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NARRADOR

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NARRADOR

La noche llegó y llevándose a escondidas al jovencito, Katsuki y la enfermera Lucia pusieron en marcha el shock insulínico para aliviarlo.

El joven Doctor preparó las dosis correspondientes y comenzó aplicárselas en el antebrazo. 
Una tras otra, el tiempo calculado llegó e Izuku comenzó a caer en un coma profundo.

Durante su coma, el chico fue invadido por imágenes que lo estaban haciendo recordar y es que el pobre había olvidado su identidad por culpa de su malvado tío.

Durante su coma, el chico fue invadido por imágenes que lo estaban haciendo recordar y es que el pobre había olvidado su identidad por culpa de su malvado tío

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IZUKU

Me encontraba siendo espectador de una escena que no era capaz de recordar, pero al ver el ataúd frente de mí, las lágrimas comenzaron a fluir.

—Mamá... —susurre al ver a la mujer que me había dado la vida. Su piel estaba fría, ya no emitía calor y de manera inconsolable me desate en un llanto doloroso.

Mamá había muerto a causa de su enfermedad terminal; estaba solo y desamparado en el mundo sin nadie que me tendiera la mano y es que sin mi dulce madre no sería capaz de soportar los golpes de la vida. Solo tenía 15 años y necesitaba de su amor, necesitaba de su compresión y mi más fiel confidente me había dejado a mi suerte.

—No te preocupes Izuku, no te estarás desamparado. —reconocí aquella voz de inmediato y girando para encararlo, me encontré con el desalmado tío.

Nunca había sido de su agrado, nunca se había dignado en visitar a su hermana deshauseada y entendía el motivo de su interés, ya que mi madre me había nombrado como el heredero universal de todas sus riquezas.

Sabía lo que ese hombre (que se hacía llamar mi tío) estaba buscando y en un maldito error que cometí, aprovecho la oportunidad perfecta para deshacerse de mí.

El escenario cambió y en el silencio de mi recámara, mi tío irrumpió mis aposentos en compañía de dos hombres de traje blanco. Al observarlos mejor noté que traían una camisa de fuerza y alterado por la situación comencé a retroceder.

—Es él. —declaró mi tío, señalándome para que los hombres lo supieran.

—¿Qué significa esto? —mencioné mientras me iban acorralando en un rincón de la habitación.

—Izuku, adorado sobrino, ya no finjas más, estoy preocupado por ti, así que para garantizar tu recuperación he decidido internarte en el mejor hospital psiquiátrico del país.

—Y- Yo no necesito de un psiquiatra, N-no estoy loco y lo sabes. —exprese sin dejar de caminar.

Ambos sujetos eran muy insistentes y buscaban atraparme de alguna manera.

—Has hablado solo durante 3 años, esto no puede seguir así, acepta, esta ayuda. —inquirió sin dejar de sonreír. Su trampa había funcionado y malinterpretando mis murmullos (que usualmente y como manía hacía al analizar una cosa) me tomo como un loco. 

Sin perder el tiempo, brinque por la cama, pero uno de los hombres me sostuvo de las prendas y me jaloneo para ponerme la camisa de fuerza.

—Es hora de irnos, señor. —informo el sujeto arrastrándome hacia la salida.

—¡NO! ¡SUÉLTENME! ¡NO ESTOY LOCO! ¡NO ESTOY LOCO! —vociferaba pidiéndoles clemencia.

Mi tío había sido un maldito desalmado y quería deshacerse de mí para que yo (en un estado de verdadera irracionalidad) le heredará mi fortuna.

El panorama nuevamente cambio, pero esta vez fue a una escena que recordaba a la perfección y se trataba nada más y nada menos que el día en que mi infierno comenzó. Mi ingreso en Severalls fue instantáneo y varios enfermeros me trasladaron (a la fuerza) a una habitación donde me mantendrían cautivo.

El plan de mi tío había surtido efecto, pues por su culpa yo estuve 7 años internado en aquel maldito lugar.

El plan de mi tío había surtido efecto, pues por su culpa yo estuve 7 años internado en aquel maldito lugar

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NARRADOR

Sin sobrepasar los 20 minutos, el doctor de cabellera ceniza despertó al pecosito, y abriendo lentamente los ojos, reaccionó.

—Tengo hambre —susurro Izuku siendo la primera palabra que expreso luego de su sesión.

Tenía mucha hambre, ya que no había probado bocado en dos días.

—Dele de comer, pronto. —ordenó Katsuki y rápidamente la enfermera Lucia le dió de comer. 

—Si observa algo anormal, avíseme rápidamente, estaré aquí día y noche; el próximo shock insulínico será mañana, cuento con usted. —finalizó el joven doctor saliendo del lugar.

Izuku había presentado reacciones positivas y sería constante y sumamente delicado en torno a su tratamiento, anhelaba la recuperación de su ángel, y en el lapso de dos meses lograría curarlo.

—Gracias, señor. —susurro Katsuki hincándose frente al altar que tenían en el hospital.

Lloraba de la felicidad, por que sus plegarias habían sido escuchadas. Su fe era inmensa y no se rendiría con tal de recuperar la cordura de su amado.

Continuará...

Continuará

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EL MANICOMIO - 🧡Katsudeku💚 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora