En el vaivén del tiempo, sin cesar, se desdibujan los días, sin piedad, mientras mi esencia se transforma, y en el espejo una imagen se borra.
El reloj impasible marca su compás, y las arrugas surcan mi piel, sin paz, me vuelvo mayor, el tiempo me abraza, y en mis recuerdos el ayer se desplaza.
En mis sueños, un amor anhelado, se dibuja en letras, en cada renglón trazado, escribo historias de pasión y entrega, esperando que en ellas el destino se alegra.
Pero el amor soñado no aparece, las páginas quedan vacías, me hundo en el mar de la añoranza, buscando en vano esa llama de esperanza.
A veces, en el crepúsculo melancólico, suspiro por aquel amor mágico, pero la vida tiene su propio compás, y el destino esquivo se escapa velas.
Quizás, en algún rincón del universo, mi amor aguarda, en un eterno converso, y aunque el tiempo pase sin cesar, nuestros caminos habrán de cruzar.
Mientras tanto, seguiré escribiendo, historias de amor, de anhelos creciendo, porque en cada palabra encuentro consuelo, y en mis sueños, el amor se vuelve cielo.
Así, en la danza del tiempo sin pausa, me hago mayor, pero mi esencia no se agota, seguiré soñando, escribiendo sin cesar, esperando el día en que el amor vendrá a encontrar.