01. Un Expresso Y Una Carlota De Chocolate

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Ángel.

A veces me pregunto cómo hay personas que logran romantizar su vida, ya saben quieren hacer creer que se encuentran en la cima pero su realidad es todo lo contrario, digo esto porque siempre que voy a trabajar al café veo personas de distintas edades tomándose fotos para seguro postearlo en alguna red social como Instagram o Facebook, aunque tal vez algunas pocas personas lo hagan por el recuerdo y ya, Dios, se que sueno como alguien viejo, no parezco alguien que goza de estar en sus 22 años de vida, obvio toman fotos, es un café hermoso, de hecho, se podría decir que el café "sweet royal coffee" es una de las mejores si no es que la mejor cafetería de Cartagena, es un lugar amplio, tiene gran variedad de postres e incluso tiene una zona que parece una biblioteca en la cual puedes sentarte, tomar un libro mientras bebes o comes algo de tu agrado, pero parece que ahora las personas solo vienen para tomarse un par de fotos junto con la comida que pidan, y después lo ordenan para llevar, al menos eso es lo que he podido apreciar últimamente como mesero.

Faltaba llevar 2 ultimas ordenes para que terminase mi turno, trabajo de 6 am a 10 am ya que de esta forma puedo estudiar de tarde de acuerdo al horario de la universidad, admito que fue difícil acoplarme pero después de un año todo se vuelve rutina.

Un compañero había llevado ya una de las órdenes asignadas así que después de agradecerle el gesto fui a llevar la última orden, era un expresso junto a una Carlota de chocolate, cielos que contraste, algo demasiado dulce junto a una bebida muy amarga para mí gusto, una de las pocas cosas que conservo de mi niño interior es el cariño hacia las cosas dulces, bueno, después de entregar esto, debía pasar a mi casa a almorzar y alistar mis cosas para ir directo a la universidad, gracias a que vivo cerca de la universidad me daba tiempo de dormir un poco, o se supone que así tendría que haber pasado, pero parece que a mis pies se les olvido caminar y me fui de nariz al piso, enserio, cuando le digo a la vida que quiero que me pase algo diferente, esta entiende que quiero pasar pena, por suerte el café no se derramo tanto, la Carlota quedó un poco aplastada, carajo, esto lo descontarán de mi sueldo por obvias razones, antes de pararme vi que al frente mío estaban los zapatos presuntamente de la persona que pidió la orden, se veían algo costosos, antes de levantar la vista al rostro del hombre escuche un sonido leve y al alzar la mirada me encontré con una sonrisa ladina casi imperceptible por parte de aquel tipo.

SE ESTABA BURLANDO DE MI?!

Cielos, odiaba estos tipos que se creían la gran cosa solo por llevar un traje, cuando se dio cuenta que me quedé viéndolo volvió a tener una cara inexpresiva, note que iba a decir algo pero antes de que siquiera pudiera hacerlo me levante y le dije de la manera más amable posible:

-Lamento el inconveniente, enseguida alguien vendrá a limpiar, esto corre por mi cuenta.

Juro que planeaba solo decir eso e irme pero no me podía contener, así que estando de espaldas mi boca simplemente escupió lo que quería.

-A por cierto, cuando alguien se tropieza lo ayudas, no te burlas, pero parece que te quedó grande la llamada decencia humana básica.

Después de decir eso seguí mi camino, el hombre no me detuvo, en cierta forma eso era bueno, le dije a un compañero lo sucedido y el fue a limpiar, le debo una, enserio no quiero confrontar a ese tipo, la valentía me dura en lo que digo lo que tengo que decir y después simplemente desaparece.

Al salir, casi a mitad de camino escuche una voz conocida.

-ÁNGEEEL!! OYE IMBESIL, SE QUE YA ME ESCUCHASTE. - me detengo y volteo para mirarlo, el se limita a suspirar por haber corrido lo que parece haber sido solo una cuadra, pero haciendo parecer que estaba corriendo un maratón.

El arte de ser perfectamente imperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora