5 años

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Se escuchó un ligero golpe antes de que la puerta se abriera de forma abrupta. Tom ni siquiera tuvo que levantar la vista de los pergaminos que estaba examinando para saber quién había entrado a su despacho de esa manera tan grosera.

Su pequeño Príncipe se abrió paso en su oficina en la mansión ignorando deliberadamente a Amadeus Nott, que había saltado de su silla frente a él cuando la puerta de abrió, y se paró al lado de la silla de Tom, parado en las puntas de los pies para ver por el apoya brazos del asiento.

El Lord dejó los pergaminos en el escritorio y miró evaluadoramente al niño. Parecía estar positivamente radiante y enérgico. Tom esperaba que a nadie se le haya ocurrido darle dulces o tendrían un paseo muy desagradable con su varita. Un Draco lleno de azúcar nunca era bueno para la salud mental de Tom. Y eso es mucho decir, según Severus.

La enorme sonrisa de diminutos dientes de leche y los grandes ojos grises chispeantes en la carita del querubín rubio casi le arrancan una sonrisa afectuosa.

No hizo ningún esfuerzo por decir nada mientras esperaba pacientemente a que Draco hablara e ignoraba la fuerte incomodidad y miedo que irradiaba su mortifago aún allí. No podía irse mientras Tom no lo despachara, y Tom disfrutaba mucho de ver a estos hombres crueles retorcerse un buen rato.

—¡Papi!, — Draco rebotó en las puntas de sus pies. —¡¿A que no sabes? Tengo un novio!

Tom parpadeó y la habitación pasó de cálida a helada en cuestión de segundos. Apenas escuchó el jadeo horrorizado de Nott, mientras su mente repetía las palabras de Draco. Tengo un novio. Novio.

Su niño. Su bebé. Su príncipe, estaba diciendo... tonterías. Sí, por supuesto. Estaba diciendo puras tonterías. Porque, por supuesto, no podía estar hablando en serio. ¡Draco apenas tiene 5 años!

—Papi, ¿me escuchaste? —. Draco lo llamó, ahora agarrando la túnica de Tom, dando pequeños tirones. —Ay, está frío aquí —. Se quejó.

Eso sacó al Lord de sus histéricas ideas, con un movimiento de su mano calmó la temperatura helada a su estado original. Mirando al pequeño rubio, lo levantó, acomodándolo en su regazo e inconscientemente acomodando los cabellitos rubios sueltos.

Tratando de mantener la calma y moderar el tono duro y amenazante en su voz, preguntó; —¿Qué dijiste, príncipe?

—¡Que tengo novio! —. Exclamó emocionado, tan inocente de la tensión peligrosa en torno al hombre que lo criaba.

Tom forzó una sonrisa que causó dos impresiones diferentes: su seguidor parecía estar a punto de romperse y comenzar a sollozar allí mismo. Y, por el contrario, el bebé rubio sonrió tratando de imitar la sonrisa de Tom. Claramente sin éxito.

—Draco... — El nombre salió más como un graznido que de la forma severa que esperaba. —Tú no tienes novio. Eres un bebé, los bebés no tienen novios.

Las palabras enojadas trajeron un pequeño ceño fruncido en la frente de dicho bebé.

—Sí, papi —. Renegó terco.

Si ¿qué, Draco? —. Levantó al niño de su regazo y lo sentó en su escritorio frente a él. Sin querer arriesgarse a lastimarlo inconscientemente por su ira. —No puedes. Tienes prohibido tener novio, ¿entiendes? Prohibido. No te dejo.

—¡Sí tengo, papi! Theo dijo... —. Sin embargo, fue interrumpido.

—¿Theo? —. Preguntó, mandíbula fuertemente apretada y ojos rojos encendidos en cólera cuando desvío la mirada a su seguidor temblando en su silla. —¿Theodore Nott, príncipe?

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⏰ Última actualización: May 12, 2023 ⏰

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