nicolás -tampoco- le caía bien y que no encontraba aquello tan atrayente que los demás veían.

- Tiene esa actitud tan - apretó las manos de la frustración-tan egocéntrica que simplemente no lo soporto. - ambos compartían todas las clases, excepto literatura. - ¡Look at them -miralos-, parecen zombies a su lado!

Hablar el inglés con Amber, era fácil, me hacía sentir más cómoda conmigo misma, en realidad Amber no le importaba nada y entre ellas mi mala pronunciación. Muy pocas cosas hacían que ella se exaltará o incluso causará un sentimiento en su cuerpo. Siempre la encontraba calmada o estudiando. Sospechaba que la validación académica era lo más importante. Las únicas clases que tenía con Nicolás y en las cuáles faltaba Amber, era literatura. Amber no era celosa con la amistad, por otro lado, andar con ella se sentía demasiado diferente a las anteriores amistades que permanecían o esfumaban en mi vida. Amber simplemente era una persona completamente diferente.

La poesía incomprendida de Hazen Toledo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora