TW: Mención de la muerte de un personaje principal, relaciones sexuales sin protección.
Aclaración: El personaje "(T/N)" no eres literalmente tú, sólo estás imaginado que lo eres (en el caso de que quieras seguir este juego). Entiende que existe la posibilidad de que no estés de acuerdo con sus acciones.
★♥✦❣
El cielo lucía gris y el ambiente cada vez se ponía más helado en Ambarino. La pobre mula que te llevaba había sucumbido ante el hambre y el cansancio y tuviste que darle la eutanasia para no darle más sufrimiento. Lo que te obligó a emprender el resto del camino a pie.
Tenías que llegar a Blackwater donde estaban esperándote, pero el cielo se veía cada vez más inestable y pronto otra violenta nevada caería en la zona, lo que te preocupaba mucho porque no contabas con tanto abrigo, estabas hambrienta y cansada.
Tus pies estaban helados, al igual que tus manos que se sentían entumecidas, pero no podías parar, de hacerlo terminarías muriendo de frío, por eso seguiste cuando comenzaron a caer los primeros copos de nieve.
Las grandes rocas al rededor del camino te intimidaban, a lo lejos el aullido de los lobos te generaba escalofríos y rezabas en silencio por llegar sana y salvo al poblado ganadero donde te albergarías por unos días.
Venías bajando por las montañas, agarrándote de las rocas, fuiste abriéndote paso hasta el camino menos empinado. Y de pronto la nieve comenzó a intensificarse y tu ropa empezó a mojarse, el rostro te ardía debido al frío y lo peor vino cuando oíste los aullidos mucho más cerca.
—Mierda —dijiste en voz baja y seguiste caminando con dificultad por la nieve.
Diste algunos pasos más por el sendero cubierto de blanco y ahí lo viste... Entre los árboles unos feroces ojos amarillentos te tenían en la mira. Te paralizaste y no supiste qué hacer, apenas tenías un cuchillo para defenderte de la enorme fiera que estaba a punto de abalanzarse hacia a ti.
Te preparaste para lo peor, pero el sonido de un disparo de escopeta te hizo dar un sobresalto del susto y asustó al animal también. Alguien había disparado hacia el cielo para espantar a tu depredador; cuando giraste lo viste.
Llevaba un arco al hombre y la escopeta recortada en la mano, usaba un gran abrigo oscuro que lo hacía verse robusto; él te observó un momento en silencio, hasta que preguntó en voz baja:
—¿Estás bien?
—Algo —respondiste sintiendo la sequedad en tu boca por no hablar en horas—. Me dirijo a Blackwater.
—¿Con esta tormenta? No creo que puedas llegar, ¿tienes un refugio?
—No. —Lamentaste caminando hacia él.
—Ven, esta nevada se pondrá peor.
Lo seguiste por el bosque, viendo como todo de a poco volvía a teñirse del gélido blanco de fines de año. El hombre te dirigió por un pequeño camino solitario hasta llegar a una cabaña de madera que emitía humo por su chimenea.
—Pensé que podría llegar antes de que comenzara a nevar. —Te quejaste—. Mi mula no resistió y tuve que seguir a pie.
—Lo lamento, puedes quedarte aquí esta noche. No es molestia.
Entraste a la cabaña iluminada por la luz de la fogata en la chimenea y el aroma a comida caliente hizo rugir tu estómago hambriento, el lugar se sentía cálido y acogedor.
El hombre entró y se quitó el pesado abrigo, ahí notaste lo fornido y guapo que era; tenía el cabello largo al medio y rapado a los costados, era de piel morena y rasgos nativos, te hizo sonrojar en cuanto sus miradas se cruzaron. Sus ojos se veían amables, pero tristes, y su expresión tranquila te hizo confiar en él de inmediato.
—Gracias... Por dejarme venir aquí, ¿podría saber tu nombre?
—Charles —dijo, su voz era suave, pero varonil. Despertaba en ti una cierta admiración y atracción.
—Charles —dijiste sonriendo levemente, te gustaba, le quedaba—, un gusto conocerte, Charles. Yo soy (T/N).
—Igualmente, por favor, ponte cómoda. Luego cenaremos algo.
Caminaste por la cabaña conociendo el lugar donde habitaba este hombre tan amable y misterioso, viste el sofá frente a la chimenea donde dejaste tu bolsa y tus cosas.
De ahí, seguiste viendo atenta a tú al rededor, así notaste una puerta que se dirigía a otra habitación, donde supusiste que estaba el dormitorio. Luego viste detrás de ti la mesa con las sillas y la pequeña cocina que contaba con una ventana al exterior, varios utensilios sobre la mesada y provisiones; del otro lado, más alejada, había una mesa con maderas, herramientas y aserrín en el piso, supiste que era su lugar de trabajo.
Te acercaste a ver en qué trabajaba y notaste que lo que tallaba era una cruz.
Arthur Morgan, leíste la madera delicadamente tallada.
Tu anfitrión se acercó a ti anteponiéndose entre la mesa y tú.
—Puedes tomar asiento —dijo amablemente, pero notaste que no quería que inspeccionaras su trabajo.
—Lo-lo siento —respondiste dando unos pasos hacia atrás para darle espacio—, ¿era alguien que conocías? —Señalaste la todavía no terminada lápida.
—Un amigo. —Bajó la vista con cierto dolor en su rostro—. Falleció hace poco.
—Lo lamento —dijiste notando la tristeza en su expresión, por ello no quisiste seguir hablando del tema y fuiste a sentarte frente a la mesa—. ¿Hace tiempo que vives aquí? —Cambiaste de tema.
—Desde hace poco, estoy de paso.
No quisiste preguntar nada más, porque la comida estaba lista. Desde que habías entrado a la casa el delicioso aroma te había hecho agua a la boca, estabas hambrienta y un plato caliente, era lo que más anhelabas cuando estabas caminando entre la nieve.
Charles acomodó los trastos y cubiertos frente a ti y luego sirvió la comida en tu plato, para luego sentarse a degustar su cena contigo.
Estaba en silencio, disfrutando, no parecía incómodo ante tu presencia y tú, a pesar de recién conocerlo, también te sentías bien con él. El ambiente se percibía bien hogareño, mientras la nieve caía afuera pintándolo todo de blanco.
La tranquilidad en el rostro de Charles, sus ojos tristes y las cicatrices que adornaban su piel te estrujaban el corazón, querías preguntarle cosas, querías saber más de él, su misteriosa manera de decir las cosas y de actuar te despertaban miles de preguntas que querías que respondiera.
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Tormenta de nieve [Charles Smith y tú] +18
FanfictionEn tu paso hacia Blackwater una fuerte tormenta de nieve se interpuso en tu camino, pensabas que morirías congelada, pero un amable hombre apareció a rescatarte y darte su calor.