Capítulo 4

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No sabía que le ocurría, no entendía porqué con ella todo era diferente, pero de lo que sí estaba muy seguro era que athena iba a ser suya, cueste lo que cueste.

--perdóname athena, soy un bruto, no sé porqué te hablé así, - mentira, él era un mentiroso, obvio los celos lo consumieron como tronco en hoguera campestre.
Volvió a disculparse por segunda vez sin saber que más decir, miró la hora y decidió invitarla a cenar, igual ya era pasadas las horas como para regresar a la oficina a terminar la jornada.
-- vamos a comer algo, no lo hemos hecho debidamente -- habló con un asomo de sonreirle a su bella asistente, era un idiota y quería disculparse de alguna manera.

Llegaron al restaurante de su tío, obvio con la fobia a los germenes él no come en ningún otro lugar ya que su querido tío lo consiente y le tiene un lugar con todos los protocolos un tanto excéntricos que él tiene.

Athena estaba realmente nerviosa y muy emocionada, su ogro favorito la tiene casi pegada a él entrando al espectacular restaurante más cotizado y famoso de la ciudad, y en definitiva Fabrizio Lombardo es impresionante, impresionantemente quisquilloso!!!

Los meseros son muy guapos, elegantes, educados y entrenados para atender rápidamente los "gustitos" del jefe Lombardo, -- entonces tu tío es el dueño de éste precioso restaurante? - athena no pudo evitar preguntar y asombrarse por partes iguales.
-- sí, es el hermano de mí madre y él y la abuela comparten la pasión por la buena comida.

-Los comensales dentro del lugar pararon sus manos en los cubiertos para observar la preciosa mujer que acompaña al maduro magnate, y los cuchicheos se hicieron presentes cuando la mano de Fabrizio atrajo la diminuta cintura de athena hacia él, definitivamente es un maldito celoso con la espectacular mujer que lo acompaña y a la que milagrosamente no le tiene miedo a tocarla, de hecho sólo ha estado todo el camino al restaurante con ganas enormes de meterle más que la mano, ( pervertido).

Si las miradas mataran, todos en el restaurante estarían muertos, Fabrizio Lombardo es un hombre muy serio y sexy su arrogante mirada es una cosa, pero su mirada de asesino en serie es otra, y en éste momento los celos lo dominan, jamás se imaginó que podría sentir tantas inseguridades con una mujer, creer que ella su linda corderita podría sentirse atraída por otro hombre, pero que tendría de malo, a fin de cuentas ella no es nada de él.

Si realmente analiza bien la situación athena es sólo su perfecta asistente, pero?? Y sí no lo fuera? O si la intenta conquistar?
Tantas interrogantes que lo tenían totalmente distraído de lo que pasaba en la mesa, el joven y apuesto mesero no cabe de la dicha al ver a hermosa mujer.

-- que cree que hace? - le interrogó Fabrizio con la cara descompuesta al ver como athena tenía unas bebidas muy femeninas y sin ella haberlas pedido.

Resulta que mientras Fabrizio estaba en su dilema con él mismo, unos comensales extranjeros, estaban maravillados con la griega, ellos eran unos franceses muy atractivos y sin ningún problema le enviaron unas bebidas a la hermosa pelinegra, pero las acciones hablan por sí solas, Fabrizio sin poder evitarlo y sin importarle hacer un drama, se levantó furioso a devolverles las atenciones.

-- mi mujer no necesita nada de extraños, ella me tiene a mí!!! - se señaló a sí mismo, los miró con odio puro y sin más regresó a la mesa.
Athena estaba encantada ya que ella entendió claramente cuando su jefe les habló en un perfecto francés y la llamó su mujer.

Pasado un tiempo de estar a gusto con su preciosa asistente, Fabrizio no paraba de sonreirle y poner ojitos de cachorro escuchando a su athena responder muy calmada cada pregunta que el tío del magnate le hacía, ya que un rato después de haber llegado al restaurante la pareja el señor Leonel, un hombre alto y bien parecido de unos 60 años, se había unido a la mesa encantado con la hermosa mujer que acompañaba a su sobrino.

El anciano estaba muy seguro que su adorado sobrino le gustaba la espectacular mujer que lo acompañaba, de hecho era la primera vez que éste traía a un acompañante femenino a su restaurante.
Fabrizio Lombardo no llevaba a comer a ninguna de sus pocas conquistas ya que él jamás había tenido una novia a la cual presumir o con la que él se sintiera realmente a gusto, sólo eran tipas para pasar el rato, un rato de dos o tres semanas, definitivamente athena era maravillosa, era un aire fresco, puro y real para la solitaria vida del magnate.
Athena era única y estaba seguro que ella ya era suya, y no había marcha atrás.

-- athena, vamos a hablar, - dijo muy serio después de que su tío se despidiera de ellos para seguir atendiendo al resto de comensales.
-- si señor, pasa algo malo? Se siente mal? Quiere que vayamos al hospital, o la clínica? - athena entró en pánico un pánico calmado al que ella podía controlar y disimular al menos un poquito.
-- cálmate hermosa, - respondío Fabrizio maravillado con la reacción de su futura esposa, -- vamos a dejar algo muy claro, de ahora en adelante soy Fabrizio y tú athena, claros? - ella hipnotizada con su varonil voz sólo asistió obediente con la cabeza, -- vamos a tratarnos directamente como iguales, nada de jefe y empleada, en resumen y seré muy directo y honesto, - el respiro profundamente para decir las palabras más importantes y honestas de su vida...
-- tú me gustas y mucho, y te voy a empezar a cortejar, y desde éste momento serás mía corderita...

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⏰ Última actualización: Jul 09 ⏰

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