Nadie elige de quien enamorarse.

26 2 0
                                    

Miré hacia atrás, la playa seguía casi vacía.

Reí cuando él tragó un poco de agua salada y su rostro se arrugó ante el gusto desagradable. Con el cabello mojado y mis pies que empezaban a clavarse en la arena dí un paso hacia Ian y le sonreí. Agradeciéndole con la mirada por lo increíble de todo. El día, la playa, él y su alegría, todo era perfecto y tan agradable.

- ¡ Esto es genial !- gritó cuando otra ola nos sacudió un poco.

Se detuvo a observarme un momento y su expresión cambió, se volvió seria repentinamente. Todo sucedió demasiado rápido.
Dió otro paso hacía mí, haciendo que quedáramos frente a frente. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó.
Mis piernas flaquearon un poco bajo el agua y chocaron un segundo contra las suyas.
Luego de cortos segundos de debate interno sobre  qué debía hacer respondí de forma torpe y descuidada, poniendo mis manos en su nuca; acariciando su cabello mientras cerraba los ojos, disfrutando el momento.
Presioné mis manos en su cabello, apretándome más contra él.
Con la respiración agitada, sacó sus manos de mis mejillas y las pegó a mi cintura.
Las olas nos movían un poco de vez en cuando pero realmente no podía separarme de él.
Sentía que mi pecho explotaría, podía sentir sus latidos rápidos contra los míos.
Movió sus labios sobre los míos, saboreándome, haciendo que de mis labios escapara un pequeño gemido. Luego de separarnos y antes de que tal vez se disculpara; lo besé tiernamente en los labios, arrancándole una sonrisa perfecta.

Al salir del agua nos vestimos, temblando. Recogimos nuestras cosas de la arena, las guardamos y comenzamos a caminar hasta el auto de su padre.

Al llegar subí al asiento del acompañante y el se sentó detrás del volante, noté su rostro sonrojado cada vez que su mirada chocaba con la mía y luego cambiada de dirección.

El trayecto fue rápido y silencioso, odié el hecho de que otra vez luego de besarnos nadie dijera nada. Ahora que lo pensaba...¿ Cual era el problema?Maldición. Mi mente divagó en pensamientos estúpidos sobre porqué no debería gustarme mi mejor amigo. "¿Cual era el problema?", esa pregunta repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.

Al llegar a casa,  me acompañó hasta la entrada, y antes de que tocara el timbre habló:

-Escucha, Ali- dijo mirándome a los ojos fijamente, por primara vez luego de lo sucedido en la playa-Em...- se rascó la nuca, lo cual significaba que estaba nervioso, y el movimiento continuo de uno de sus pies sobre el suelo indicaba que también estaba ansioso y tal vez incómodo- Me gustas.

Alzó la mirada lo cual me dificultó ver su rostro, pero por su tono de voz, podría jurar que estaba completamente rojo. Con la mirada en alto para intentar ver mejor su rostro, asentí lentamente.

-También me gustas...-mi voz tembló un poco, maldije mentalmente.
Me miró, sus ojos verdes abiertos de la sorpresa igual que sus labios.
-¿Te creías que sería capaz de besarte de no ser así?- regresó mi tono distante y fingí despreocupación.

-No, no. Bueno,no sabía que pensar... últimamente me siento muy estúpido.
Se hizo silencio otra vez, pero seguíamos mirándonos.
Me acerqué a él y bajó la mirada para que estuviéramos casi a la misma altura. Seguía siendo más alto que yo por lo que me puse de puntitas , literalmente, y lo besé suavemente en los labios. Antes de que respondiera, me alejé.Le sacudí el cabello, lacio, negro y sedoso, tan perfectamente suave que no quise apartar mi mano, y cuando lo hice toqué el timbre.

La puerta se abrió luego se varios segundos y el rostro de Sam, sonriente como siempre, nos recibió gratamente.

-Sebastian, ¿Cómo has estado?-exclamó abriendo la puerta por completo, Ian negó con la cabeza ante la siguiente pregunta-¿Te gustaría pasar?

Seamos felices juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora