Capítulo único

632 118 61
                                    

El timbre del apartamento de Lan Huan y Meng Yao suena, estridente. Está lleno de cierta exigencia que hace que Meng Yao levante la cabeza del libro que lee (leía) tan tranquilo y ponga los ojos en blanco, un gesto que solo se permite en la absoluta intimidad de su salón, y solo cuando Lan Huan, su adorable novio —uno de ellos— está trabajando. 

El segundo timbrazo no llega a producirse. Meng Yao abre la puerta justo cuando Jiang Cheng, novio de su novio, está a punto de pulsar el interruptor. Cuando le sonríe, lo hace con malicia.

-Llegas pronto.

-¿Y? Me estabas esperando igualmente.

Meng Yao respira hondo, pero no le contesta. Se separa de la puerta de vuelta al salón, dispuesto a dejar su libro bien colocadito antes de empezar a... trabajar.

-¿Has traído suficiente?

-Nos va a sobrar -contesta Jiang Cheng mientras deja su mochila de la universidad, bien cargadita con los exámenes de sus alumnos de Estructuras de Datos y su ordenador. Y, por supuesto, lo que a Meng Yao más le interesa-. He traído para que sobre.

Meng Yao asiente mientras se estira, contento. Él también tiene exámenes que corregir, de Derecho Penal. Le esperan en una pila gigantesca en la mesa del salón, amenazantes tacos de folios que parece que les observan mientras amenazan con hacerle perder la cordura leyendo... lo que quiera que sus alumnos hayan escrito, que estará mal, copiado de los apuntes que se han aprendido de memoria y redactado como la mierda. Pero esas palabras son de Jiang Cheng, y no suyas, que conste.

-¿Quieres beber algo?

-Agua. De momento, casi mejor no mezclar.

Mientras el profesor de derecho se dirige a la cocina a por un vaso de agua para su... compañero, Jiang Cheng saca sus cosas y las deja al lado de la Gran Pila de exámenes de Meng Yao. El taco de folios que pone al lado es considerablemente más bajo, pero porque la mayor parte del examen lo han hecho online. Deposita también su portátil, lo enchufa, y luego deja encima un estuche violeta, de donde saca una bolsita transparente de las que se pueden meter en los aviones. Meng Yao le contempla desde la barra de la cocina, le ve acercarse agitando la bolsita. Enseñándole la hierba —bendita hierba, es el único motivo de que todavía no hayan perdido la cabeza en mitad de un ataque de ansiedad— con la que van a cocinar antes de ponerse a corregir. Han quedado específicamente para eso. Corregir exámenes juntos y drogarse. Un maravilloso plan de viernes.

-Y por estas cosas te quiero -bromea Meng Yao, aunque no se le escapa el traicionero rubor que se apodera de los pómulos de Jiang Cheng, ni cómo aprieta los dientes. Le pasa el vaso de agua por encima de la barra americana que separa cocina y salón y se inclina para besarle. Jiang Cheng, como siempre, responde con entusiasmo-. ¿Cuánto te debo?

-Nada. Se la he cogido a A-Ying.

-¿Por qué no me sorprende? -ríe Meng Yao, mientras Jiang Cheng entra a la cocina. Su compañero pone los ojos en blanco-. ¿Pero te la ha vendido o...?

-Digamos que no la va a echar en falta. Además, a Lan Zhan no le parece bien que fume.

La última parte la dice con un tonito agudo, de burla. Meng Yao vuelve a reírse, sin demasiadas restricciones. Una parte buena —la mejor, quizá— de su pseudo relación con Jiang Cheng basada en la rivalidad, en enrollarse de vez en cuando y en fumar porros juntos mientras la universidad les mata por dentro es que puede picarle todo lo que quiera. Y eso significa que puede actuar sin restricciones y sin pensar, que siempre es liberador.

-Entendido -dice, picajoso-. Más para nosotros entonces.

-Exacto.

-Y... -comienza Meng Yao, mientras se apoya en la encimera de la cocina, justo al lado del horno. No se le escapa la mirada de Jiang Cheng, hambrienta, que lo recorre de arriba a abajo durante un segundo. Si no tuvieran exámenes que corregir... ay, si no tuvieran exámenes que corregir-, ¿cómo lo hacemos?

Brownie [Mo Dao Zu Shi one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora