🪢 8 :: EL MEJOR REGALO

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El señor Kim volvió a poner su mano en mi espalda en el ascensor al salir del bufete de abogados, en el ascensor hacia la oficina de INternational e incluso en el de su casa; donde no había nadie del que debiera apartarme. El toque de su mano era cálido y agradable, jamás se sobrepasaba ni me acariciaba, pero estaba ahí y no dejaba de pensar que se trataba de un gesto muy dominante, casi posesivo.
                     

Llegamos a la cocina y la comida ya estaba allí, en su bolsa de papel de siempre, solo que esta vez se había mojado un poco por el camino. Saqué los envases de la cena e hice lo que siempre hacía, dividirlos en dos y apilar los del señor Kim por si quería llevárselos a algún lugar. Él se quitó la americana y la corbata y las dejó a un lado de la mesa de isla antes de sentarse frente a mí. Parecía algo cansado, y no me sorprendía, había sido un día muy largo.

—Quítate el jersey, lo vas a manchar —me ordenó antes de que abriera mis envases de la comida.

Miré el jersey verde claro que me había regalado y pensé que era una buena idea. Me lo quité, lo doblé con cuidado y lo dejé a un lado. También me saqué la camisa de dentro de los pantalones de pinza negro y me abrí un botón más para no sentirme tan ahogado. Por lo que a mí respectaba, la jornada laboral "oficial" ya había terminado; seguiría trabajando para el señor Kim, por supuesto, pero en su casa no había normas de vestimenta tan estrictas como en la oficina. El móvil vibró y le eché un rápido vistazo, como no era importante mordí la hamburguesa y la mastiqué lentamente.

—¿Qué es esto? —pregunté, mirando el interior—. Esto no es una hamburguesa...

—Es tofu a la brasa, berenjena, lechuga, tomate y pan de centeno —respondió el señor Kim.

—Es un puto sándwich de pan gordo —farfullé, un poco indignado—. Yo... —dejé la falsa hamburguesa en el envase y negué con la cabeza—. Esto es jugar con mis sentimientos —me ofendí.

Noté la mirada del señor Kim, que continuaba comiendo la hamburguesa a grandes bocados.
                     

—¿Es una de tus bromas? —me preguntó.
                     

—No —respondí, un poco desanimado ahora—, pero fue un día... bastante duro y me había hecho ilusión llegar a casa y cenar una hamburguesa.
                    

—¿En serio creías que iba a ser una hamburguesa de verdad? Eso es un límite infranqueable de esta dieta.
                     

Tardé un momento, pero una risa me nació en el pecho y terminé riéndome en voz alta.
                     

—A veces es muy gracioso, señor Kim—reconocí, dedicándole una breve mirada antes de coger de nuevo la hamburguesa—. Y lo mejor es que ni siquiera intenta serlo.
                     

Él continuó mirándome en silencio mientras masticaba la hamburguesa, pero no es que pensara que fuera a expresar algo con el rostro. Las únicas emociones que el señor Kim podía experimentar eran la ira, la frustración y la excitación sexual. Muchas veces a la vez.
                             

—¿Qué tal la cama nueva? —me preguntó.
                             

—Muy bien, la verdad.
                             

Seguí sonriendo y asentí mientras masticaba aquella hamburguesa que no era hamburguesa pero que estaba rica, aunque no era lo que yo había esperado y era decepcionante. El señor Kim se limpió la boca con una servilleta de papel cuando terminó.
                             

ASSISTANT | Taegi [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora