Aférrarte a la verdad.

3

<<meeting>>

Se detuvieron en uno de los túneles cuando la tensión alcanzó un punto insoportable, interrumpiendo sus discusiones. Ekko suspiró, sabiendo que este encuentro debería haber tenido lugar en el refugio, donde podría pensar mejor qué decirles. Pero no había más tiempo.

Los Firelights apartaron a la enforser de Vi, atándola a un tubo. Aún sin descubrirle el rostro, uno de ellos hizo una señal, y el grupo se dispersó en las sombras. Ekko caminó hacia ella, quedando en silencio frente a Vi por un momento antes de hablar.

—¿Eres tímido? ¿O solo eres feo? —soltó Vi con sarcasmo, alzando la voz desafiante.

Ekko frenó y se quitó la máscara y la capucha, dejando ver su rostro a Vi, que no pudo ocultar su sorpresa. Luego, él frunció el ceño, mirándola fijamente.

—No pareces muy muerta.

—¿Ekko? —preguntó Vi, incrédula, tratando de comprender.

Sin responder, Ekko sacó un pequeño estuche de metal y lo abrió, revelando una gema reluciente en su interior.

—¿Qué sabes de esto?

—¡Nada! ¿De qué demonios se trata eso? —Vi respondió con impaciencia. Ekko no dijo nada, cerrando el estuche y ocultando la gema de nuevo.

—¿Por qué buscas a Jinx? —preguntó Ekko, con una mezcla de sospecha y temor. Pensaba si sería una trampa de Silco para llegar a ella.

—¡Su nombre es Powder! —Vi lo corrigió bruscamente—. Te equivocas, me engañaste y luego aparecieron tus matones. Soy yo, Ekko. ¡Vi! Yo te cuidaba... te llevé al basurero y te lavaba cuando te ensuciabas de grasa... —Su voz se quebró, sus ojos mostraban un rastro de nostalgia y dolor.

—Eso fue hace mucho tiempo. La gente cambia —respondió Ekko, mirándola con cautela.

—Sí, ya lo veo —dijo Vi, bajando la mirada.

Ekko se detuvo un momento y luego, en un tono más serio, preguntó:

—¿Estás trabajando para Silco?

La expresión de Vi se endureció, mostrando un profundo desprecio.

—Vete al carajo.

Ekko soltó una pequeña sonrisa, sintiéndose aliviado.

—Yo creí que estabas muerta, Vi. Te vi desaparecer... y ahora regresas con una piltoviana, mostrándola por aquí como si nada.

—¿Nos seguiste? ¿Y no hiciste nada?

—¡No sabía si podía confiar en ti!

—¿Decides atacarme entonces? —Vi lo confrontó, molesta.

—Sí... me pregunto de quién lo aprendí —replicó Ekko con un tono más tranquilo, casi resignado.

—Bueno, parece que no aprendiste nada. Sigues golpeando como un niño.

—¡Y tú bloqueas con la cara! —la miró con intensidad, haciéndola desviar la mirada.

—Recuerdo cuando no me enfrentabas —murmuró Vi.

Sin más, las cuerdas que la ataban cayeron al suelo, y ella se lanzó hacia Ekko, rodeándolo en un abrazo que lo tomó por sorpresa.

—Te extrañé, Little Man.

—¿Hace cuánto te liberaste? —Ekko preguntó, sin soltarla.

—Mientras te lamentabas —respondió Vi, todavía sosteniéndolo entre sus brazos.