Por los solitarios pasillos de un prestigioso colegio de Londres, una bella joven de pelo largo y oscuro, mirada caída y expresión deprimente en el rostro avanza de forma lenta. Detrás de ella un pequeño grupo de alumnos se acercan rápidamente. Una joven toma la delantera y se acerca a la chica jalándola del ante brazo y obligandola a dar la vuelta bruscamente.
-¿A donde crees que vas rarita?- le pregunto en un tono burlón. La chica de la mirada triste no le contesto. Ni siquiera levanto la mirada. -¿Que acaso no piensas contestar?
-¿Porque no jugamos un rato con ella Kristhen?- pregunto otra de las alumnas que acompañaban a la chica. Kristhen sonrió.
-No es mala idea Bertha.- Dijo maliciosamente - ¡¡¡A ELLA!!!- grito. Aquel grupo que acompañaban a Kristhen se abalanzo hacia la pobre joven que no pudo hacer nada para evitar que la golpearan. La secundaria era sumamente dura para Akari. Tenia que pasar por escenas similares todos los días, sin ningún consuelo más que sus libros y la compañía y el cariño de Haru, su hermano. <<Las cosas serían mejores si Haru estuviera aquí >> Se decía para si cada vez que era atacada por Kristhen y sus amigos. Por desgracia Haru se había graduado de la secundaria hacia ya dos años y en el colegio Santa Elena estaba estrictamente prohibido que los alumnos de distintas plazas se juntaran. Aun asi, Akari se conformaba con verlo en casa. El chico cuidaba de ella desde siempre. Akari nació con rara enfermedad en el corazón, por lo cual todos en el colegio se burlaban de ella. Sus padres eran unos de los empresarios mas importante e influyentes de Londres, eran reconocidos en todas partes. La gran familia Otori era respetada por todos lados, pero éso de nada le servía a ella. Debido a que sus padres viajaban mucho por sus negocios casi no los veía, era raro que estuviesen mas de tres días en casa. Su hermano mayor, Ryo viajaba siempre con ellos y su hermana Yukari había vivido en Norteamérica desde que contrajo matrimonio por lo que en casa solo estaban Haru y Akari. Además claro, de todo el personal domestico que laboraba en aquella lujosa vivienda. Hubo ocasiones en las que la chica enfermo gravemente. Haru, sin pensarlo dos veces se dedico a cuidarla, llegando incluso a pasar noches en vela esperando que Akari mejorara.
Akari añoraba escuchar algunas palabras de aliento por parte de sus padres, pero eso nunca paso. Sus cumpleaños los pasaba sóla, acompañada únicamente por Haru.
El día que Kristhen la ataco, Akari estaba decidida. Ya no aguantaba más. Quería acabar con su sufrimiento.
Espero a que las clases terminaran. Se oculto hasta que todos se marcharon para que nadie la viera y no la volvieran a agredir.
A pesar de saber que estaba sola, sintió miedo y salio corriendo sin rumbo alguno.
Sin saber como, llego a un viejo puente de piedra. Se recargo un poco sobre el viendo hacia el fondo, el cual era profundo.
Una peligrosa idea cruzo su mente por un instante. Movida más por un instinto que por voluntad propia subió a la orilla del puente. Estaba dispuesta a lanzarse, pero no pudo. Dio la vuelta y callo de rodillas al suelo echándose a llorar.
- ¡¡¡Soy una maldita cobarde!!!- se dijo mientras trataba de alejar las lágrimas de sus ojos.
Después de un rato se puso de pie, esta vez si lo haría, se arrojaria de aquel puente. Ya no tendría que volver al colegio, ya no tendría que volver a su solitaria casa. Ya no volvería a sufrir.
Estaba parada nuevamente a la orilla del puente, pero justo cuando se iba a dejar caer, un joven la abrazo por la espalda y la obligo a dar la vuelta.
El chico tenia el pelo negro y lacio. Y su piel era blanca y lisa. Sus ojos eran hermosos, era fácil perderse en su fría mirada. - Haru ¿que haces aquí?- pregunto Akari.