Capítulo 2: La visita

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Después de entrar al portal, he vuelto al bosque donde estaba antes de ir a Calixta. Esto es una locura, todavía no puedo creer que hace unas cuantas horas estaba llorando destrozado por lo que descubrí de mis padres, y luego, que encontré esta piedra que me llevó a dos mil noventa y tres. Eso significa que viajé al futuro, y encima, a otro lugar o algo así, no sé, es muy raro todo esto. Lo que sí, ahora me interesa saber de dónde proviene esta piedra, como es que tiene este poder de llevarte a otro lugar y hacerte viajar en el tiempo. Tengo mucha curiosidad en saber cómo funciona esta piedra, y por qué me lleva a ta. Me llamó la atención que acá siguiera siendo de día, veo la hora en mi celular, son las cuatro cuarenta y seis de la tarde. Es decir, que ha pasado una hora. No tiene sentido, llegué de día, luego se hizo de noche con Thiago, ahí fue cuando se encendió la piedra y me hizo volver al bosque. La única explicación es que el tiempo funciona diferente aquí que en Calixta. Aunque no sé cuando volverá a encenderse la piedra. Me quedo un rato más en el bosque, asimilando todo, lo de mis padres, lo que acaba de pasar, la piedra, el portal, la ciudad, lo del viaje en el tiempo. Thiago también me ayudó muchísimo a distraerme, fue muy buena onda al mostrarme la ciudad, es un buen chico, si, no lo conozco lo suficiente, pero, se ve que es bueno. Estuvimos comiendo helado, el de Chocolate y yo de Vainilla, paseamos por los lugares más visitados, estuvimos en un parque muy lindo conversando y riendo. Bueno, volviendo al presente, decido ir a casa de un amigo, no está tan lejos del bosque, así que veinte minutos más tarde llego a su casa, abre la puerta y sonríe cuando me ve.

– ¡Alex! ¿Cómo estás? – Se acerca a mi y me abraza fuertemente, al punto que casi ni me deja respirar.

– Teo, me vas a matar – Le digo casi sin oxígeno, pero justo ahí me suelta.

– Perdón, tenía tiempo sin verte. – Dice con cara de cachorro arrepentido, le sonrío porque se ve tierno con esa cara que puso, llevaba dos semanas sin verlo, tampoco es como si hubieran pasado veinte años, pero es mi mejor amigo, nos juntábamos casi todos los días, pero por tema de estudios y así, no hemos podido quedar para vernos. – ¿Qué cuentas?

– Uh, tengo muchas cosas que contarte, no me vas a creer. – Se mueve un poco para dejarme entrar a su casa.

– Cuéntamelo todo. – Ambos nos sentamos en un sofá largo que hay en el living de la casa.

– Bueno, Teo. Esto no es fácil de contar, es algo muy delicado. – Tras decirle esto, el frunce el ceño y se acerca un poco más a mí, y pone su mano en mi hombro.

– Alex, no me asustes.

– No, no. Tranquilo. – En este momento siento un nudo en la garganta, no puedo hablar, y me cuesta un poco respirar. Pero respiro profundo y procedo a contarle. – Bueno, la cosa que esta tarde, cuando llegué a casa, estaban discutiendo, apenas me vieron se quedaron callados, cuando les pregunté qué ocurría, pues... me contaron...

– Te contaron... – Hizo un gesto para que siguiera contando, porque me quedé callado, pero mis ojos amenazan con salir lágrimas, permito liberar algunas. Teo me ha visto llorar muy pocas veces en la vida, desde pequeños siempre ha estado para mí, en las buenas y en las malas, al igual que yo he estado ahí para él.

– Me contaron que... soy adoptado. – Cuando le revelo la razón por la que estoy llorando, el me mira con los ojos abiertos y la boca en <<O>>. – Los que toda mi vida creí que eran mis padres, pues, no lo eran, ni lo son.

– Ay, Alex, no lo puedo creer. – Tras decirme esto me da un abrazo, y ahí en sus brazos me pongo a llorar desconsoladamente, y lo abrazo más fuerte aún, de alguna forma sus abrazos me hacen sentir mucho mejor, es muy reconfortante. – Sabes que me tienes, no estás solo, Alex.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2023 ⏰

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