Llegó el fin de semana y ambos estaban ansiosos, habían preparado sus maletas, el chófer de Lewis era el encargado de llevarlos a la casa de la playa del Sr. Hamilton a la que tenía años sin ir.
Sergio caminaba de un lado a otro buscando que no le faltara nada.
—Charles ¿A qué hora llegará Carlos? Ya casi es hora de que me pasen a buscar y no quiero que te quedes solo en ese lapso —decía protectoramente.
—Ya casi llega, además no es como si me fuera a pasar algo aquí en la casa —dijo por cuarta vez empezando a enojarse por ser tratado como un niño pequeño inútil e indefenso.
En eso el claxon de un carro se hizo escuchar fuera de la casa, Charles salió emocionado creyendo que era Carlos, pero el carro decía lo contrario.
—Ya llegaron por ti —le dijo a Checo que lo miraba casi horrorizado de irse antes de que llegara Carlos. —Te dije que estaré bien —aligeró su expresión de molestia con el mexicano. Antes de que Sergio pudiera responderle algo otro carro llegó indicando que era Carlos.
—Está bien, como quiera ya llegó, nos vemos en un par de días —le removió sus cabellos.
Se despidió de Carlos en el camino y Lewis salió a su presencia para ayudarlo con su maleta.
El camino fue largo y cómodo, ambos se habían conocido un poco más, desde sus gustos hasta de lo que les desagradaba. Aunque se habían guardado unas cosas personales para no incomodar al otro, aun no era momento de que supieran el pasado que los atormentaba.
Cayó la noche y llegaron a su destino, a simple vista el paisaje era una maravilla a los ojos del mexicano. El viento soplaba desde el mar y las olas azotaban con su característico sonido, las palmeras se movían de un lado a otro. Mientras que Sergio admiraba la vista, Lewis no paraba de sonreír al ver su asombro, sabía que la vista le encantaría y no podía esperar para surfear con él, quería que esos días que estarían ahí fueran suficientes para acercase más a él y que su amistad pudiera continuar más allá de los días del trato.
—Checo, entremos, está muy fresco aquí afuera, puedes atrapar un resfriado antes de que te metas al agua —bromeó, Sergio asintió y entraron a la lujosa casa.
Lewis había le había pedido a su chófer volver por ellos después, quería estar ese par de días a solas con el mexicano sin ninguna interrupción y también para no incomodarlo.
Cenaron en tranquilidad, silencioso, pero no incomodo, Lewis de vez en cuando volteaba a ver los movimientos de Sergio quien se peleaba con su trozo de carne al no poder cortarla.
—Déjame ayudarte con eso —tomó su plato y bajo la atenta mirada de Sergio cortó su carne en varios pedacitos.
—Gracias —dijo avergonzado porque alguien más hiciera eso por él, ya no era un niño chiquito, más, sin embargo, sentía bonito ser tratado así por Lewis, se sentía consentido.
Al terminar Lewis llevó a Sergio a sus aposentos para que pudiera descansar ya que al día siguiente le mostraría las maravillas de ese hermoso lugar.
Sergio se levantó por el sonido de la alarma que marcaban las 9:00 a.m realmente no tenía ganas de levantarse aún, pero lo hizo de todos modos, se aseó antes de bajar y encontró a Lewis poniendo la mesa.
—Hola, buenos días —saludó.
—Hola Checo —le respondió ensanchando su radiante sonrisa. —Siéntate, ya casi terminó de arreglar la mesa, espero que te guste lo que hice.
¿Lewis había preparado todo? Hacía mucho que Sergio no recibía una atención como esa, recordaba que hace algunos años recibía su desayuno todos los días por parte de su esposo que amaba mantenerlo consentido y mimado siempre. Sintió una punzada en la nariz y una pequeña lagrimita salió de su ojo izquierdo, como anhelaba volver a ese momento.
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EL PIANISTA || CHEWIS
FanfictionLewis Hamilton es un pionista famoso que dejó de tocar hace un tiempo. Pero algo en el cambia cuando conoce a Sergio Pérez un mánager con la misma mirada que tenía él hace un tiempo, pero que logró sobre llevar ese dolor y que trata de salir adelant...