Destino

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¿Conocen la leyenda del hilo rojo? ¿Si o no? Claro que sí… Se supone que según cuentan: Dos personas están unidas por un hilo rojo invisible, destinados a encontrarse no importa que tan lejos o cerca se encuentren. Este hilo invisible puede estirarse, encogerse, enredarse pero nunca cortarse. A diario los corazones solitarios que aún creen en los milagros se cuestionan si su vida está atada a la de otra persona. Si es posible sentir esa pasión y ese amor desenfrenado hacía otro ser sin siquiera saber el porqué. Una adivina, esas de las que muchos consideran que son unas charlatanas, con sus puestos colocados en la plaza o en la esquina de alguna calle muy concurrida llamó mí atención una vez… Aún lo recuerdo, no creía mucho en cosas del destino, en horóscopos o cartas que te revelaban la suerte…

–Cristina– La mujer en cuestión se vestía con ropa muy extravagantes, usaba una especie de cadena que le caía sobre la frente. Sus manos cubiertas por unos guantes negros, los ojos delineados en azul y los labios bordo.

–¿Me hablas a mi?– Como que era un poco ridícula esa pregunta puesto que a esa hora de la mañana, con las tiendas recién abriendo y la calle aún un poco desiertas las únicas almas madrugadoras que merodeaba por esa esquina se encontraban paradas ahí. Ella sentada en un pequeño banco con su mesa delante y por mí parte caminando apurada para llegar a un lugar que no me hacía la menor gracia.

–Ven cristina– La mujer insistió.

–Disculpa estoy apurada– Mencioné antes de verificar la hora en mí celular.

–Cuando esa oficina abra usted tendrá que esperar hora y media para ser atendida, no importa si llega primero otra persona se le va a colar– Automáticamente al oír eso retrocedí y comencé a caminar sin continuar la conversación –Voy a estar esperándote–

En muchas ocasiones me daba miedo transitar por la calle y ese día no había sido la excepción puesto que esa mujer me había puesto los nervios de punta y el escalofrío recorría mí columna. Recuerdo haber llegado a tiempo a la oficina, recuerdo ser la primera y tambien recuerdo al idiota que se me colo porque era conocido del otro idiota que atendía. Hora y media pase esperando a que los idiotas dieran por finalizada su patética conversación y el empleado se dignara a atender a quien estábamos esperando, finalmente desistí puesto que no valía la pena, volvería al día siguiente. En el camino de vuelta volví a ver a la adivina, un par de adolescentes estaban pagando una consulta y se retiraron del puesto llevando con ellas algunas cosas que le habían comprado.

–¡Solo es una charlatana!– Me dije a mí misma antes de cruzar la calle. Pero la charlatana había tenido razón. Pase de largo por el puesto sin mirar, camine un par de metros sintiendo la mirada de la mujer clavada en mí espalda –¡No puede ser!– Gire sobre mis pies y volví hasta el puesto –¡Que conste que no creo en el esoterismo, pienso que eres una charlatana que solo busca sacar dinero…!– La señale al acercarme.

–¡Siéntate Cristina!– Ella solo sonrió como una madre lo haría y me indico que tomara lugar frente a ella. Luego sin decir una palabra tomó mí mano izquierda entre las suyas –¡La línea de la vida, me dice que tendrás un vida larga y plena!– Soltó mí mano y colocó sobre la mesa un mazo de cartas que desplegó –Elige una carta Cristina, ella nos hablará sobre tu futuro cercano–

–¡Esto es ridículo, es una pérdida de tiempo!– Informe antes de pararme. Por su parte la adivina seguía esperando por mí decisión, parecía que sabía cuáles serían mis próximos movimientos. –¡Carajo!– Tomé asiento otra vez y observé las cartas.

–Coloca tu mano sobre la primera carta, mueve lentamente la mano sobre las demás y dónde tu mano se detenga toma la carta y dala vuelta– Suspiré con un poco de desconfianza, sosteniendo mí bolso muy cerca de mí.

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