close enough┆yungi one shot

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"Estas mintiendo" Wooyoung se reclino sobre la silla, haciéndola rechinar. Al notar que la cara de su compañero continuaba seria, abrió los ojos exageradamente. "¿No estas mintiendo? Mierda"

Mingi rodo los ojos. A pesar de que había transcurrido medio año desde que había terminado las pasantías y se había convertido en un trabajador regular de la empresa, no había desarrollado un gran vínculo con sus colegas. Quien más se acercaba al concepto que tenía de un amigo era Wooyoung, y era más que todo porque el chico parecía no tener la mínima idea de cómo quedarse callado por más de cinco minutos. Tampoco podía decir que le caían mal las otras personas; simplemente no había logrado encajar en ese lugar.

Con el correo que había recibido la noche anterior, menos oportunidad tendría de hacerlo.

"¿Me estás diciendo que te ascendieron para ser asistente de Yunho?" agarrando una revista del montón de documentos esparcidos en el escritorio y señalando la foto de la portada, Wooyoung exclamo incrédulo: "¿Este Yunho?"

Mingi suspiro y le quito la revista al pelinegro. "Si, ese Yunho. ¿Por qué te cuesta tanto creerlo?"

"¿Tal vez porque estamos hablando de uno de los directores principales de esta empresa?" respondió con un tono irónico, provocando que Mingi alzara una ceja con fastidio. "Quiero decir, hay un montón de otros aspirantes aquí. De todas las personas que habría imaginado..."

"Gracias por tu apoyo, Wooyoung" el castaño se levantó, tirando la revista dentro de la caja que contenía sus artículos personales. En el correo se le pedía que llevara sus cosas directamente al piso 15, piso en el cual se encontraba la oficina de Yunho.

Para Mingi también había sido una sorpresa recibir aquel correo. Conocía la demanda de los puestos relacionados a la directiva de la compañía. Las vacantes eran una guerra a muerte entre los aspirantes, quienes daban lo mejor de sí mismos en cada entrevista que fuera necesaria. Pero él ni siquiera había tenido que pasar por eso. Había recibido un correo en donde se le avisaba que tendría una entrevista con el jefe del departamento de marketing y que debía llevar sus pertenencias a la que sería su nueva oficina. Prácticamente, el puesto era suyo y la entrevista era una mera cordialidad.

"Oh, vamos" Wooyoung también se levantó "Me alegro por ti. En serio. Solo que es algo... repentino. Pero es genial. Ahora serás tú quien invite las bebidas los fines de semana"

Mingi hizo una mueca ante el comentario. "Claro"

Se dirigió al pasillo, cargando la caja en sus brazos, y se despidió del pelinegro en las puertas del ascensor. Wooyoung le deseo buena suerte con la expresión de incredulidad todavía presente en su rostro. Cuando las puertas se cerraron, soltó un pequeño suspiro nervioso. A partir de ese momento, era de nuevo él contra el mundo. De alguna forma, sentía que había estado en esa posición anteriormente, a punto de hacer algo que podía cambiar su vida por completo.

Cuando había decidido irse de la casa de sus padres, en medio de un remolino de emociones desagradables y lágrimas nublándole la visión. O cuando había sido llamado de la empresa para tener una entrevista luego de haber culminado las pasantías. En cada ocasión se había sentido como un joven ingenuo e inexperto sin la menor idea de lo que estaba haciendo, en medio de un elevador, sosteniendo sus últimas esperanzas y aferrándose a la idea de tener un nuevo comienzo cuando las puertas volvieran a abrirse. Con suerte esta vez sería igual a las anteriores.

A diferencia del piso en el que había estado trabajando, el piso 15 era diferente en dos principales aspectos. Primero: era mucho más elegante y estéticamente imponente, con decoraciones bonitas en las paredes y escritorios organizados como si recién los hubieran puesto allí directo de una revista de muebles. Segundo: el ambiente era... intenso, por nombrarlo de alguna manera. Cada persona con la que se cruzaba lucía extremadamente ocupada, tanto que casi nadie reparo en su presencia, y los pocos que lo hicieron le examinaron hasta el alma con una mirada de pies a cabezas. El castaño estuvo a medio segundo de devolverse por donde había llegado. Antes de que pudiera dar un paso atrás, un chico más bajo que él, con gafas enormes delante de una mirada de frío desinterés, le hablo en un tono igual de amistoso que sus ojos.