Desde Que Yo Te Vi

362 36 40
                                    

—¿De verdad no vas a confesarte?— Preguntó el pelinegro a su lado —Sólo queda un mes para la graduación y después te irás, no lo volverás a ver.

Jooyeon seguía mirando al chico de rizos naranjas como si fuera la única flor en un campo completamente vacío, tan inmerso en sus pensamientos que no prestó atención a su amigo. Llevaba toda la preparatoria enamorado de aquel chico y siempre que se quedaba mirándolo se olvidaba del mundo.

Jooyeon había entrado una semana tarde a la escuela, pues acababa de llegar a Corea; ese día además se había quedado dormido, así que llegó un poco después de que sonara el timbre para iniciar la primera clase. Iba corriendo hacia la oficina del director mientras arreglaba el uniforme arrugado por las prisas.

Después de darle ciertas indicaciones y la bienvenida a la institución, lo acompañaron a su salón, la clase ya había iniciado pero la profesora lo hizo presentarse frente a todos ya que era el único que faltaba de hacerlo.

Jooyeon se presentó, algo nervioso pero emocionado. Todos sus compañeros lo escuchaban atentamente, algunas chicas susurraban emocionadas entre ellas, un chico en especial se emocionó cuando lo escuchó decir que le gustaba tocar el bajo como hobbie, después descubrió que aquel chico tocaba la guitarra y por eso estaba emocionado.

Pero hubo un chico en específico que no prestó demasiada atención, al contrario, parecía estar concentrado mirando por la ventana. Aquel chico tenía el cabello alborotado y algo largo, al igual que un perfil bastante bonito, que llamaron su atención al instante. Desde ese momento, Jooyeon supo que estaba completamente perdido.

Habían pasado ya varios meses desde que llegó a la escuela. Desde el día uno se hizo amigo de Jiseok, el chico que tocaba la guitarra. Se llevaron bastante bien y comenzaron a practicar juntos, les gustaba hablar de la posibilidad de formar una banda en algún momento de sus vidas.

Pero además de eso, en todos esos meses, no había dejado de mirar a aquel chico de cabello desordenado cada que podía. Había notado que no le gustaba acercarse mucho a sus compañeros si no era necesario, no se veía cómodo al hacerlo.

Cuando tenía la oportunidad de verlo de cerca, le gustaba ver sus ojos. Había descubierto que tenía un lunar en uno de sus párpados y le recordaban a los ojos de un perezoso, de hecho, le quedaba bien el apodo, pues también notó que en los descansos este se la pasaba dormido.

—¡Hey Jooyeon!, vamos a almorzar, me muero de ham… ¿Jooyeon?— Jiseok lo miró por un momento y después giró los ojos y volteó hacía donde veía su amigo —¡Lee Jooyeon!— le gritó, y se puso delante de él tapando la vista del chico.

—¡Hey!

—Nada de "Hey"— dijo, poniendo las manos en su cintura. —Siempre estás ignorándome por ver a Jun, ¿no es más sencillo sólo acercarte a él y hablarle?

—¿Vamos a almorzar?— sólo le respondió eso y se levantó para ir a la cooperativa.

Jiseok sabía que no era tan sencillo para su amigo, pues cada vez que intentaba acercársele a Jun, los nervios lo invadían y lo hacían actuar como tonto; además de que el contrario casi siempre lo ignoraba, claro que no siempre era su intención, a veces sólo no lo escuchaba, pero igual se le lastimaba un poco el corazón a Jooyeon por no poder hacer nada más que eso.

—¡Joo, no vas a creer lo que pasó estos días que no viniste a clase!— Jiseok no sabía cómo iba a reaccionar pero se debía enterar —Hay un chico nuevo, bastante carismático, pero ese no es el punto. El chico se sienta en el banco a lado de Jun, y se la pasó todo el día pidiéndole ayuda con sus apuntes y preguntándole cosas, no se despega de su lado en todo el día.

Jooyeon no sabía cómo reaccionar. Algo que a él le costaba tanto hacer, lo terminó haciendo un chico del que no sabía ni su nombre en tan solo un día.

Creyó que no iba a agradarle aquel chico, pero resultó ser bastante amigable cuando se presentó. Se llamaba Seungmin, y al ver a Jun tan contento a su lado, se puso feliz por él. No sabía por qué Jun casi nunca interactuaba con sus compañeros, pero era agradable verlo convivir con alguien por gusto y no por obligación debido a algún proyecto escolar.

Aquel chico se la pasaba a su alrededor como si fuese una abeja y Jun una flor. Siempre hacía bromas para hacerlo reír y también cuidaba de él tal y como a Jooyeon le gustaría hacerlo. Era demasiado obvio que a aquel chico castaño le gustaba Jun, pero prefería no pensar en eso.

Verlo sonreír tanto esos días lo hacía sonreír también. Se había dado cuenta de que en todo el año que llevaba de conocerlo, sólo lo había visto reír una vez que derramó su refresco encima porque se tropezó mientras iba distraído viéndolo pasar.

Jooyeon observaba desde su lugar cómo ahora Jun estaba rodeado de amigos gracias a Seungmin. Se veía bastante cómodo hablando con todos, y cada que él reía, se ponían contentos. Sin lugar a dudas, Jun se veía realmente lindo cuando sonreía.

—¿Crees que si Jun supiera lo mucho que me gusta se pondría feliz?— preguntó a Jiseok, que estaba a su lado terminando unas tareas.

—¿Mmh?— El chico detuvo lo que hacía para ver a su amigo que se encontraba con la cabeza posada en su mano mientras observaba a Jun —Oh… Claro, ¿por qué no lo estaría?, si yo supiera que un corazón tan tonto está tan enamorado de mí desde hace tanto, me pondría feliz.

Jiseok lo miró un momento, esperando que dijera algo o al menos lo mirara, pero Jooyeon no lo hizo, y al no obtener respuesta alguna, siguió en lo suyo. Mientras, Jooyeon siguió mirando al dueño de su corazón, pensando en si algún día tendría el valor de confesarse.

Ya nunca lo sabrás | JooHan [T.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora