1. Un malévolo plan

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— ¿Qué opina, Sr. Plumas? — Dijo Ronco, expresando gran júbilo mientras que le presentaba su último proyecto al pájaro metálico — Imagínelo, usted y yo contemplando la caída de Quiéreme-Mucho en primera fila, esta vez no puede fallar.

Ronco posó a Sr. Plumas sobre su hombro metálico y se avecinó a la azotea de su guarida. El cielo cada vez se tornaba más rojo y, a pesar de que le causaban asco las puestas de sol, esperó ansioso a que el último rayo solar se perdiera en el horizonte. Cuando ya era visible el tintineo de las estrellas y estas deseaban las buenas noches, él dio media vuelta.

— UR2, Sangento Rocketbottom; tienen el honor de trabajar conmigo en la destrucción de Quiéreme-Mucho y posiblemente este sea su último trabajo — Ronco se expresó con un deje orondo y mirando de refilón a ambos subordinados, arqueó una ceja y respiró profundamente — ¡Así que háganlo bien! — espetó, provocando el asombro y el terror de ambos.

Los subordinados se precipitaron al exterior de la guarida y volaron sobre una pequeña nave hacia su destino.

En la oscuridad, se presentaron ambos en la aldea, buscando lo que su jefe les había pedido. Ahí se encontraba, a unos pocos metros de distancia, su objetivo; en este caso, un osito cariñosito de pelaje celeste, puesto un gorro para dormir, asiendo con una de sus patas delanteras un candil, y sobre todo, estaba solo. Era el blanco perfecto.

Se acercaron al objetivo. Bedtime se percató de la presencia de ambos, volteó y procedió a frotar su barriga, su insignia se alzó y se abalanzó sobre UR2.

— Hora de dormir, robot — A pesar de que susurraba, su dejo denotaba su fuerza de voluntad — No dejaré que ustedes dos irrumpan en el sueño de mis amigos.

UR2 quedó inmovilizado y la insignia volvió a su lugar natural, listo para atacar, pero Bedtime había perdido de vista al Sargento Rocketbottom. Rebuscó a su alrededor, con la pata derecha cerca de su barriga; de repente, sintió el brazo metálico del subordinado el cual lo ciñó por la barriga bruscamente y, con el brazo libre, le tapó el hocico. El hechizo que utilizó el osito no duró mucho tiempo, UR2 fue a ayudar a su compinche y calló al osito con una banda lo suficientemente larga como para rodearle la cabeza sin vacilar. A pesar de los incesantes forcejeos, nada parecía dar resultado.

El par de subordinados metálicos lo llevó a la nave con destino a la guarida. En su llegada, Ronco se aproximó a ellos con caminar soberbio.

— ¡Por primera vez ustedes me fueron útiles! Pero no dejen que se les suba a la cabeza, aún no terminamos el trabajo — dijo, para acto seguido arquear una ceja y dirigir su atención a BedTime — parece que nuestro invitado está incómodo, ¿por qué no lo recostamos en la camilla?

Los robots recostaron a BedTime sobre una mesa de metal oxidado, lo contuvieron sobre ella con unas gruesas y resistentes correas, ya no valía la pena tantos forcejeos. A pesar de su pelaje, sentía que el metal oxidado de rajaba la piel. En un esforzoso intento de virar su cabeza hacia Ronco, vio que este llenaba una jeringa con un líquido morado.

— ¿Cuál es el sentido de todo esto, Ronco? — farfulló, con la idea de que podría al menos hacerlo reflexionar — ¿No has pensado que haces todo esto solo porque algo le hace falta a tu vida? ¿Algo relacionado con tu pasado?

"Tu pasado", frase que dejó a Ronco ojiplático, mirando hacia el vacío. Su barbilla, trémula, quedó suspendida sobre sí misma; un terrible nudo en la garganta se apoderó de su ser, obstaculizando cualquier palabra que quisiese articular. No se había puesto a pensar en sus más remotos recuerdos los cuales vagaron libremente por su cabeza, turbándolo. Hubo un espeso silencio que invadió todos los rincones de la guarida, los tres tenían la mirada fija en él; el hecho de escuchar su respuesta los intrigaba, y a la vez, les atemorizaba. Tragó saliva y se recompuso.

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