Capitulo 4 La Guitarra azul

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Akari llego corriendo a su casa. Subió a su habitación, se tumbó sobre la cama y comenzó a llorar hasta que se quedó dormida.
Después de un largo rato alguien toco la puerta del cuarto obligandola a despertar. La chica un poco adormilada abrió. Del otro lado no había nada más que una hermosa guitarra azul recargada sobre la pared con una nota que decía:

"lamento todo lo que dije por favor olvidalo. Para enmendar mi error te obsequio esta guitarra y te invito al sótano. No tardes te tengo una sorpresa"
Haru.

Akari no supo como reaccionar. Las palabras de Haru aún retumbaban en sus oídos. Tenia miedo de que todo lo que le había dicho fuese verdad. Sin embargo, no podía ocultar que ella de alguna manera sentía un sentimiento parecido por el. Eso le aterraba mucho más.
Decidida, Akari tomó la guitarra y bajo al sótano. Apenas llego a la puerta se quedó helada. Nunca antes había ido a aquel lugar. No sabia que había ahí, y que clase de sorpresa había preparado Haru para ella. Estaba a punto de regresar cuando escucho una hermosa melodía que provenía de aquel lugar. Era Haru, quien tocaba un piano. Akari trago saliva nerviosa, tomo el picaporte y entro.
Al hacerlo todos sus miedos quedaron disipados. El lugar era hermoso, no parecía para nada un sótano. Había cuadros con pinturas hermosas, una guitarra, una batería, en uno de los extremos Akari pudo distinguir el estuche de un violín, había también una pista de baile enorme y justo en medio de todo un hermoso piano negro que estaba siendo tocado por Haru.
Al ver que la chica llegaba dejo de tocar. Levanto la vista y sonrió abriendo los brazos ampliamente.

-¡¡¡Bienvenida a mi mundo!!!- le dijo sonriendo. Akari se acerco con la guitarra en las manos. Observaba todo con una sonrisa. Aquel lugar le pareció hermoso.

-¿Qué es todo esto?- pregunto

-Ya te lo dije. Mi mundo, y ahora tu formas parte de el... aunque en realidad siempre lo has hecho.-
Respondió Haru mientras se apartaba del piano y se acercaba a ella. Akari se aparto un poco, al hacerlo Haru bajo la mirada.

-lamento lo que paso. Akari no quiero lastimarte por favor perdóname.

-gra...gracias por la guitarra- dijo la chica cambiando el tema- pero mucho me temo que no podre usarla.
-¿Porqué dices eso?- pregunto Haru
-es...es que no se tocarla- respondió la joven tímidamente. Haru rio.
-Eso no es problema. Akari por favor permíteme ser tu maestro.-
-Mi... ¿Mi maestro?
-si tu maestro. Hace un rato te dí la bienvenida a mi mundo, dime ¿no quieres formar parte de él?- pregunto el chico un poco ansioso por la respuesta. Akari bajo la mirada y comenzó a reír.
-¡claro que quiero! Haru ¡muéstrame todo cuanto sabes!
Respondió llena de entusiasmó.
Desde aquel dia, cada tarde al salir del colegio, ambos chicos llegaban al sótano de aquella enorme mansión donde practicaban, piano, guitarra, violín y canto. Haru era un joven muy talentoso y Akari lograba aprender de una forma sorprendente.
La chica era feliz con todo esto, Haru nunca la había de esta manera. Akari era una niña deprimente, su mirada estaba siempre triste, sus ojos pareciera que romperían en llanto en cualquier momento. Era callada y sumisa. Con el único con quién se sentía de hablar era con su hermano.
Con Haru ocurría algo parecido. Él era un joven misterioso, aun sin saberlo o haberlo deseado siquiera era el chico más popular de todo el colegio Santa Elena. Las chicas morían por el y los chicos ansiaban algún dia poder ser como el. Haru era un chico frio y pudiese decirse que un poco arrogante. No hablaba practica con nadie, no sonreía, no lloraba. Era difícil saber los sentimientos rondaban su corazón. A la única a la que le regalaba su sonrisa, sus alegrías y temores, era a Akari. Por dicha razón, Akari Otori, era despreciada por sus compañeros de clase. En especial por Kristhen Thomas, ella había estado enamorada de Haru desde hace mucho, igual que muchas otras alumnas del colegio. Pero como era por todos sabido, Haru Otori sólo tenia ojos para su pequeña hermanita, Akari.

La guitarra azul que Haru le obsequio a Akari estaba siempre junto al piano negro de Haru.
Este le había prometido a Akari que cuando llegará el momento ambos tocarían juntos aquel piano y aquella guitarra en su primer concierto.

-algún día Akari, volveremos a casa. Iremos a Japón. Pero ya no como unos chicos cualquiera, no. Llegaremos convertidos en todos unos artistas-
Le decía el chico lleno de entusiasmó.
Akari no conocía su lugar de nacimiento, pero la forma en que Haru hablaba sobre el la hizo desear conocerlo.

una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora