Lejano pasado

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El sonido del aceite tocando un sartén caliente resonaba en el lugar. Una versión de Goku de tan solo cinco años, era el encargado mirar atentamente como en ese sartén un par de huevos revueltos eran preparados.

-¡Ay!- Exclamó con dolor al sentir como un poco del aceite caliente saltaba y caía en su brazo.- Debo tener cuidado...

Unos cuantos minutos después, el niño había terminado; él se dirigía a la habitación de su madre con un plato, el cual tenía dos huevos y unos trozos de tocino, mientras que en su otra mano llevaba un vaso con jugo de naranja.

Continuó caminado con cuidado para no tirar lo que cargaba consigo. Cuando la puerta ya estaba frente a él, puso el plato en un pequeño buró de madera al tener sus dos manos ocupada, de otra forma no podría abrir la puerta, al menos no sin que se le cayera la comida.

Una vez entró a la habitación, fue recibido por la voz de una mujer— Son Gine, la madre de Goku. Aunque ya estaban por ser las nueve de la mañana, ella seguía sin levantarse de su cama.

-Goku, ¿no deberías estar en la escuela?- Habló la mujer mientras tocia varias veces.- Sé que no puedo llevarte en este estado, pero esta a solo unos metros y pensé que podrías caminar por tu cuenta... aunque no sé en qué clase de madre me convertiría hacer algo así.

-Pero tú has faltado antes al trabajo para cuidarme, creí que lo normal sería que yo también faltara a la escuela para cuidarte.- Respondió Goku con una sonrisa en su rostro, aquella expresión y tono de voz era uno que solo un niño podría tener.- Soy el único aquí, así que solo yo puedo cuidarte.

Tras las palabras de su hijo, la mujer se sintió lo suficientemente conmovida como para llegar a pensar por un momento que unas lágrimas podrían comenzar a brotar de sus ojos. No solo era el aprecio de su hijo lo que le hacía feliz, sino también saber que aún había alguien a su lado.

-Aún así no está bien faltar, aunque supongo que es mi culpa por no haberte llevado.- Mientras decía eso, la mujer pasaba su mano cariñosamente por el cabello de su hijo, hasta que se detuvo al centrar su atención en lo que Goku llevaba en sus manos.

Ella mostró una expresión de sorpresa, la cual fue rápidamente sustituido por una sonrisa, como la que antes había mostrado.

-¿Es eso para mí? ¿De verdad lo hiciste tú?- Preguntó mirando el plato de comida, pero una vez más su expresión cambió, ahora a una de preocupación.- ¿Lo hiciste sin ayuda? Eso es peligroso, pudiste haberte lastimado, incluso pudiste quemar la casa.

-Lo siento... pero necesitas comer para sentirte mejor y no me pasó nada, ¿lo ves?- Goku dio una vuelta para mostrar que no había ninguna herida en él.

-Supongo que no estaría bien despreciar tu esfuerzo y desperdiciar la comida que hiciste, pero no vuelvas a hacerlo.- Le regañó la mujer con seriedad, pero aún así, Goku no parecía asustado por ello.

Por una tercera vez, la sonrisa de su madre apareció tras dar el primer bocado; la sonrisa de Goku se agrandó por ello y aunque muchas veces ya había experimentado la felicidad a lo largo de su vida, esa vez se sintió completamente diferente a las veces anteriores.

Esa felicidad en la cara de su madre se extendía hasta Goku, el niño no comprendía si ella era la única que podía provocar algo así o siempre que lograra hacer feliz a alguien también llegaría a él. De lo único que estaba seguro era de que era una sensación que quería experimentar nuevamente.

Días después, en el camino de regreso a casa después de un largo día de clases; Goku caminaba con entusiasmo siendo sostenido de la mano por su madre.

-¿Aún no haces la comida?- Preguntó el niño con curiosidad.

La mujer dio una pequeña risa antes de negar con la cabeza y hablar.

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