Parte 13: El juego de los portales

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Sara y Ana, decididas a encontrar al Dr. Martínez, sabían que era hora de recuperar el objeto necesario para reparar su futuro. Sin embargo, al llegar al laboratorio del Dr. en el mundo subterráneo, se dieron cuenta de que estaba vacío. Sara decidió buscar a Emma, quien tal vez tuviera alguna información sobre el paradero del Dr. Martínez.

Con alegría, Sara saludó a Emma cuando la encontró. "¡Hola Emma!" exclamó. "Hola Sara, hola Ana. Veo que lograste encontrar a tu amiga", respondió Emma con una sonrisa. Ana aprovechó para explicar la situación y mencionar que el Dr. Martínez no se encontraba en su laboratorio.

"Lo siento, chicas, pero el Dr. no ha estado en la ciudad subterránea desde hace días. Escuché rumores de que tenía la intención de mostrar sus innovaciones al mundo", reveló Emma. Esta noticia preocupó a Sara, ya que sabía que la máquina del tiempo estaba terminada. Necesitaba encontrar una manera de impedir que el Dr. Martínez la utilizara, ya que eso significaría el fracaso de su misión.

Agradeciendo a Emma por la información, Sara tomó la mano de Ana y ambas comenzaron a brillar intensamente. En un abrir y cerrar de ojos, se teletransportaron de regreso a la casa de Sara. Allí, Sara se aseguró de que nadie las estuviera siguiendo y encendió el televisor para ver las noticias.

Para su alivio, el Dr. Martínez apareció en la pantalla mostrando un dispositivo anti gravitatorio que hacía volar objetos. Sara suspiró al darse cuenta de que aún no había revelado la máquina del tiempo. Debía encontrarla antes que él y evitar su uso, además de mantener el secreto durante los próximos 40 años.

Mientras Sara estaba sumida en sus pensamientos, Ana interrumpió el silencio. "Sara, ¿quiénes son esas personas que nos persiguen? ¿Cómo conocen nuestros secretos?", preguntó Ana curiosamente. Sara le explicó que esas personas eran los que controlaban el mundo y que no podían permitirse volver al futuro sin corregir su error, ya que serían atrapadas en una línea temporal alterna.

Ana asintió, mostrando su acuerdo con Sara. Pasaron varias horas planeando cómo abordarían la situación con el Dr. Martínez. En un momento de vulnerabilidad, Ana miró a los ojos de Sara, con lágrimas en los suyos, y susurró: "Ya no puedo más".

De repente, el cuerpo de Ana comenzó a brillar intensamente mientras levitaba lentamente hacia el techo, su cabello se alzaba en el aire. "Ana, ¿qué estás haciendo?" gritó Sara con urgencia.

"Eres mi amiga, pero la depresión que me invade al pensar en tener que vivir estos cuarenta años otra vez es más fuerte que mis sentimientos hacia nuestra amistad", confesó Ana. Estaba a punto de realizar un salto temporal.

"Ana, ¡detente! No necesitas hacerlo ahora. Solo asegurémonos de que Martínez no utilice los viajes en el tiempo, ¡y eso será suficiente!" gritó Sara, nerviosa y sudando. Pero Ana no la escuchó y pareció perder el conocimiento. Rápidamente, por instinto, Sara vinculó su energía con la de Ana para evitar el salto temporal al tocar a Ana, Sara perdió la conciencia.

Cuando Sara finalmente recobró la conciencia, se dio cuenta de que no estaba en su habitación. Miró a su alrededor, confundida. "¿Dónde está Ana?" se preguntó. Comenzó a correr, pero al mirar hacia abajo, se dio cuenta de que era más alta de lo que recordaba.

La misión había fracasado. Ana había arrastrado involuntariamente a Sara en su salto temporal. Ahora, ambas estaban 40 años más viejas una vez más.

Después de que Sara obtuvo su cuerpo adulto y experimentó el desbloqueo total de sus poderes mentales, sintió una conexión profunda con la energía que emanaba de todas las personas en el mundo. Aprovechando esta nueva capacidad, decidió buscar la energía del Dr. Martínez en el presente y se teletransportó directamente hacia su ubicación.

Al llegar, Sara se encontró con Martínez postrado en una cama, visiblemente debilitado y al borde de la muerte. Su corazón se llenó de preocupación y urgencia. "¡Señor, qué ha sucedido!" exclamó Sara, buscando respuestas.

Con un susurro débil, Martínez respondió: "Los que controlan el mundo...". Sus palabras se desvanecieron mientras su último aliento abandonaba su cuerpo y fallecía ante los ojos de Sara. Un sentimiento de desesperación y frustración se apoderó de ella al darse cuenta de que el tiempo que había pasado en el pasado, intentando cambiar el curso de los eventos, parecía haber sido en vano. La historia se repetía una vez más.

Sara se quedó allí, contemplando la trágica realidad frente a ella. Sabía que debía encontrar una forma de romper ese ciclo y desafiar el poder de quienes controlaban el mundo. Con determinación renovada, decidió que no descansaría hasta lograrlo, dispuesta a enfrentar los desafíos y los obstáculos que se presentaran en su camino.

Desconsolada por presenciar una vez más la muerte de Martínez, Sara decidió buscar a Ana y contarle lo sucedido. Mientras caminaba sumida en sus pensamientos, una persona desconocida se le acercó de forma intrigante.

"Hola, chica, ¿cómo estás?", preguntó la persona con una risa burlona.

Sara, cautelosa, le respondió: "¿Quién eres?"

"Yo soy tu castigo", contestó el extraño, intensificando aún más su sonrisa burlona. "Estuviste jugando con el espacio-tiempo y ayudaste a descubrir cómo construir la máquina del tiempo."

Sara se confundió por sus palabras. "Pero ¿qué estás diciendo? No soy científica ni tengo conocimientos para eso", protestó.

La misteriosa persona continuó provocándola: "Si no le hubieras mostrado el objeto para abrir portales al Dr. Martínez antes de su muerte, él nunca habría sido capaz de manipular la materia en los viajes en el tiempo."

Entonces, Sara recordó el objeto dorado que habían encontrado en los peligrosos túneles subterráneos, el cual utilizaban para abrir portales. Sin embargo, no recordaba haberlo dejado con el Dr. Martínez.

"Recuerdo el objeto, pero yo no se lo dejé para que hiciera experimentos. Lo guardé cuidadosamente en mi habitación. Además, soy capaz de abrir portales sin necesidad de eso", aseguró Sara, tratando de defenderse.

El elitista sacó un objeto dorado similar al de Sara de su bolsillo y desafiante le dijo: "¿Estás segura? Si lo guardaste bien en el pasado, ¿por qué el Dr. Martínez tenía esto en su poder?"

Sara examinó detenidamente el objeto y se dio cuenta de que, aunque era similar, había algunas diferencias. Supuso que debía ser otro objeto igual que Martínez había encontrado en el mundo subterráneo. Entonces, respondió: "No es mío".

El elitista, con una risa burlona en su rostro, sacó un dispositivo de grabación y mostró a Sara un video de seguridad de un negocio que databa de cuando ella era niña. En el video se veía claramente cómo Sara y Ana atravesaban un portal en un callejón, y se notaba que Sara tenía un objeto dorado en sus manos.

Sara se quedó sin palabras, sin saber cómo explicar que no se trataba del mismo objeto, ya que no se apreciaba con claridad en el video. En ese momento, Ana apareció repentinamente detrás del elitista, con la misma túnica que él, y miró a Sara con una sonrisa burlona.

"Hola, Sara. Pensé que te habías quedado en el pasado, pero veo que me seguiste", dijo Ana de forma desafiante.

Sara se sorprendió y exclamó: "¿Ana? ¿Eres tú? ¿Por qué llevas la misma túnica que el elitista? No me digas que..."

Resultó que Ana ahora formaba parte de los que controlaban el mundo, era uno de ellos. Sara no dudó ni un segundo en tratar de escapar, pero tanto Ana como el hombre misterioso también sabían abrir portales, por lo que la perseguían sin importar adónde fuera.

Sara: Un Viaje a lo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora