Capítulo 6: Fuerzas de salvación

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Una semana después...

Los pequeños niños aún seguían viviendo sus vidas en Lenares, aquella ciudad tiránica. En la zona fantasma, debajo del puente se encontraba Selz, mirando la puesta de sol, mientras la brisa del mar acariciaba su piel, a lo lejos se escuchaban como las olas rompían lentamente. Su rostro era algo triste, en su interior sentía que nunca más podría volver a sentir esa sensación, paz... Ya que esa misma noche pretendía huir de una vez por todas de aquella diabólica ciudad. Lo había planeado toda la noche con Maíllo y Elis.

La noche de antes

- Así es como huiremos...-Dijo Selz con una gran sonrisa.

Maíllo asintió con la cabeza a la luz de la luna, mientras que Elis menospreció a Selz.

- Eso es una estupidez...

- Tú que sabrás...-Contestó el joven.

- Maldito niño ciego... solo sabes soñar estupideces. La puerta Sur va estar bien vigilada, al igual que todas las puertas, por lo tanto las puertas son la muerte.

- Tú eres la estúpida.

- Yo no te he llamado estúpido.-Comentó con retintín Elis.

- ¿Entonces qué propones? Oh... gran maestra de la inteligencia...- Mostró un tono irónico Selz.

- Pues no lo sé...

- Entonces las puertas son la mejor idea.

- ¡No lo son!

- ¿Saltamos las murallas?-Propuso Selz

Los dos siguieron discutiendo, Elis gritaba que Selz tan solo era un soñador ciego que pensaba que la vida era de color de rosa, mientras que su rival seguía proponiendo ideas aún más absurdas, para molestar a Elis. Maíllo miró al mar y lo señaló con la mano, los amigos irritados, le gritaron diciendo que dejase de señalar como un estúpido. Los dos se callaron, se miraron, a continuación observaron a Maillo y por último se volvieron a mirar.

- Puede funcionar...-Dijeron Elis y Selz.

Los tres amigos asintieron con la cabeza y juntaron sus manos.

- Escaparemos juntos y volveremos juntos...-Exclamaron los tres mirándose unos a otros.

Presente

Selz cogió sus cosas y se dispuso a marcharse despidiéndose de su hogar, una vez más.

- ¡¡Vamos!!-Gritó Elis desde las escaleras con una mochila a sus espaldas.

Selz se iba a marchar cuando Arick le detuvo. Le puso las manos sobre los hombros y con una sonrisa en la cara, como si la de un padre se tratase cuando se despide de sus hijos al dejar el nido.

- Ya te marchas...

- Sí...-Respondió Selz mirando al suelo.

- No estés triste, yo me las arreglaré aquí, llevo haciéndolo desde hace mucho, además creo que ahora que os marcháis será todo más sencillo.

Selz alzó su rostro y vio como Arick sonreía. Selz en su corazón sabía que siempre podría contar con él, ya que fue como su hermano mayor.

- Volveré algún día, lo juro.

- Eso espero...

Arick puso una de las manos en la cabeza de Selz y le dio unas cuantas palmaditas reconfortantes, a continuación se marchó dentro de la tienda mientras se despedía de él con la mano alzada.

El romance de los siete reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora