capitulo 1: Recuerdos

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Phenix era una chica normal, o bueno, normal dentro de lo que cabe tomando en cuenta que vive en el bosque Gardenia, en el reino de Armonía. 

El mundo de phenix es lo que se dice "fantástico, básicamente un sueño hecho realidad en donde criaturas que solo viven en nuestra imaginación cobran vida. Desde duendes, elfos y Centauros hasta sirenas, unicornios e incluso dragones. 

Pero al menos para mi, lo mejor de todo era el simple hecho de que los animales hablaban.

Pero no por todo esto, significa que este mundo fuese perfecto, pues aquí también existe el mal y criaturas, criaturas que se esconden en la oscuridad y instauran el terror en sus habitantes. 

Habiendo aclarado este punto, continuaremos con la historia de nuestra heroína, phenix:

Ella era una chica baja, demasiado para su edad. Tenía la piel blanca. Su pelo largo era de un rojo anaranjado tan intenso que a la lejanía se confundía con llamas. A causa de esto, la llamaron Phenix, en honor a las místicas aves de fuego que vivían en la zonas más peligrosas del bosque, en la cima de los árboles más altos.

Ella vivía en una cabaña cerca del río con su madre y su gata Amatista.

También tenía una abuela, Tesa, la cual vivía del otro lado del bosque. Phenix y su madre siempre le insistían para que se fuera a vivir con ellas, así no estaría sola y sería más seguro para ella, pues era una anciana ya bastante mayor, pero ella no quería, no quería abandonar su casa en la cual había crecido y le traía tantos recuerdos, así que se negaba a irse. 

Mientras tanto, Phenix y su madre no se querían ir con ella, pues en su casa tenían su propio huerto, al lado tenían un río con agua accesible y además, podían cazar peces así que podían llevar un modo de vida más sencillo en donde vivían. Además, su madre no podía abandonar su trabajo como enfermera en el bosque, pues los ataques de criaturas oscuras eran cada vez más comunes y muchos habitantes del bosque terminaban heridos. Pero la madre de phenix cultivaba hierbas mágicas en su huerto que ayudaban con el dolor y curación de heridas. Era algo muy importante y de lo que ella se sentía orgullosa.

Una mañana, en un día fresco y soleado su madre le pide a Phenix que lleve unos víveres y unas medicinas a su abuela, no sin antes recordarle ponerse su capa por seguridad y guardar todo en una canasta. 

Phenix quería ir a jugar con sus amigas del pueblo, así que salió apresurada de la casa, no sin antes ponerse su bonita capa roja que combinaba con su cabello. 

Pero lo fascinante de esta capa no estaba en su bonito color, sino en que no era una capa común, era una capa de invisibilidad, la cual, si te pones la capucha esta se cierra e inmediatamente te hace invisible junto con ella.

El camino a la casa de la abuela fue tranquilo. Algunas ardillas jugueteaban en los árboles, los conejos entraban a sus madrigueras, el viento soplaba y las hojas caían de los árboles con suavidad. 

Lo único que se escuchaba era el susurro del viento, algunas aves a la lejanía y... unos pasos? Phenix creyó escuchar unos pasos cerca, se giro sin temor ¿pues que había que temer? Esa parte del bosque era tranquila, a pesar de que habían peligros, en esa parte no habían, mucho menos en ese camino al que ya estaba acostumbrada. 

Al girarse, no había nada, así que simplemente concluyó que había sido su imaginación. 

Siguió caminando con tranquilidad disfrutando del bonito paisaje que la rodeaba, pero luego, volvió a escuchar los pasos y esta vez, estaba segura de que no había sido su imaginación. 

Se giró con rapidez, para así no dar tiempo a lo que fuera que la estuviese siguiendo a esconderse,y al hacerlo y ver esos feroces ojos azules clavados en ella, quedó totalmente petrificada del horror. 

De pronto recuerdos olvidados, imágenes fugases de llamas y la voz de su padre gritando vinieron a su mente. Memorias de una niña de 3 años vinieron a ella y fue como si de pronto, lo fuese otra vez... se sentía pequeña, muy pequeña e incapaz de defenderse.

Sintió como su corazón se aceleraba, sin embargo, su respiración seguía igual de lenta.  No supo cómo reaccionar, simplemente estaba en un shock total y no sabía si quedarse quieta o salir huyendo.

Lo único que supo en aquel instante era que corría peligro, pues frente a ella estaba Xylon, uno de los más nefastos asesinos y criaturas malvadas que se conocían en todo armonía. 

A pesar del temor que le recorría cada vena a phenix, xylon se acercó de la forma más tranquila. Caminaba en dos patas (un poco cojo), movía su larga cola hacia los lados de modo que barría las hojas por donde pasaba y tenía una expresión de arrogancia, que combinaba perfectamente con el traje de corbata que llevaba puesto, fácilmente se lo hubiese confundido con un galante abogado, o un exitoso empresario. 

Pero Phenix no, ella sabía quien era y para ella era imposible olvidarse de esos ojos azules que en algún momento destruyeron su mundo, a pesar de su corta edad en ese entonces.  

La niña del cabello en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora