Karma {JULIÁN ÁLVAREZ CENTRIC}

CAPÍTULO UNO: El que avisa no traiciona

Este claramente no es el día de Erling.

Todo empezó con el ascensor descomponiéndose, haciendo que tenga que bajar 7 pisos por escaleras, para después desayunarse en el garage del edificio con que una de las ruedas de su auto estaba pinchada, cambiando todos los planes en el momento y teniéndose que tomar un taxi junto a su pareja que, dada la hora de la mañana, los demoró a ambos para llegar a sus respectivos trabajos. Y si el noruego en proceso de nacionalización argentina pensó que nada podía ser peor, se encontró con su consultorio explotado del doble de gente de la que usualmente va (porque se acerca el invierno y por supuesto que la gente mayor tiende a ir en manada porque quieren saber como andan de presión y demás).

Y eso lo lleva al ahora, llegando a su hogar después una jornada laboral que no le dió tiempo de siquiera comer (tomó unos mates fríos que la secretaria de la clínica le compartió mientras se tomaba 5 minutos para ir al baño y mandarle un whatsapp a su novio diciéndole que si había llegado a cocinar algo para el almuerzo le guardara un poco arriba de la mesada), se encuentre con una alegría al ver que el ascensor anda de vuelta y no tiene que subir todas esas escaleras. Saluda al casero y mientras espera que baje el artefacto llama a su mecánico para preguntarle cuándo puede venir a cambiarle la rueda (su novio siempre lo carga por no saber hacerlo, y él le responde que si tanto le molesta que lo haga él, y eso lleva a que el argentino le frunza el ceño como nene caprichoso y no le hable por el resto del día hasta que el rubio cae rendido ante sus pies nuevamente y arreglan todo con sexo de reconciliación).
Una vez que se mete en el ascensor y las puertas se cierran, mientras espera llegar a su piso se mira en el espero para ver si su pelo es un desastre y mientras hace eso ve los cárteles que sus "vecinos" cuelgan, sea una indirecta o una advertencia. Y mientras los lee nota que hay uno nuevo en el costado derecho abajo del espejo.

Estimado vecino del 7°E:
Deje de gruñir tanto cuando hace el amor, yo estuve con su novio y no es para tanto.

Al principio Erling deja salir una risa fuerte al leerlo, pensando en qué tipo de persona puede hacer semejante cosa y pobre del guampudo que se entera de esta manera que le metieron los cuernos; y mira en su celular Instagram un segundo hasta que se para en seco y piensa:

'Yo vivo en el 7°E'

Erling vuelve a levantar la mirada hacia el cártel con los ojos abiertos como platos y lo vuelve a leer una, y otra y otra y otra vez sin poder creer que diga eso.

'¿Hace cuanto que está ahí pegado? Si ayer lo usé para sacar la basura a la noche y no estaba. ¿Acaso lo pegaron hoy a la mañana? Imposible, si no andaba. Entonces lo debió haber hecho ahora. Pero, ¿hace cuanto que anda el ascensor? ¿¡Cuanta más gente lo leyó!?'

La mente de Erling iba a 400 km/hora; y la verdad que nadie lo culpa: ¿Cómo más reaccionaría si te enterás de esta manera que vos SOS el cornudo?. Cuando el ascensor se abre en su piso, él arranca el cártel del espejo y sale prácticamente disparado hasta su departamento. Abre la puerta y pega un portazo cuando la cierra detrás suyo.
Julián su novio y el amor de su vida aunque ahora esté caliente como el asfalto en verano de lo enojado que está con él, está sentado en el sofá del living con su computadora sobre el regazo y un montón de papeles arriba de la mesa ratona de roble, el televisor prendido en un capítulo random de la Ley y Orden sirviendole de ruido de fondo. Cuando escucha la puerta cerrarse de manera tan violenta voltea la mirada y le sonríe a él todavía parado en la entrada de su hogar.

"¡Hey! ¡Llegaste! ¿Cómo te fue hoy en el laburo?"

"¿Vos me engañaste, Julián?"

La mirada del argentino cambia repentinamente de una de felicidad a una de total incredulidad, como si la pregunta que le acabara de hacer fuese un tema de lo más traido de los pelos posible.