CAPITULO 16

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Muchas cosas han pasado.

La vieja cabaña polvorienta no ha sido visitada más que para quitarle el polvo al viejo y mullido colchón. No puede decir que le desagrada la atención del lobo, al menos no tanto como antes.

Todos los días lo acompaña a recojer almas y de paso recorren pueblos o lugares a los que Gato nunca imaginó ir, se le había hecho costumbre subirse a sus hombros mientras observaba a la muerte hacer su trabajo y de vez en cuando disfrutar del viento en su pelaje cuando corría o volaba para desplazarse. Después de bastantes horas haciendo trabajo celestial regresaban a la cabaña a curar el estrés del día, no era todos los días pero si se había vuelto recurrente, Gato pasaba gran parte de sus días adolorido pero desde que descubrió esa calidez y satisfacción al tener algo que llenara por completo su interior no había vuelto a quejarse.

Si bien es verdad que dolía era increíble cuando todo terminaba y solo quedaba ese nudo dentro de él, pero también el proceso era algo que disfrutaba mucho. Todas sus vidas al estar con gatas siempre due él quién sostenía a la dama y se aseguraba de hacerla sentir bien, ahora era divertido y relajante solo esperar a que lo complaciera a él. No podría decir si disfrutaba más hacerlo con gatas a hacerlo con este macho, es algo difícil, pero lo que sí puede decir es que le ha tomado el gusto.

También le parece interesante el trabajo del lobo, ya no le asusta como antes sino que ahora le resulta fascinante. Ha descubierto el modo tan eficiente que utiliza Death para la hora de llevarse un alma.

La mayoría de veces solo basta con tocar a la persona con una de sus garras, esto le provoca a la persona infartos, derrames cerebrales o muerte súbita.

Hay veces en las que la muerte es tan espantosa que no tiene que mover ni un dedo y solo debe guiar el alma al más allá.

Otras veces toca a las personas con la punta de su Oz en vez de la garra.

Y hay ocasiones en las que es él mismo quien termina la vida, usando sus hoces para desgarrar y matar.

Esa última la aplicó cuando lo salvó en aquel callejón, el día que se lo llevó lejos de Kitty y Perrito. A aprendido que Death solo usa sus hoces cuando creé conveniente hacerlo y que el individuo a eliminar lo merece, eso le resulta también interesante.

Le gusta ver a Death practicando con sus hoces, le recuerda a él cuando se aburría y practicaba con su espada. Hablando de eso, hace pocos días Death le regaló una espada, es parecida a la que tenía antes y eso le agrada.

– ¡Temed me, si os atreveís!– dijo empuñando su nueva espada.

De un solo tajo plasmó una "P" en el árbol más cercano.

– No lo haces mal– dijo Death afilando su Oz.

Gato notó lo brillante que era esa arma y las marcas que tenía, indicaban sus ocho muertes y las veces que él lobo estuvo observándolo desde siempre.

– ¿Un duelo?– sugirió.

El lobo lo miró desafiante al escuchar su propuesta, se levantó dejando ver la enorme diferencia de tamaños y se puso en posición de pelea.

– Anda Gatito, demuestra me lo que tienes –

Una pequeña batalla comenzó, Gato usaba su innata agilidad y flexibilidad a su favor para esquivar los ataques del lobo, mientras que Death se aprovechaba de su ventaja en tamaño para lanzar sus armas y rozar por milímetros el pelaje naranja del felino. Era divertido para ellos luchar, son machos con un enorme ego después de todo.

Pero en medio de su lucha un ensordecedor grito se escuchó, ambos pararon y vieron como de la profundidad del bosque una chica corría despavorida mientras era perseguida por unos bandoleros que intentaban aprovecharse de ella. Gato miró la escena con preocupación mientras que Death no se inmutó en absoluto.

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