Capítulo 1: La piedra

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Mi nombre es Alex García, y te voy a contar una loca, divertida, trágica historia. Comencemos hace unos 9 o 10 meses atrás, donde yo creía que tenía una vida normal, como todos los demás chicos del mundo, pero no, no todo fue así, hubo un día en específico que lo cambió todo, donde una situación, me hizo encontrar algo que no buscaba.

Era el mes de junio, hacía mucho frío, y esos días no se pasaban muy bien en las salas de clases del instituto, así que, apenas llegaba a casa me sentía feliz de poder llegar y sentir algo de calor en este frío. Pero ese día, en que todo ocurrió, fue diferente, ya que al llegar a mi casa después una semana de exámenes muy importantes, y bastantes estresantes, me encontré con mis padres y hermanos en el living de la casa, apenas entré, se sentían gritos y mucha tensión. Cuando cierro la puerta detrás de mí y ellos escuchan, se quedan en completo silencio, frunzo el ceño y me atrevo a preguntarles.

– ¿Qué está pasando? ¿Por qué están discutiendo de esa manera? – Todos me miran fijamente en silencio. – ¿Alguien piensa contestar lo que pregunté?

– Nada importante, hijo, solamente... – Papá me contesta, hasta que es interrumpido por Evaristo.

– ¡Deja de mentir y dile a Alex la verdad! – Evaristo está furioso, nunca en la vida lo había visto así, algo muy grave pasó aquí.

– No me hables en ese tono, Evaristo. Cálmate.

– No me voy a calmar, hasta que le digas la verdad, lo que tú y mamá nos han ocultado por toda la vida.

– ¿De qué verdad están hablando?

– Yo le diré la verdad – Se atrevió a decir mamá. – Ya no aguanto con esta mentira.

– Fabiola, por favor...

– Fabiola nada. Estoy harta de guardar secretos y mentiras, Rodrigo. – Mamá se da la vuelta para mirarme con unos ojos llenos de tristeza, rabia y dolor. – Alex, esto es algo que llevamos con tu papá guardándonos por mucho, mucho tiempo. Antes de que ustedes llegaran a nuestras vidas, teníamos unos amigos, que los conocimos cuando íbamos en el liceo. Pasaron los años, seguimos viéndonos, y ellos tuvieron hijos. Hasta que, una noche unos tipos entraron a su casa a robarles, y los mataron ahí mismo. Cuando llegó la policía y recorrieron toda la casa, en el segundo piso, encontraron a los tres hijos de nuestros amigos, por suerte sanos y salvos.

– ¿Y eso que tiene que...? – Cuando miro a mi papá y a mis hermanos, me doy cuenta... No, por favor no, que no sea lo que estoy pensando. – No, dime que no es lo que me estoy imaginando, mamá...

– Si, Alex. Tus hermanos y tú, son los hijos de Claudio y Paulina.

En ese momento, siento que me falta el aire, solo puedo pensar en lo que acabo de descubrir, todo este tiempo nos han ocultado que, ellos no son nuestros padres.

– ¿Me estás diciendo que, mis hermanos y yo somos adoptados, y que a nuestros papás biológicos los mataron unos ladrones, y que por toda la vida nos lo han ocultado?

– Decidimos no decirles nada hasta...

– ¿Hasta cuándo? Mamá, tengo 16 años, Evaristo tiene 17 y Clara tiene 14, creo que merecíamos saberlo ya en algún momento. Pero decidieron mantenerlo en secreto por más tiempo, y quién sabe, que nunca supiéramos.

– Si no hubiese sido porque justo iba a preguntarle algo a mamá, cuando escuché sin querer que papá le decía a ella que nadie podía saber la verdad de nuestros padres biológicos y que no debíamos saber nunca que nos adoptaron, no estaríamos hablando de esto. Ellos no querían que nos enteráramos jamás. – Dice Evaristo, mientras Clara, llora desconsoladamente en los brazos de mi hermano.

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