Capítulo 2

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Agosto pasó en un pestañeo y antes de darse cuenta septiembre había llegado. Observa por la ventana, el verano aún está en su máximo apogeo; sin embargo, las hojas de los árboles se mecen y danzan con la suave brisa, arrastrando consigo el aroma de algunas flores y dando así un toque más primaveral. Trasmite paz y calma, Harry no puede recordar con exactitud la última vez que se había sentido así de tranquilo antes de sus sesiones con Remus, de hecho, desde que el hombre ha estado dándole actividades que ocupan la mayor parte de su día, Harry no ha tenido tiempo de pensar en nada más, ni siquiera en el pasado ─a menos que esté hablando sobre ello con Lupin─, y eso era bueno. Estaba teniendo un progreso muy notable, incluso Ron se veía menos tenso y alerta en las últimas semanas.

Era un cambio fresco y agradable e incluso podría describirlo como «perfecto» de no ser por un pequeño detalle.

Ahora, Harry estaba sentado en el comedor con una taza de té frente a él mientras escuchaba la discusión que tenía lugar entre Ginny y Ron, porque la menor no estaba acostumbrada a levantarse temprano, pero estaba obligada a hacerlo si quería que la dejasen en la secundaria para su primera clase del día ─aun cuando eso significaba llegar con diez minutos de sobra─, porque tampoco era fanática de caminar los veinte minutos de trayecto hasta el lugar. Así que, esa mañana, el mayor la había arrastrado fuera de la cama y luego la obligó a prepararse en un tiempo récord de quince minutos antes de desayunar. Hubo gritos y protestas por parte de la menor, pero finalmente, con una expresión estoica, se había reunido con ellos en la cocina.

─El próximo año tomarás el turno de la tarde ─el alfa suspiró con fastidio. Harry sabía que eso no era verdad, cada año decía lo mismo pero sus amenazas hacía Ginny eran simples palabras vacías que nunca se atrevería a cumplir─, no entiendo porque insistes en querer ir a las clases matutinas si te la vives pegada a las sabanas cada mañana. Siempre es lo mismo contigo, Ginny.

─¡Eso no es verdad! ─la menor chilló, arrojando una tostada que Ron pudo esquivar con éxito; aunque todos sabían que sí, era verdad. Cualquier otra excusa era simplemente para intentar desviar u ocultar ese hecho─. Eso lo dices porque ustedes los alfas, en comparación a nosotras las mujeres o los omegas, no tienen que pasar por el tedioso proceso de desangrarse cada mes, por esa incomodidad y las ganas de querer permanecer enterrados en la cama hasta que el dolor se apacigüe ─Harry se sonrojó y ocultó su rostro detrás de su tasa de café. Ron observó a la menor con exasperación─. Por si no te has dado cuenta, ¡los cólicos me están matando y me duelen lugares que no deberían doler en absoluto!

─Y también te ponen de un humor terrible ─Harry escuchó a Ron susurrar, por suerte Ginny no pudo oírlo muy ocupada en despotricar sobre lo horrible que era la vida por ponerle ese tipo de castigo a las mujeres y omegas─. No debe ser peor que un Rut ─refutó el mayor finalmente.

Ginny lo observó con exagerada indignación, apuntando en su dirección con un dedo señal de que estaba a punto de soltar una verborrea que nadie sería capaz de detener.

─Gin... ─advierte Ron, pero ya es tarde.

─¡No es lo mismo! Los alfas tiene su Rut cada seis meses y además...

Harry se desconectó de la conversación. Prefería seguir pensando que estaban teniendo una mañana normal junto con un desayuno ameno y una conversación tranquila sobre el maravilloso clima veraniego, y no sobre el celo de los alfas o la menstruación, especialmente cuando su hermano mayor acababa de salir de su rutina hace apenas un día, muchas gracias.

Soltó un suspiro y le dio un sorbo a su café, permitiendo que el sabor levemente amargo recorra su sistema.

A un lado, Ron estaba llenando una taza con té, porque su estómago no era capaz de aguantar nada amargo, aun cuando la falta de café por las mañanas solo empeoraba su humor. ─El tenedor amenazando con clavarse en la frente de Ginny era la prueba de ello─. El aroma de la bergamota llena sus sentidos y logra relajarlo lo suficiente, es un aroma bastante conocido para sus sentidos, casi como si hubiera pasado toda una vida impregnándose en ella. Posee un olor suave, agradable, fresco y sutilmente floral, no puede evitar pensar en la lavanda y ciertos matices amaderados. Su pulso se acelera y su corazón se llena de una inexplicable calidez que solo termina por confundirlo.

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