El barrio rojo de Sokovia es un elefante rosa parado en la esquina de una habitación, todos lo pueden ver, pero nadie dirá que está ahí.
Prostitución, alcohol, asaltos y drogas eran solo algunas de las tantas “atracciones” que podrías encontrarte al caminar por allí. Pero hoy la razón que tenía a gente reunida era otra: un joven, aparentemente desmayado que pasaría por muerto, si no se le notara su débil respirar, se encontraba tirado boca arriba, entre la acera y la calle, con la ropa desarreglada y algunas manchas de sangre cubriendo su rostro. La escena debería causar lástima o preocupación, pero la morbosidad de las personas puede más, sobre todo porque no es cualquier persona, es el hijo del Barón.
“¿Ese es el futuro Barón?”
“Qué vergüenza.”
“Siempre supe que era un retorcido.” “No creo que sea casualidad que se encuentre junto a un lugar de Sodomitas.”
“Me niego a creer que sea el sucesor del intachable Heinrich Zemo.”
“Estas cosas pasan cuando no hay una madre criando.”Esas fueron algunas de las cosas que Helmut alcanzó a escuchar con claridad, pues no estaba inconsciente como parecía, pero tampoco tenía la fuerza para moverse ni la voluntad para pararse y ser observado por la multitud, misma que se disipó cuando el sonido de la ambulancia y la policía llegando los alertó.
Durante el camino y en la clínica tuvo que hacerse el profundamente dormido para evitar preguntas incómodas de la policía. Ya tendría suficiente con el sermón que le tendría preparado su padre cuando lo viniera a buscar. Y hablando de su padre… Podía escucharlo, acercarse por el pasillo, en cualquier momento cruzaría la puerta.
La puerta se abrió de golpe, entro un señor de pelo castaño con ondas, ojos azul tormenta y piel pálida cubierta por algunas pecas. Dejo a los guardaespaldas fuera y cerró la puerta.
Comenzó a hablar mientras caminaba en dirección a su hijo.
—¿Es que no te cansas de avergonzarme?, ¿Tanto te cuesta pensar en tu familia?, ¿No tienes el mínimo de decencia acaso? Tu madre debe estar revolcándose en su tumba— Se detuvo frente a la camilla y se apretó ligeramente el puente de la nariz — El equipo evitó noticias desastrosas. Hoy por la mañana todos sabrán que te secuestraron.
—Papá, pero yo…
—¡Pero nada!, fuiste secuestrado y llevado a aquel lugar. No hay más que discutir. Y no quiero saber nada sobre lo de anoche, porque sé lo que hacías. Ya me dijeron exactamente dónde te encontraron.
—No entré a ese club.— Dijo con un hilo de voz.
—Claro, tú nunca haces nada. Estabas en el barrio rojo. Prefería mil veces que fueras un drogadicto que un maldito sodomita desviado. Pero voy a arreglar esto de raíz, Sokovia no será tu hogar hasta que sea momento de la sucesión de Baronía.
Sabía que hablar lo mínimo era lo indicado cuando Heinrich estaba así de explosivo —¿Dónde?
—Ya lo verás, pero será lejos de Sokovia, muy lejos. Ahora levántate de una vez y comienza a caminar que tus piernas no están rotas.
“Rotas no, pero me cuesta sentirlas”, pensó mientras se paraba con dificultad.
Caminar hasta la limusina fue una odisea debido a los reporteros que se encontraban esperando, quiénes al verlo le dificultaron el avanzar mientras le preguntaban de todo, Heinrich los calmó diciéndoles que en la mañana su hijo declararía sobre lo sucedido, ya que no estaba en condiciones óptimas en aquel momento.
Desgraciadamente, Helmut se dio cuenta unos segundos después, cuando posó su trasero sobre el asiento, que lo peor no fue cruzar el mar de periodistas: lo peor sería irse sentado el resto del camino.
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Club Hydra
FanfictionHelmut intenta por todos los medios ser perfecto, pues su futura baronía así lo exige. Pero destacar en todo lo académico y extracurricular no es suficiente cuando se tiene cierta "desviación", o así podrían llamar a lo que hace en aquellos lugares...