Parte 2

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Candy.

Cuando Anthony descubrió que, quién me gustaba era su amigo Terry, me sorprendí, porque no creí haber sido tan obvia. Me dolió destrozarle el corazón de esa manera, porque ya teníamos un año de novios, pero yo nunca había podido llegar más allá que un simple faje.

Una noche fuimos al cine, y él se mostró demasiado atento y cariñoso durante la película. Fuimos a mi apartamento, él sabía que ese fin de semana estaría sola, lo despedí en la entrada, pero él no se fue, sino que ingresó a la pequeña sala, detrás de mí.

Apenas me dio tiempo para encender la luz, cuando comenzó a besarme con desespero, y me condujo a mi habitación. En un arrebato, me quitó el vestido y me levantó en brazos para recostarme en la cama, todo pasó tan rápido que cuando me di cuenta, ya estaba en ropa interior, expuesta para él; según yo, lo que estábamos a punto de hacer, era lo más normal del mundo, sobre todo porque era mi novio.

Lo contemplé mientras se desvestía, hasta quedar completamente desnudo frente a mí, sus ojos ardían de deseo al ver mi cuerpo semidesnudo. Me sonrojé, al ver como su duro miembro, ya erecto, apuntaba hacia mí; lo que se supone que debía de excitarme, pero...

En eso, se colocó encima de mí, apoyando el peso sobre sus brazos, y de nuevo, experimenté esa sensación extraña, me sentía asfixiada. Su rostro demostraba ese deseo reprimido que había guardado en todo este tiempo, y su boca invadió la mía, le seguí el beso porque pensé que podría continuar con lo que habíamos comenzado. Pero cuando comenzó a acariciar, lamer y mordisquear mi cuello, la figura de su amigo se me vino a la mente.

¿Qué demonios me estaba pasando? Él, me decía cosas al oído, mientras que mi subconsciente, solo veía la sonrisa descarada de Terence. Su mano bajaba por mi vientre, hasta que tocó el elástico de mis bragas y cuando quiso tirar de ellas... ¡El pánico se apoderó de mí! Giré mi cabeza a un lado de la almohada, me cubrí la cara con mis manos y entre sollozos le dije que no podía hacerlo.

Anthony se apartó de mí bruscamente, comenzó a vestirse y su rostro expresaba coraje y desilusión; salió enseguida de la habitación y cuando estaba a punto de abrir la puerta, lo alcancé envuelta en la sabana.

—Anthony... Perdóname... No puedo hacerlo ¡Te lo suplico! ¡Entiéndeme!

—Te has enamorado de él, ¿verdad?

—¿Cómo? —Me sorprendió su pregunta.

—No tienes que fingir conmigo Candy, me he dado cuenta de cómo miras a "Mi amigo", y estoy seguro, de que él siente lo mismo por ti.

—Anthony, no es por eso ¡Es que yo no puedo hacerlo! ¡No estoy lista! —. Intenté acercarme, pero él se apartó.

—¿Y cuándo vas estar lista? — Me enfrentó como nunca lo había hecho— ¡Un año llevo intentando ganarme tu amor, Candy! ¡Un año deseando hacerte mía! —Me tomó por los hombros— ¿Y para qué? Para que resultes enamorada de "él" ... Dime ¿Qué tiene él, que no tenga yo? — Me soltó y se apartó, mis lágrimas fueron inevitables.

—Yo... Lo siento... — Dije, pero no me escuchó porque azotó la puerta tempestivamente.

Desde esa noche me sentí fatal, porque pensaba que había cometido un error. Mi relación con Anthony siempre fue linda, romántica y él siempre fue muy benevolente. Me dio el espacio que necesitaba, nunca me había forzado a nada, y siempre se mostraba respetuoso.

Pero al recordar a su amigo, mi corazón se agitaba como nunca y no podía sacármelo de la cabeza, estaba hecha un lío, así que decidí darme un espacio para recapacitar, incluso le escribí varios textos a Anthony, pidiéndole una nueva oportunidad, pero cuando estaba por enviarlos, el hermoso castaño de ojos azul profundo, venía a mí, y los borraba.

Y ¿Cómo confesarle a Anthony, que, al conocer a Terry, mi mente había dado un giro de 180 grados?

Comencé a fantasear con Terry, y eso nunca me había pasado... Cerraba los ojos, y comenzaba a acariciar mis senos, imaginando que eran sus dedos los que me tocaban, mi palpitación se aceleraba, deslizaba una mano, hacía mi intimidad y me frotaba, imaginando que él lo hacía con avidez, «hazme tuya, por favor, hazme tuya» le suplicaba entre jadeos, y aumentaba el ritmo al imaginar sus embestidas sobre mí... mi cuerpo se sacudía explotando en un delicioso clímax.

Anthony solo me provocaba sentimientos de ternura y comprensión, en cambio con Terry sentía la necesidad de explorar mi cuerpo, y auto complacerme pensando en él. La mujer que siempre estuvo dormida, se prendía con facilidad, pues una sola mirada suya me bastaba, para poner a volar mi imaginación.

Intenté distraerme en mi trabajo doblando turnos, para que mi cabeza estuviera ocupada, y no pensar más, en ninguno de los dos. Así pasó algún tiempo, desde la última vez que vi a Anthony. Y sin esperarlo, me fue a buscar a la salida del hospital donde trabajo.

—¡Anthony! — Lo saludé, no habíamos hablado y se sentía extraño.

—Hola, Candy. Solo venía a decirte que estaré fuera por un tiempo—. Me dijo con el rostro desencajado.

—¿Qué? En verdad no tienes por qué hacerlo Anthony. – Me acerqué para intentar tomar su mano, pero él retrocedió.

—No te preocupes, no solo lo hago para alejarme de ti, también lo hago por mí. He decidido tomar un curso de botánica en Canadá, sabes que es mi pasión, y me hará bien estar fuera por un tiempo. —Hizo una pausa, y se esforzó para seguir—Solo quiero pedirte algo, y créeme que eres mi última opción.

—Dime—. Fui amable.

—Puedes encargarte de capullo, solo será un mes, en lo que Stear se lo lleva a vivir con ellos.

—Sabes que no puedo tener mascotas, en el apartamento—. Le dije apenada.

—Lo sé, por esa razón, es que te dejo una copia de las llaves del mío. Un amigo también tiene un juego, porque me va a ayudar a llevar unas cosas, te lo advierto para que no te asustes, si lo ves.

—De acuerdo. – Asentí en un susurro.

—Te deseo suerte Candy, quizás, tengas una oportunidad con Grandchester, y sí no es así, yo estaré dispuesto en regresar por ti. ¡Sé feliz Candy!

Anthony se acercó para dejarme un beso en la mejilla y se alejó. Me dolió mucho ser la culpable de su partida, pero tal vez, sea lo mejor para los tres.

𝗛𝗔𝗭𝗠𝗘🍒𝗧𝗨𝗬𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora