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"Nuestro pasado no nos determina, pero se aferra a nosotros con una fuerza implacable, como un lodo espeso que se cuela entre nuestros pasos, hundiéndonos en el peso de cada recuerdo. Es imborrable y silencioso, acechando en las sombras, listo para recordar su presencia. No importa cuánto intentemos escapar, siempre está ahí, enredado en nuestro ser, transformando cada intento de avanzar en una prueba de nuestra propia voluntad."


<<forgotten>>

Miedo, dolor, rabia y un olor a pólvora que quemaba su garganta.

Estaba sola, tirada en el suelo, herida y llorando, mientras una figura masculina se acercaba hacia ella, paso a paso, con su séquito siguiéndolo. El líder iba al frente, con la mirada fija en la figura lamentable de la niña a unos metros del cadáver de su última figura paterna. Aun así, sacó un cuchillo y, con pasos lentos, se dirigió hacia ella.

Entonces escuchó un grito que llamó su atención. Levantó el rostro, lleno de lágrimas y magulladuras. En ese mismo instante, alguien la tomó del brazo y, sin pensar, se obligó a correr, aunque sus piernas temblaban. A lo lejos se oyó un "¡Síganlos!", y la persecución comenzó. Ambos niños huyeron por las calles, escabulléndose y saltando. En algún momento, reconoció a Ekko, quien corría adelante, sin dejar de moverse para que ella pudiera seguirlo.

Sus sentidos comenzaron a apagarse: primero la vista, solo veía a Ekko al frente, guiándola. Luego los olores; ya no sentía el hedor del alcantarillado, ni el sudor, ni la sangre. Finalmente, el sonido de los gritos tras ellos se desvaneció. Ekko se volvía de vez en cuando para mirarla, pero ella mantenía su vista fija en él.

Entraron en la red de alcantarillado, tan grande y laberíntica que era fácil perderse y desaparecer entre la inmundicia de los túneles. Ekko la guió hasta esconderse juntos bajo una lata agujereada, donde su pequeña estatura les permitió entrar sin problemas. Ninguno se movió.

En aquel momento, ella sintió algo nuevo: una mezcla de seguridad, dolor y miedo.

Su cuerpo reaccionó por sí solo, y el miedo se desbordó en lágrimas mientras se escondía en el pecho de su amigo, apretando una mano contra su boca para reprimir el llanto. Ekko miraba hacia el exterior, y ambos contuvieron la respiración mientras sus perseguidores se alejaban, asumiendo que los niños habían muerto perdidos en los túneles.

Estuvieron allí por mucho tiempo, quizá horas, quizá días. Sin hambre, sin sueño, sin vida; solo miedo.

O eso es lo que ella sabe, porque eso fue lo que Ekko le dijo. Lo que él sabe, es algo que ella desconoce.

Como espectadora de su propio recuerdo, supo que no necesitaba respuestas de Ekko sobre esa noche, ni sobre las noches anteriores. Las noches en las que tenía una familia, en las que conoció a sus amigos, en las que Ekko no estuvo. No sabe qué ocurrió en esos momentos, pues sus recuerdos se esconden, pero aún conserva el sentimiento: la calidez de Vander, la protección de Claggor, la molesta presencia de Mylo, y su propia melancolía. Esas emociones siguen vivas, pero no las memorias exactas.

Después de esa noche, no hubo tiempo para llorar.

Ahora tampoco lo hay.

—¿Te vas ya? —dijo, saliendo desde una esquina, mientras sostenía su cabello recogido en trenzas cortas, con algunos mechones sueltos.

Sus figuras habían cambiado. Ya no cabrían en el agujero que Ekko mencionó alguna vez; en especial él, quien ahora era un líder, sus hombros eran anchos y tenia una apreciencia Joven, era apenas unos centimetros mas alto que ella pero se sentia pequeña a su comparación, sus brazos eran musculosos y se notaba que tenia fuerza suficiente para cargar con muchas cosas, habia cargado con ella despues de todo.El la miró, y le sonrió cansado.

—Pow, pensé que dormirías un poco más después de anoche —bromeó él, acercandose a la joven cariñoso.

Ella sonrió, arrepintiéndose de no haber cubierto las ojeras oscuras bajo sus ojos.

—No soy tan débil. Tú, por otra parte... —se burló, y él dramatizó poniendo una mano en su pecho, fingiendo ofensa.

—Eso es un golpe bajo, cariño —respondió él. Ella rió, apoyándose en él y dejándole un suave beso en la mejilla. Sus miradas se cruzaron con cariño por unos segundos, antes de que él uniera sus labios en un beso corto, una promesa silenciosa de volver a casa.

—Ten cuidado. Después de lo de hace unos días, Sevika habrá reforzado la vigilancia.

—Se confía de nosotros... después de todo... —sus miradas se encontraron, entendiendo todo en silencio. Cambiaron la conversación. —Evelyn está bien después de tu excursión del otro día —dijo él. La joven asintió, recordando cómo robó una preciosa pieza de Hextech apenas supo que Silco las había tomado. Un robo valioso por otro igual de valioso.

—Tengan cuidado allá afuera.

—Volveré pronto.

Estaremos aquí —dijo ella, mientras la Hoverboard arrancaba, dejando una suave brisa que acarició su rostro al verlo unirse al grupo en las alturas. Cuando la sombra de Ekko desapareció, se dio la vuelta y regresó a su refugio. —¡Hey, Lauren!

—Líder Pólvora, qué gusto verla —saludó la joven peli roja, tenia unos 15 años y se encargaba de los alimentos. Ambas conversaron mientras Lauren le daba provisiones para la comida. Pronto, la chica de cabello azul regresó a su refugio dentro del refugio, su hogar.

El apodo de "Líder" había llegado desde el principio. Pero, en realidad, lo que hoy eran los Firelights era gracias a Ekko y su liderazgo. Nunca entendió cómo logró estabilizar a Zaun mientras la cargaba a su espalda como una molestia —Aun que el nunca diga que lo fuera— pero lo hizo de una forma tan genuina que siempre le hacía calentar el corazón. Ella ya no se quedaba de brazos cruzados; durante esos años, perfeccionó sus propios inventos y organizó la parte más interna del grupo. La conocían como "la llama azul", aunque para Ekko y para ella misma, era solo "Pólvora", Powder era un nombre que le traia un revoltijo al estomago por lo que él solia decirle "Pow".

Su relación evolucionó con los años. Dejaron atrás el peso de ser "mejores amigos" y, finalmente, cedieron ante sus sentimientos. Los Firelights celebraron la unión de la pareja más querida del grupo. La mayor celebración fue pasar del titulo "pareja" a compartir una vida marital, un evento privado y lleno de amor.

Y por eso, Powder ya no necesitaba que Ekko le contara sus antiguos recuerdos. Ahora tenía sus propios recuerdos, rodeados de amor, cariño, dolor y rabia.

Abrió la puerta de su hogar y, por un momento, apreció el silencio que la rodeaba antes de entrar.

Aférrarte a la verdad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora