Sol y Luna.
Hazen.
10 de mayo de 2013.
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La habitación era tan limpia que podía notar las esporas flotando en el aire; no era un cuarto normal, estaba hecho para ser un consultorio, para ser el consultorio, era de un blanco fino y opaco, algunos pilares estaban adornados del color del azul y los muebles puestos eran monocromos. No había muchos adornos más que algunos libros con portada colorida sobre emociones y el libro de "El pequeño príncipe", además de un espejo largo a lado del escritorio y una planta que no requería mucha luz, unos cuantos peluches y muchos marcadores en el escritorio principal. Lo que más sobresalía, era la ventana con cortinas de flores, que mostraba el inicio de un campo agrónomo. No sabía que sembraban, pero, conocía lo agradable que era ese olor al despertar. Cada adorno puesto en el consultorio tenía alguna relación en la psicología. No solamente eran adornos normales. Los psicólogos lo pensaban todo, era mentes maestras, que no habían sido comprendidas, y habían estudiado para poder comprender (se) a los demás.
Quitando todos los significados de los objetos insignificantes de lado, el consultorio era cálido y limpio. Tranquilo y pasivo, y tenía el aura de confort. Una vez estando presente, no había marcha atrás. Solo éramos yo, y la persona que se encontraba en frente.
— Mi nombre es Lorena Sáenz —su pelo era de color cobrizo, tenía una mirada que te hacía sentir que no podías ocultar absolutamente nada, sus ojos eran gigantes. Su piel era blanca, llevaba una vestimenta de colores chillantes que acompañaba con botines de grandes tacones y miles de lentejuelas de colores, y muchos anillos. Si estuviéramos en el universo de Harry Potter, ella sin duda sería un mago ocultándose en el mundo muggle. —¿Cómo te gusta que te llamen?
No respondí. No tenía la energía para hablarlo. No hablaba desde aquel día.
Le habían sugerido a Nina, que no podía seguir con mi actitud, y Nina, había aceptado. Ahora me encontraba acompañada de Lorena, que sería mi psicóloga, hasta que ya no lo fuera.
» Bueno, a mí me gusta que me llamen Lore, todos mis amigos me llaman así, y tú puedes hacerlo también, antes de comenzar con la sesión me gustaría aclarar que este es un lugar seguro, nadie te va a juzgar y que ya has hecho un gran cambio viniendo aquí.
— Así que dime —la pregunta se aproximaba como una nube al inicio de un diluvio—, ¿Por qué no me platicas un poco de ti? Cuéntame tu historia, Hazen.
— Las cosas no han estado yendo bien; no hay comienzo de la historia, solo hay un final.
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Pensamientos recurrentes del suicidio.
Parte I.
Los buenos días.
Cuando eres niña, lo único que ocurre en tu cabeza es pensar en el presente. ¿Qué haré hoy? ¿Con quién jugaré hoy? ¿Mis mejores amigos estarán disponibles? Tus pensamientos se alinean con tu inteligencia, queriendo que el único objetivo que tengas sea una mezcla de serotonina y quizás un poco de oxitocina, para que tus pequeñas hormonas de la felicidad y del amor, se mantengan activas. No es como si un niño, mantuviera una relación con una sustancia codependiente que pueda provocar un efecto colateral en tu cuerpo y en tu cerebro, las sustancias codependientes no deberían de estar en el sistema de un menor.
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La poesía incomprendida de Hazen Toledo ©
Roman pour AdolescentsCatarsis. 1. Entre los antiguos griegos, purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica. 2. Liberación o eliminación de los recuerdos que alteran la mente o el equilibrio nervioso...