CAPÍTULO CINCO
—¿𝗢tra vez por aquí? ¿A qué se debe su visita de hoy, señor Morow? —preguntó Amelia, cansada de tener que lidiar con aquel extravagante hombre de cabello carmesí que se había hecho ya un habitual en las últimas semanas.
—Tengo cita con la señorita t/n.
Amelia frunció el ceño, revisando los papeles donde se registraban las citas previas y los pacientes que debía atender cada empleado de la enfermería.
—Me temo que se equivoca, señor Morow. En efecto tiene cita, pero no con la señorita t/n. Seré yo misma la encargada de atenderle, el cuadrante lo deja bien claro —explicó Amelia en tono triunfal, decidida a hacer todo lo posible para espantar a Hisoka de aquella clínica para siempre.
Estaba harta de tenerlo merodeando por allí cada maldito día, no le daba buenas vibraciones y le aterrorizaba casi tanto como a los demás pacientes que coincidían con él en la sala de espera y temblaban ante su incómoda presencia. No le hacía bien a nadie. Sabía que él no acudía a la consulta por verdaderos problemas de salud y eso la molestaba enormemente. Hisoka era muy descarado y sólo iba por allí cuando sabía que era tu turno, inventando todos los síntomas, dolores y lesiones que se le pasaban por la cabeza sólo para tratar de ser atendido por ti. No podía consentir que este personaje tan desagradable continuase con su farsa haciendo perder un tiempo tan valioso y necesario en ayudar a quienes sí lo necesitaban realmente.
Al unísono con sus palabras, la pequeña aura de la jefa de enfermeras se tornó hostil y amenazante, pero no era lo suficientemente poderosa como para surtir efecto disuasorio en Hisoka, más bien le causó gracia y le divirtió infinitamente el hecho de que la mujer tuviese la convicción y el valor de tratar de intimidarlo. Para él era algo así como una especie de cachorrito adorable tratando de ser feroz.
—¿En serio? Déjeme ver —solicitó Hisoka tomando la carpeta de Amelia entre sus manos, revisando las páginas y comprobando que lo que le decía la veterana mujer era cierto. Pero eso no significaba nada. Su textura engañosa modificó el texto a su antojo, señalándole a la confusa mujer su error.
—No sé qué clase de truco has usado, pero sé muy bien lo que ponía ahí. ¡No puedes engañarme, mago de pacotilla!
Hisoka la miró con incipiente sed de sangre en sus ojos color ámbar, sin borrar la cautivadora sonrisa que adornaba su rostro en ningún momento. Una risa siniestra abandonó su pecho e hizo estremecer a Amelia. Hisoka se relamió los labios y justo en el instante en que se disponía a usar una de sus cartas con ella, apareciste tú, haciendo que el aura asesina de Hisoka desapareciera repentinamente y toda su atención se centrara inmediatamente en ti. Pasó seductoramente lento frente a Amelia, moviendo sus caderas como si se tratara de una pasarela, y al llegar a su altura le dijo:
—Seguiremos jugando después, odio dejar las cosas a medias.
Gracias por leer <3
⸻ℐrisෆ