𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑

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Asamblea en el Olimpo

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── La Diosa titánide Eos salía de su hogar para anunciar a su hermano Helios; los cálidos rayos se filtraban por las nubes amortiguando su luz hacia El Olimpo, este se alza imponente sobre la cima de una alta montaña en Grecia, con vistas panorámicas del paisaje circundante. La montaña estaba envuelta en una niebla perpetua y las laderas estarían cubiertas de bosques y praderas vírgenes. Los dioses habitan en un complejo de palacios magníficos y suntuosos, construidos con materiales preciosos como el mármol y adornados con oro y piedras preciosas y que ningún mortal podría replicar, ni siquiera en sus limitadas mentes.

Habitado por todo tipo de criaturas, como ninfas, sátiros y centauros, los cuales sirven a los dioses y les ofrecen compañía. Los jardines de ensueño, fuentes mágicas y arroyos cristalinos fluyen por el lugar, creando un ambiente pacífico y relajante. Y los campos de entrenamiento para los dioses guerreros, donde arduamente entrenan con armas y luchan contra monstruos.

El palacio principal es la sede del Dios Zeus, el rey de los dioses, el más grande y espectacular de todos. El trono de Zeus situado en la sala principal, y desde allí, el dios observa a todos los que vienen a visitarlo. Cada Dios tiene su propio palacio, diseñado para reflejar su personalidad y áreas de influencia.

En el centro del Olimpo, se alza un gran templo dedicado a todos los dioses, donde se usualmente se celebran las ceremonias y festivales en su honor. El templo siempre lleno de ofrendas de todo tipo de mortales, que habrían viajado desde lejos para rendir homenaje a los dioses.

La nao alojaba los tronos llenos de riquezas y piedras preciosas donde los doce grandes Dioses ya hacían sentados en su correspondiente solio admirando a las Musas, un entretenimiento que la Diosa Hera había solicitado como una celebración al estar todos unidos en la sede.

—¡Retírense! —bramó Zeus desde la comodidad de su trono a las Musas.

Hera miró ceñuda a su marido y apretando la mandíbula dejó que las Musas se marcharan de la nao una tras otra sin hacer ningún comentario. Una vez que ellas salieron los once se miraron de reojo, esperando que alguno se quejara por la repentina llamada ante tal urgente reunión.

—Este llamado sorpresa no es de mi agrado, hermano. —habló Hades y su voz resonó en el salón con eco ante el silencio de los demás.

—Hubiera sido una sorpresa si hubieras dicho lo contrario, Hades —expresó Zeus con voz desinteresada y se irguió en el respaldo de su solio—. Esta no es una agradable asamblea, para algunos. —informó pasando su electrizante mirada por cada uno de ellos, acto que los hizo mostrar interés y que los desinteresados de volver a verse las caras se irguieron en su trono, sin embargo su mirada quedó plantada solo unos milisegundos más en Hera.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ³  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora